Galardón Leyenda del Flamenco

Juan Villar: “Decir Leyenda es decir responsabilidad”

  • El artista gaditano recibe hoy, Día del Flamenco, el VII galardón Leyenda del Flamenco en la Venta de Vargas, donde mañana sábado protagonizará un recital

El cantaor Juan Villar en uno de sus rincones fetiches, la Taberna el Albero en su barrio de la Viña.

El cantaor Juan Villar en uno de sus rincones fetiches, la Taberna el Albero en su barrio de la Viña. / Julio González

Al compás de su carácter genuinamente humilde, el cantaor Juan Villar no sabe si se merece el título de Leyenda del Flamenco –“una palabra muy grande”, se maravilla– pero de lo que no duda ni un segundo es de su “entrega” y “amor” incondicional por un arte al que le ha dedicado toda una vida. Por ello, con “respeto”, con “alegría, mucha alegría” y, sobre todo, con “responsabilidad” el eslabón fundamental vivo de la saga flamenquísima de los Jineto recibe hoy el VII galardón creado en el año 2012 por la Venta de Vargas y la empresa Flamenco de la Isla. “Decir Leyenda es decir responsabilidad, con eso creo que lo he dicho todo”, sentencia el artista.

“Cuando me lo dijeron yo pensé, y lo sigo pensando ahora, que no sé si me lo mereceré pero sí estoy seguro de que al menos tengo una trayectoria buena, muy honesta, que creo que se me ha respetado mucho en el flamenco tanto los maestros como la gente joven que ha venido después de mí y, bueno, que me da mucha satisfacción y mucha alegría que me otorguen este premio”, explica uno de los patriarcas del cante gitano y gaditano que, afortunadamente, tenemos todavía con nosotros. Un artista que esta tarde, a las 19.00 horas, recibirá la codiciada distinción durante un acto con entrada libre en la Venta de Vargas.

"Es un orgullo que te den un premio que tienen gente como Fosforito, Rancapino y otros grandes”

Así, tras esta cariñosa gala, Juan José Villar Jiménez (Cádiz, 1947) se une a la selecta nómina de artistas que pueden llamarse Leyenda del Flamenco, es decir, Rancapino (2012), Fosforito (2013), Paco Cepero (2014), El Lebrijano (2015), Curro Malena (2016) y Carmen Linares (2017). “Son todos compañeros míos de una categoría increíble. Es un orgullo que te den un premio que tienen gente como Fosforito, como Rancapino y otros grandes. Vamos, la hechura de Rancapino, esa pureza que tiene, la grandeza de El Lebrijano o de Fosforito, la categoría de Paco Cepero, de Curro Malena y Carmen Linares... Eso no se puede aguantar, hombre”, alaba el cantaor que tiene un cuchillo por garganta (afilada, afillada e hiriente).

Muestra de ese manantial tan suyo, y del que, como buena Leyenda, han bebido muchos jóvenes que han venido después, se podrá disfrutar mañana sábado mismo en la misma Venta de Vargas durante un recital donde el cantaor desgranará su “habitual repertorio” de soleá, alegrías, seguiriyas, bulerías y fandangos acompañado por su fiel Niño Jero que le ha acompañado en buena parte de su trayectoria.

Una trayectoria que comienza, por poner un principio a una historia donde flamenco y vida se abrazan desde el primer ayeo (el del niño y el del cantaor), cuando el pequeño Juan se introduce en Los Chavalillos de Cádiz (“nos llevó mi tío Curro a mí y a mi prima Manueli (Manoli de Gertrudis) cuando no teníamos más que 7 u 8 años”, recuerda). Ya, con unos 12 años, comienza a cantar en fiestas y en el Balneario de la Palma (“que entonces Caracol de Cádiz llevaba espectáculos y me llamaba siempre a mí, al tío Pablo, al tío Jineto, al Niño de los Rizos, a la mujer del Silva...”) para, después de la mili, entrar de artista en el Tablao de Cádiz y, de ahí, “me fui a Madrid a probar mi suerte...”

Y entre el Villa Rosa de Madrid (“con las hermanas Clotis, el guitarrista José María Pardo y Amina (la hija del guitarrista Juan el Ciego), que es la que me metió a mí allí...”) y el tablao El Cordobés de Barcelona estuvo tres años antes de explotar ya en Canasteros con Manuela Carrasco, el Güito, Faiquillo, Farruco, La Tati..., y en Torre Bermeja con Camarón y Panseco.

Pero fue en el Villa Rosa, una noche que lo escuchó Ramón de Algeciras, donde se fraguó su siguiente salto, el salto alante, con la proposición de un disco. Con Cuchillos y espada, el segundo, y los buenos tiempos de los festivales, el mundo supo quien era Juanito Villar. El comienzo de una Leyenda...

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios