La palabra, una herramienta para encontrar la paz

Situaciones extremas, como la vivida en París hace poco más de una semana, pueden provocar reacciones en los menores que necesitan respuestas

El CEIP Reyes Católicos, centro bilingüe en francés en Cádiz, recuerda a las víctimas del atentado con un crespón negro.
El CEIP Reyes Católicos, centro bilingüe en francés en Cádiz, recuerda a las víctimas del atentado con un crespón negro.
Julia Alarcón Cádiz

23 de noviembre 2015 - 05:01

Con tres años recién cumplidos, mi hijo deja de pintarrajear su enésimo bloc de dibujo cuando se percata de que mi mirada está clavada en la pantalla del televisor. Observa casi sin pestañear -al igual que yo- imágenes en las que aparecen flores, velas y gente llorando. El pueblo de París muestra su duelo por los fallecidos en el fatal atentado. Pero él no lo entiende así. ¿Por qué lloran mamá si hay velas como en los cumpleaños?, me pregunta intrigado. Inocencia pura. Porque no es una fiesta, mi amor, no hay nada que celebrar.

Y resulta que esto sucede la misma mañana que en su colegio, el CEIP Reyes Católicos de la capital gaditana, deciden homenajear a las víctimas de la catástrofe con un minuto de silencio en el patio del centro (celebrado con riguroso respeto por parte de todo el alumnado de Infantil y Primaria), además de con la colocación del lema y la bandera del país galo en la puerta de entrada.

Situaciones como la vivida en París hace poco más de una semana puede llevar a los menores a plantearse cuestiones que no son fáciles de responder por parte de padres y educadores. De ahí que pretendamos arrojar en estas líneas algunas pautas -de la mano de expertos- para saber abordar momentos críticos y especialmente delicados en la infancia.

La ayuda que se brinde al menor en estos casos debe estar presidida por un principio básico: cada niño -como cada adulto- es un individuo con características peculiares. Es un hecho probado que un mismo acontecimiento estresante puede ser vivido por varias personas de forma muy diferente. Así que el apoyo que se preste deberá adaptarse a las cualidades de cada niño.

Respecto al papel que deben desempeñar los padres, tutores o educadores, Javier Reyes Sánchez, psicólogo y presidente de la Asociación por el Desarrollo y el Bienestar Socioemocional de la Familia, explica que "los adultos somos las figuras referentes de los menores, por lo tanto, ellos generan su contexto de seguridad a través de la información que perciben de nuestras distintas conductas y emociones". Por eso, frente a estas situaciones dramáticas "es importante transmitir calma y control en nuestro día a día, actuando con normalidad y evitando alterar los hábitos familiares y menos aún los de los menores".

Lo que debemos (y no debemos) explicar a los pequeños de la casa ante un ataque terrorista como el de París o una catástrofe en cualquier parte del mundo, "está condicionado por tres aspectos importantes", asegura el especialista. "En primer lugar, hay que tener en cuenta la edad del menor y emplear -en caso de tener que hablar sobre el suceso- una información y un lenguaje apropiados al entendimiento en dicha edad".

En segundo lugar, "averiguar si es real el interés mostrado por el niño ante lo sucedido, ya que en numerosas ocasiones resulta que es el adulto el que piensa que el menor tiene la necesidad de saber lo que ocurre y su porqué, cuando no es así, mostrándose el adulto más preocupado por contarle los hechos que el propio menor", plantea Reyes. "En los más pequeños no hay por qué dar ninguna explicación especial si no la pide. Si no tienen fantasmas a su alrededor, no hay necesidad de compartir con ellos los nuestros".

Y en los más mayores -y aquí se trata el tercer punto-, es conveniente "interesarnos en conocer lo que realmente quieren saber, facilitando respuestas proporcionales a sus demandas e inquietudes", concluye el experto.

Por su parte, Félix González, responsable del Equipo de Respuesta Inmediata ante Emergencias (en su área psicosocial) de Cruz Roja, considera relevante mantener "una comunicación fluida" con el niño cuando se planteen situaciones extremas. "La persona más cercana al menor, normalmente el padre o la madre, debe facilitar el canal de información ante posibles interrogantes; no puede tener miedo a las preguntas del menor".

González insiste también en una idea: "Intentar normalizar lo sucedido dentro de lo posible", y ello sin perder de vista la importancia de "proteger, que no sobreproteger" al niño. "Nunca hay que mentirle, porque así le podemos hacer más daño. Hay que hacerlo partícipe del duelo en función de su desarrollo evolutivo y emocional, ya que, aunque sea pequeño, percibe la realidad que le rodea".

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