El vecino eterno del Papa Francisco
Historia
Jorge Bergoglio ha sido enterrado a pocos metros del ‘Príncipe Negro’, un golpista fascista muerto en extrañas circunstancias en Cádiz
En agosto de 1974 un padre jesuita argentino de 38 años llamado Jorge Bergoglio va a realizar un acto significativo: entregará como provincial de los jesuitas argentinos la universidad regentada por su orden, la de El Salvador, a un grupo de laicos, la mayor parte cercana a la conocida como Guardia de Hierro, pretorianos del movimiento peronista. Alimentaba esa conexión siempre tan debatida entre los jesuitas y el peronismo como dos formas de populismo. Todavía quedan casi dos años para que unos militares admiradores del fascismo y que resultarían ser bastante sádicos tomaran el poder por la fuerza en su país. Los llamados curas villeros, algunos de ellos jesuitas, y los seguidores de la teología de la liberación, que era en la que se había criado intelectualmente Bergoglio, fueron, entre otros miles, sus víctimas.
Ese mismo agosto de 1974 muere en Cádiz en extrañas circunstancias un relevante personaje del fascismo de verdad, el italiano. Su nombre era Junio Valerio Borghese, más conocido como el 'Príncipe Negro', que había pretendido hacer lo mismo que los militares argentinos en su país seis años antes.
La relación entre Bergoglio y Borghese, separados por miles de kilómetros en el verano europeo y el invierno austral de aquel año, es absolutamente nula. Excepto ahora. Porque la tumba de uno y de otro se encuentran a unos pocos metros después de que el Papa Francisco decididera que quería que sus restos reposaran en la iglesia Santa María la Mayor de Roma y no, como es habitual, en las grutas vaticanas que se encuentran bajo la iglesia de San Pedro.
Y allí se encuentra el mausoleo de los Borghese, que se codean con los papas porque Papa fue uno de ellos, Paulo V, de nombre secular Camillo Borghese, entre 1605 y 1621. Fue este Borghese el que beatificaría a San Ignacio de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús. Paulo V, hasta ahora, era uno de los seis papas enterrados en este templo, y comparte mausoleo con su descendiente Valerio. Ahora un nuevo Papa ha llegado a sus dominios.
En el verano de 1974 el Príncipe Negro, un hombre todavía sano a sus 68 años, yace muerto en su última morada, La Fontanilla, un hotel cortijo junto a las playas de Conil, propiedad de Joachim Von Knoblock, cónsul de los nazis en Alicante durante la guerra civil. Ha sido envenenado, si queremos creer la teoría de los investigadores Jack Greene y Alessandro Massignani recogida en su libro The Black Prince and the Sea Devils.
Veamos su trayectoria. Valerio nació en 1906, se ilustró en Londres y escogió las armas como oficio; para ser más concretos, los submarinos. Estuvo en la Guerra Civil española y su nombre quedaría unido al submarino Scire, con el que torpedeó, durante la II Guerra Mundial, el puerto de Alejandría. Fue el cerebro de Décima Más, una patrulla de submarinos enanos a la que estaban adscritos los mejores hombres rana del ejército italiano. El 'Príncipe Negro' fue capaz de trabar duraderas amistades durante la guerra con ambos bandos, de los altos mandos de la SS al que sería una piedra angular de la futura CIA, el superespía James Angleton. Fue capturado por los partisanos cuando se atrincheraba en la fugaz república de Saló, donde Mussolini pasó sus últimos días antes de ser colgado en una gasolinera. Aristócratas italianos, americanos e ingleses imploraron su liberación. Era uno de los suyos. En el juicio fue condenado a doce años y a los dos años ya estaba libre y dirigiendo el Banco de Credito Comerciale e Industriale. Lo quebró y el pufo ascendió a tres millones y medio de dólares de principios de los 60.
Conil, 1974
Ahora volvamos al Conil de 1974. Borghese, casado con una aristócrata rusa exiliada, llegó aquel verano a La Fontanilla acompañado de una misteriosa dama italiana. Uno de los clientes del cortijo en aquella época, el ingeniero José Ignacio Rosende, contó: “Ese verano andaba por allí, de incógnito y acompañado por una señora estupenda de la RAI, Valerio Borghese, quien me honró con su amistad y su confianza y me contó su historia como Comandante de la Décima Más. Murió allí de repente, dicen que envenenado, justo al día siguiente de que yo le regalase unas mojarras”.
El 8 de diciembre de 1970 un neofascista llamado Stephano della Chiaie había intentado tomar con un grupo de paramilitares el Ministerio del Interior italiano en lo que parecía ser un golpe en toda regla que se había ido fraguando por el movimiento Frente Nacional, que comandaba Borghese. Frente Nacional se encontraba a la derecha de los herederos del partido fascista, el Movimiento Social Italiano, de cuyas filas salió la actual presidenta, Giorgia Meloni. En el último momento, la gente de Borghese, entre ellos muchos militares, dieron marcha atrás, ya que el plan incluía también la toma de la RAI y del ministerio de Defensa. Un artículo publicado en La Vanguardia el 5 de abril de 1987 afirma que durante el golpe “Borghese se encontraba acogido por el barón Von Knoblock, un conocido nazi que tenía una finca en Conil y donde fallecería el ‘Príncipe Negro’ cuatro años más tarde”. También andaba por la zona James Angleton, todavía en la CIA, paranoico, que consideraba a Olof Palme o Billy Brandt agentes del KGB. El amigo íntimo de Borghese, el hombre que le había salvado la vida cuando fue apresado por los partisanos, era firme defensor de un golpe de mano en Italia para salvarla del comunismo.
Borghese murió en un momento muy oportuno. Uno de los capos de la Cosa Nostra, Luciano Liggio. en el macrojuicio contra la mafia del año 88, declaró: “Por medio de Cosa Nostra el príncipe Borghese pretendía obtener un apoyo armado en Sicilia, en el supuesto de que hubiera que recurrir a ello”. También Tomasso Buscetta, el primer gran jefe de la Mafia que rompió la omertá, relató que había viajado a Nueva York con uno de los lugartenientes de Borghese, Guglielmo D’Agostino, para granjearse apoyos. Pero lo que no dijo Buscetta, y lo que el líder democristiano Giulio Andreotti siempre agradeció, era quién estaba detrás de la maquinaria de ese golpe. ¿Era un golpe desde dentro? ¿Existió participación americana? ¿Qué decían los informes de James Angleton?
Tras el fallido golpe del 70, Borghese se exilió. Acudió a su amigo Luis Carrero Blanco, de la Marina, como él, y obtuvo el refugio español. En 1974 mantenía su talante dicharachero y disfrutaba de la buena vida. La provincia de Cádiz, repleta de viejos camaradas, daba para un buen descanso. Pero Borghese sabía mucho, siempre supo demasiado.
Borghese había hecho saber que planeaba regresar a Italia con todos sus secretos. Su inesperada muerte hizo respirar a muchos . Su cuerpo fue llevado de Cádiz a Roma a mediados de septiembre. Y así es como fue enterrado con todos los honores al lado de los seis papas. La semana pasada llegó el séptimo.
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