La partitura en blanco del Año Falla en Cádiz

Cádiz afronta en noviembre del próximo año el 150 aniversario del nacimiento del compositor en la plaza de Mina y el 80 de su muerte en el exilio de Alta Gracia

La celebración exige altura de miras

Cádiz comienza su particular cuenta atrás para el Año Falla

El compositor gaditano Manuel de Falla en el salón de su casa de Granada.
El compositor gaditano Manuel de Falla en el salón de su casa de Granada. / Archivo Manuel de Falla

El próximo año 2026, a la vuelta de la esquina, encierra un aniversario de enjundia para Cádiz. Será en noviembre, el día 23, cuando se cumplan 150 años del nacimiento de Manuel de Falla en Cádiz y, unos días antes, el 14 del mismo mes, el 80 aniversario de su muerte en el exilio de Alta Gracia, en Argentina. Una efemérides relevante de la que se viene hablando en la ciudad desde hace algún tiempo y sobre la que el Ayuntamiento y otras entidades culturales anuncian que se celebrará “como merece”. Sin embargo, hasta la fecha casi nada se sabe de cómo se planteará el aniversario de quien posiblemente es el gaditano más universal y la figura cultural más relevante de la capital gaditana. El Año Falla es, por el momento, una partitura en blanco que hay que crear y orquestar para que se celebre con el debido esplendor.

Porque para recordar en condiciones al compositor gaditano, uno de los grandes creadores españoles del siglo XX, no basta con organizar un conjunto de actos atractivos y con participación de la ciudadanía. Falla merece que su celebración sea a lo grande, que trascienda lo local, cuyos actos también serán importantes, y que al menos alcance el territorio nacional y, ya puestos a pedir, que implique de alguna forma a aquellos lugares que están íntimamente ligados a la vida del músico y que fueron fundamentales para construir su obra musical.

Es decir, Madrid donde estudió y se formó; París donde despertó a las modas musicales de la época; Granada donde voluntariamente se entregó a dar salida a su genio musical y Alta Gracia, el lugar en el que murió y al que llegó tras finalizar la guerra e instaurarse una dictadura en su muy querida patria.

Porque Falla, que era mucho Cádiz, es también mucho más que Cádiz. Y si la ciudad tiene entre sus hijos a uno de los mejores músicos universales, la celebración del 150 aniversario de su nacimiento no puede quedarse en un conjunto de actos locales por muy importantes que sean. Esta celebración tiene que mirar más allá y apostar por ser tan universal, como mínimo, como el propio compositor.

El ‘modus operandi’ de cualquier aniversario similar al de Manuel de Falla suele valerse habitualmente de una comisión de trabajo -de trabajo; es decir, operativa y no decorativa- que agrupe a las distintas administraciones públicas que pudieran estar implicadas en la celebración y, también, a las entidades ciudadanas y culturales más relevantes. Una comisión, eso sí, con altura de miras y capaz de proponer acuerdos y convenios con entidades más allá de las fronteras gaditanas.

El Ayuntamiento a la cabeza

Parece claro que es el Ayuntamiento de Cádiz a quien corresponde encabezar la organización de este 150 aniversario del nacimiento de Falla. Apoyado en la Diputación Provincial, la Junta y el Gobierno central, parece obvio que las administraciones tendrían que caminar de la mano para empezar al menos a rellenar esa partitura, ese pentagrama en blanco al que hay que dotar de ritmo y sentido.

Es de cajón, y es evidente que se hará, darle su lugar al Archivo Manuel de Falla, la institución más importante en torno a la vida y la obra del compositor gaditano y que tiene su sede en Granada, aunque sus responsables (ahora la sobrina nieta del músico Elena García de Paredes) tienden a mirar continuamente hacia Cádiz sabedores que aunque su legado material se encuentra en la ciudad nazarí, el legado sentimental y las raíces de Falla se hunden sin duda en su Cádiz natal.

Además de esta colaboración que se antoja fundamental, y de la que nadie duda, es necesario apoyarse en las grandes orquestas andaluzas (entre ellas la Bética que lleva el nombre de la que fundó Falla), formaciones de empaque y bajo la batuta administrativa de la Junta que pueden jugar un importante papel en este aniversario.

Y como se trata de mirar más allá, o al menos de intentarlo, no habría que descartar la implicación de orquestas españolas e incluso extranjeras -sería deseable mirar a París- para que la música de Falla resuene en Cádiz y, ya puestos, en otros lugares de España y del mundo.

Es evidente que una programación acorde al aniversario debe incluir actos de todo tipo, no solo conciertos. Conferencias, exposiciones, concursos escolares, conciertos didácticos, debates... Y que la ciudad tiene que implicarse empezando por el Conservatorio que lleva su nombre o la Universidad de Cádiz y su orquesta y coral (que ya apuntan algunos movimientos) y por entidades, como el Ateneo, que lleva décadas apostando por la figura de Falla, y por sus distintas academias. Los actos, las actividades, deben empapar a Cádiz (Orgullosos de Falla, ya puestos), pero no deben quedarse en el marco puramente localista.

Un legado que perdure

Finalmente, cualquier gran aniversario que se preste debe tender a dejar algún legado de la celebración a las futuras generaciones. El poeta y musicólogo José Ramón Ripoll, posiblemente el gaditano que más conoce la figura de Falla, pidió hace unas semanas públicamente al alcalde de Cádiz que se hiciera un monumento a Falla. Bruno García le contestó que el gran monumento a Falla era su teatro... Pero Ripoll tiene razón: un monumento es, sin duda, una buena manera de perpetuar el nombre de Falla para siempre y no entra en contradicción con el gran coliseo de Fragela. Y si el ‘Elcano’ tendrá su monumento, Falla no debe ser menos. Sería un final redondo para esa partitura en blanco.

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