Bellos contrastes de melodías y disonancias
La Orquesta Sinfónica Manuel de Falla ofreció un concierto en el Falla con la intervención de Palomar, Sillero y Ferró
Director: Carlos Checa. Solistas: Antonio Sillero, piano; Sandra Ferró, soprano; Alain Damas, tenor; David Palomar, cantaor. Programa: Obras de FranciscoToledo (1967): 'Hipodámica'. José Luis López Aranda: 'Estrecho'. Ernesto Halffter: (1905-1989) 'Rapsodia portugesa'. Lugar: Gran Teatro Falla. Fecha: Sábado 21 de noviembre, 2009. Aforo: Una mitad.
No es estimulante comprobar, al menos en mi experiencia, que salvo en contadas excepciones, por lo general producto de lo convencional de la obra ejecutada, los conciertos de música contemporánea de vanguardia no despiertan el interés que debieran y merecen. Porque la asistencia del público a aquéllos tiende a ser, si no escasa, casi nunca muy numerosa. En el caso del que cubre la presente crónica, la concurrencia llegaba, como mucho, a una mitad del teatro. Y eso que se trataba, al menos en las dos primeras ejecuciones, de compositores muy conocidos en los círculos pedagógicos vinculados al Conservatorio de Cádiz, especialmente de José Luis López Aranda, cuyo bien cimentado prestigio como director de la Orquesta Sinfónica Manuel de Falla le otorgaba el renombre necesario.
El concierto se inició con Hipodámica de Francisco Toledo, que viene a ser un homenaje a la Villa de Puerto Real, pero utilizando conceptualmente el tablero de un juego de damas ideado, originariamente, por el arquitecto griego Hippodamus de Mileto, de quien arranca el título de la composición. Tal como lo explica el compositor, la obra "se sustenta en un discurso de texturas más o menos complejas del que se desprenden hebras melódicas que adquieren todo el protagonismo". Después de un sonoro y vital inicio, sigue un remedo de anuncio que crea misterio. La pieza continúa con ingeniosas y sorprendentes disonancias reveladoras de bruscas euforias seguidas de silencios que explotan, recordando vagamente a Stravinski, pero siempre manteniendo un hilo conductor que guía, respetando así el juego urbano inspirador. De rica orquestación, todo termina reposada y suavemente.
El recital continuó con Estrecho, Cantata dramática creación del ya nombrado José Luis López Aranda. En el programa se afirma acertadamente que "la faceta compositora del director y pianista gaditano, es regida por el control, la enorme expresividad y la variedad en todos los aspectos". Dividida en tres partes, se inspira en la dramática situación que viven los ilegales africanos que arriban a nuestras costas, aprovechando al efecto temas y ritmos marroquíes, con textos en español de seis escritoras andaluzas. Éstos desgranan desde los lamentos de aquéllos hasta una tristísima nana dedicada "a los niños que habitan el fondo del mar". En su desarrollo, además de la intervención orquestal participan, de forma contrapuesta, el excelente cantaor solista, que expresa con su dramatismo característico, el dolor y la angustia de la inmigración clandestina, intercalado con la entrada del tenor y la soprano, ambos de hermoso timbre. Sus tres movimientos describen de diferente forma la tragedia que les ocupa, contrastando alegrías y tristezas con bonitos logros. Música emotiva y muy asimilable, intercala melodías con disonancias que realzan la fatalidad subyacente.
El concierto terminó con la ejecución de la Rapsodia portuguesa de Ernesto Halffter, donde el piano tiene una participación fundamental. Obra melódica y de gran belleza, que a pesar de su título, suena profundamente española por los cuatro costados. Todo un paseo armónico, con un piano que introduce hermosas reflexiones, jamás vulgares. Debo destacar la excelente ejecución del pianista Antonio Sillero, que ante el entusiasmo del público, nos regaló con una propina de un vibrante Falla.
La orquesta, bajo la sobria y bellamente matizada batuta del joven director Carlos Checa, sonó con perfecta afinación y un tempo en todo momento adecuado, siendo entusiastamente celebrada por un público devoto y entregado.
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