Juicio por asesinato e intentos de homicidio

Los peritos afirman que la víctima mortal del crimen de Medina no pudo defenderse

  • Joaquín presentaba una herida transversal debajo del pecho de 26,5 centímetros de longitud y una profundidad de 21 centímetros, según los forenses que realizaron la autopsia

El Perniles, de espaldas, durante la celebración del juicio en la Audiencia.

El Perniles, de espaldas, durante la celebración del juicio en la Audiencia. / Lourdes de Vicente

La práctica de la prueba pericial centró este miércoles la tercera sesión del la vista con jurado que se celebra esta semana en la Audiencia Provincial de Cádiz para juzgar a J.A.G.S., alias El Perniles, acusado de asesinar a un joven de 25 años en Medina tras seccionarle el pecho con un machete de grandes dimensiones e intentar matar a dos de sus amigos con el mismo arma.

Las forenses del Instituto de Medicina Legal (IML) de Cádiz que elaboraron el informe de autopsia del cadáver de Joaquín, la víctima mortal del crimen, explicaron al tribunal popular que el cuerpo del chico presentaba una lesión "tan grave y de tal magnitud en el tórax que era casi mortal". "Si Joaquín no perdió la vida al instante fue porque recibió asistencia médica intensiva y porque era muy joven", apuntaron.

Asimismo, las especialistas precisaron el tamaño de la lesión torácica: una herida transversal debajo del pecho de 26,5 centímetros de longitud y una profundidad de 21 centímetros. "Las posibilidades de supervivencia eran escasas", afirmaron. Según las forenses, Joaquín tenía además seccionado el esternón, varias costillas rotas y una herida en el lóbulo medio del pulmón. "Ante ese cuadro traumático, se barajó la posibilidad de trasladar a la víctima del Clínico de Puerto Real al Hospital Puerta del Mar, pero no dio tiempo", indicaron. 

Las peritos señalaron que la lesión principal de Joaquín era compatible con un golpe frontal realizado de arriba a abajo y de izquierda a derecha con un arma de peso. "No era una herida accidental, para provocarla había que imprimir una fuerza suficiente como para partir un hueso tan ancho como es el esternón". 

Las forenses del IML aseveraron también que el cuerpo de Joaquín no presentaba lesiones defensivas. Esto unido a que el ADN tomado de las uñas de la víctima no se correspondía con el de El Perniles, llevó a las médicos a concluir que la noche del crimen "no hubo forcejeo, ni lucha, ni defensa"

En la tercera sesión del juicio también prestaron declaración dos forenses del Instituto de Medicina Legal que se entrevistaron con el acusado para la elaboración de un informe de imputabilidad. Así, en un peritaje elaborado en marzo de 2018, dos meses después de lo sucedido, los profesionales valoraron que El Perniles "no estaba arrepentido de sus actos, estaba arrepentido de las consecuencias de los mismos". 

Estos forenses expusieron al jurado que, a la fecha de los hechos, el encausado sufría un trastorno de personalidad que se traducía en un comportamiento agresivo y violento. Ese trastorno junto al consumo de sustancias tóxicas provocó que su capacidad de autocontrol disminuyese. 

En este punto, sendos peritos ofrecieron puntos de vistas discrepantes sobre si este cuadro mermaba la capacidad de comprensión de El Perniles. Así, mientras que una forense aseveró que el acusado fue plenamente consciente de lo ocurrido y que en el momento de cometer los hechos sabía discernir entre el bien y el mal, su compañero no descartó la posibilidad de que se produjese en él una alteración cognitiva que afectase a su juicio.

En lo que sí estuvieron de acuerdo los especialistas fue en que El Perniles no padecía ninguna sintomatología de corte psicótico. "No sufría delirios ni alucinaciones. Sin embargo, sí padecía una paranoia persecutoria. Pensaba que alguien tenía algo en su contra y lo perseguía, pero no sabía el motivo. Era una idea no estructurada y sin consistencia. De hecho, cuando hablábamos con él lográbamos convencerlo de que eso no era así, se le apartaba fácil de ese pensamiento".

De otra parte, estos peritos tuvieron acceso al historial toxicológico del procesado, en el que se hacía constar que consumía cocaína desde los 14 años. "El Perniles afirmaba que se metía 30 rayas al día pero eso es humanamente imposible. Hay personas que exageran su adicción a los tóxicos igual que otros la minimizan", subrayaron los forenses a preguntas de la fiscal. En esa documental se reflejaba igualmente que el encausado visitó los Centros de Tratamiento de Adicciones (CTA) de Conil y Jerez, en 2011 y 2017 respectivamente, porque quería rehabilitarse. “Acudió dos veces pero no volvió a ir”, explicaron los médicos, que añadieron que El Perniles intentó suicidarse en dos ocasiones aunque “con previsión de rescate”. “Su verdadera intención era un poco manipuladora. Amenazaba con hacerlo como llamada de atención”, concluyeron. 

Por último, este miércoles testificó el médico que examinó a Abraham, amigo de la víctima mortal que también sufrió las embestidas de El Perniles. El doctor afirmó que Abraham tenía varias heridas defensivas en los brazos. "Los levantó para intentar cubrirse de un golpe que le vino de arriba". Según el médico, "la sección completa de la arteria radial del antebrazo derecho fue la lesión más grave, pues dio lugar una hemorragia difícil de controlar. Si no hubiese sido asistido, habría existido riesgo vital". 

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