Todavía Navidad
Abren las catacumbas del Beaterio
Desde ayer se realizan visitas guiadas a este antiguo panteón fundado en 1663, como primer punto visitable del complejo sistema de cuevas y contraminas de la ciudad
Los secretos que encierran los muros de las antiguas catacumbas del Beaterio salen por fin a la luz. Ayer abrió oficialmente este enclave vinculado durante décadas al uso de ritual y de guarida, hasta dar este nuevo giro turístico que desde este punto de la calle Valverde, 3 se abre la primera puerta al fascinante sistema de galerías subterráneas gaditanas. Una inmersión bajo el suelo que pisamos que ayer vivieron los numerosos gaditanos que desde las diez de la mañana visitaron esta nueva escena de la historia de Cádiz, donde se han sucedido diferentes episodios vinculados al carácter sagrado, pasando a ser refugio en plena guerra y de los propios masones.
El grupo de Patrimonio de las Esclavas fue el segundo del día en recorrer desde las 11 de la mañana este laberíntico espacio que comienza en una angosta escalera ambientada con luces tenues que recrean la de las velas de épocas pasadas. Un grupo de diez personas que asistieron al fascinante encuentro de historias congregadas en los 96 metros cuadrados que ocupan el beaterio fundado en 1633 por María José Isabel. Una vez atravesado el primer túnel de bóveda de cañón, "muy similar a las contraminas de Cádiz, aunque aquellas están mejor conservadas y tienen menos revestimiento que éstas", explicaba el impulsor y guía de este proyecto, el espeleólogo Eugenio Belgrano, se accede a la sala principal del recorrido. Un espacio que traslada al ambiente místico de otras épocas, de techos abovedados, donde ayer se agolpaban las numerosas anécdotas desgranadas con gran pasión por el guía y el audiovisual que se exhibe, que contextualiza en unos minutos esta visita cuya duración total ronda los 40 minutos. "Estoy calculando los tiempos todavía", explicaba a este medio Belgrano del recién estrenado recorrido, tomando el Hotel las Cortes como punto de partida y de compra de las entradas.
"Sois como detectives del subsuelo", decía una de las visitantes mientras observaba las imágenes en las que el propio cicerone y sus socios se sumergían en los túneles de la ciudad. Espeleología urbana, que se denomina esta actividad en nuestro histórico subsuelo, que por primera vez se hace visible ante los ojos del público en general. "Próximamente queremos descubrir y abrir al público el túnel que aparece en el plano de 1837 de Serafín Manzano que conecta Puertas de Tierra con el Castillo de la Villa, la Iglesia de Santiago y el convento de San Francisco y Argüelles, pasando por aquí. Si dáis un salto, está hueco", decía Belgrano de este apasionante proyecto que acaba de iniciar desde este primer punto de partida.
Las marcas de la historia son continuas en el habitáculo. Muecas de nichos y del sistema que permitían su entrada al reducido espacio -nada más bajar la escalera- donde había un osario común, nichos y un pudridero. Además de una marca de retablo y de un improvisado dibujo a grafito. "Parece que este espacio se usó como oficina técnica de la construcción de alguna iglesia cercana", a juzgar por el croquis del estudio de proporciones de una cimbra de madera y de otro dibujo en el espacio interior.
Otra oquedad iluminada con un ataúd dentro puede otearse bajo este suelo, una bóveda de enterramiento que pudo estar destinada a la fundadora de la congregación, que parece que se marchó de este lugar en 1823, en la desamortización que se produjo en el Trienio Liberal. "En el Diario Mercantil apareció en 1820 el documento en que el juez saca a subasta el Beaterio, excepto el panteón, la iglesia y el coro". Parece que en 1823 se van las beatas, tras lo que el edificio tuvo otros usos como el montaje de una empresa de clases de costura a mujeres en riesgo de exclusión, añadió el investigador.
También hay constancia del uso que hizo una familia -dos hermanas siguen viviendo en el edificio- durante una semana en plena guerra civil. Múltiples usos que llegan casi hasta la actualidad, cuando hace unos años la propiedad de beaterio vació de escombros esta zona de galería subterránea a la que se accede desde una puerta al fondo del patio de entrada. "Probablemente serían los restos de la explosión de 1947" de la torre mirador que coronaba el inmueble.
La sala principal conecta con el aljibe o depósito de aguas del edificio, "como puede verse en la señal en los muros", y también fue utilizado como panteón. Aquí se han recreado nichos y osarios, y constituye el tramo central, antes de alcanzar la última instancia. Desde aquí narró las últimas curiosidades de una zona también vinculada al uso ritual y de aljibe, donde se erige al fondo un dibujo -actualmente en fase de restauración- que pudo pertenecer a la orden de los caballeros rosacruces.
No fue el único hallazgo, pues también localizaron durante las labores de limpieza "una espoleta y una granada de piña que tuvo que ser desactivada por los tedax". Son algunas de las historias escritas bajo el suelo que pisamos. Las de ese Cádiz oculto que hoy abre sus puertas al resto del mundo.
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