Revelan el impacto de las cremas solares sobre las praderas marinas de la Bahía de Cádiz
Científicos de la UCA y del ICMAN-CSIC señalan, entre otros efectos, una mayor vulnerabilidad de estas plantas ante los patógenos
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Un reciente estudio ha destapado una conexión inesperada entre el uso masivo de fotoprotectores y el estado de salud de las praderas marinas en el entorno de la Bahía de Cádiz. Los análisis científicos, realizados durante 2024 y publicados en 2025, apuntan a que compuestos comunes en las cremas solares pueden alterar la capacidad de captura de carbono de la Cymodocea nodosa, planta clave para el litoral gaditano.
Se trata del primer trabajo que analiza el impacto de las lociones solares sobre las praderas marinas gaditanas y su microbioma; es decir, la comunidad completa de microorganismos. Simulando en laboratorio las condiciones del medio acuático, los expertos han comprobado que la exposición continuada a estos productos puede afectar tanto a la fisiología de la planta como a las bacterias que viven asociadas a ella, aumentando su vulnerabilidad frente a enfermedades.
El trabajo, liderado por el Instituto Universitario de Investigación Marina (INMAR) en colaboración con el Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN-CSIC) y publicado en la revista Marine Environmental Research, se integra en proyectos punteros como RECOUNT, SERCADY, CREMAR y el nacional iBesblue, bajo el impulso de la Junta de Andalucía, el Ministerio de Ciencia y la colaboración europea.
El hallazgo abre un debate urgente sobre la necesidad de revisar la regulación de los fotoprotectores, así como la responsabilidad medioambiental en zonas costeras con fuerte presión turística. Los investigadores plantean cambios en la formulación de las cremas y llaman la atención sobre el escaso control actual de etiquetas como "reef-safe" o "eco-friendly".
La investigación pone el foco en una actividad humana cotidiana en verano, especialmente en zonas costeras con alta presión turística. "Actualmente, existe un uso generalizado de las cremas solares por la gran concienciación de su utilidad para proteger frente al cáncer de piel, pero quizás deberíamos optar por opciones más naturales, porque pueden tener efectos ambientales significativos", destaca a la Fundación Descubre Juan José Vergara, uno de los autores del estudio.
ACUARIOS CON CONDICIONES MARINAS REALES
El foco del estudio ha sido la Cymodocea nodosa, una planta submarina cuyas praderas forman auténticos refugios naturales y zonas de alimentación para especies comerciales y silvestres, como la dorada, la lubina, camarones y cangrejos. Estas praderas, abundantes en la Bahía de Cádiz, cumplen funciones esenciales: estabilizan sedimentos, contribuyen a la calidad del agua y actúan como sumideros de carbono azul, ayudando a mitigar el calentamiento global. Sin embargo, su proximidad a la superficie marítima las convierte en el primer receptor de productos usados en la actividad recreativa y turística costera.
Para evaluar este impacto, los investigadores diseñaron un experimento en mesocosmos, consistente en un sistema de acuarios para reproducir condiciones ambientales reales en cuanto a luz, temperatura y salinidad. Durante un mes trabajaron con tres grupos de plantas: una sin exposición a cremas que sirvió de control, y otras dos con una concentración media y alta. El objetivo era monitorizar variables como la capacidad fotosintética, la liberación de carbono, la salud del tejido vegetal y la composición del microbioma.
En concreto, emplearon una mezcla de cinco fotoprotectores comerciales, seleccionados entre los más vendidos en Europa, de distintos factores solares y formatos de aplicación. Las concentraciones se fijaron basándose en estudios previos que detectaron niveles similares en playas gaditanas muy frecuentadas, como La Caleta en temporada de verano. "Hay experimentos que trabajan con un producto o solo ciertos componentes o filtros, pero nuestro propósito era simular el escenario más realista posible, donde cada bañista usa una crema diferente", explica Marina Isabel Vilaplana, primera autora del estudio.
PRINCIPALES HALLAZGOS
Los resultados evidenciaron que las plantas sometidas a contacto con cremas solares veían reducida su capacidad fotosintética: consumían más oxígeno del que generaban. Esto implica una modificación del ecosistema marino, que pasa de ser un sumidero de carbono a emitirlo, debilitando una de las principales defensas locales contra el cambio climático.
Además, se registró un incremento notable de la liberación de carbono orgánico disuelto (DOC), sobre todo en horario nocturno, y cambios significativos en la composición bacteriana tras la exposición. En particular, disminuyeron especies de bacterias protectoras y aumentaron microorganismos potencialmente patógenos, lo que podría afectar a la resistencia de la pradera ante enfermedades y a la recuperación de eventos de estrés ambiental.
Por otra parte, se detectaron niveles elevados de necrosis foliar en la Cymodocea nodosa expuesta a dosis más altas. Sorprendentemente, pese a estos efectos negativos, hubo un incremento en la acumulación de almidón en los rizomas submarinos, interpretado por los autores como un mecanismo de resistencia frente a la agresión química mantenida.
El trabajo destaca también una laguna científica y regulatoria en torno a los productos etiquetados como "reef-safe" o ecológicos. A fecha de 2025, no existe una normativa europea que limite los ingredientes perjudiciales para los ambientes marinos, pese a su uso masivo. Algunos países, como Palau y ciertas regiones de Estados Unidos, ya prohíben filtros químicos señalados en estudios científicos, aunque la realidad española y europea sigue siendo permisiva.
Los autores sugieren buscar alternativas basadas en compuestos minerales -como el óxido de zinc o de titanio no nano-, apostar por fórmulas biodegradables y potenciar la divulgación sobre el impacto ambiental de los protectores solares. Así, se podría continuar asegurando la protección cutánea sin poner en riesgo ecosistemas tan sensibles como las praderas gaditanas.
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