El Bajo Guadalquivir atrae los focos del mercado negro armamentístico
El último tiroteo en Isla Mayor y la operación en Sanlúcar donde se incautaron varias armas de guerra ponen de manifiesto que la violencia de los clanes del narcotráfico sigue creciendo en la provincia
La Guardia Civil desarticula una guardería de hachís en Sanlúcar: incautados 1.400 kilos de droga y tres fusiles de asalto con munición
Ante la potencia de fuego de las armas de guerra de los narcos los chalecos antibalas de las Fuerzas de Seguridad del Estado oponen, más o menos, la resistencia del algodón de azúcar. Por eso, cuando un fusil comienza a repiquetear con la insistencia de unas campanas que llaman a misa conviene echar cuerpo a tierra y encomendarse a la providencia, a la suerte o a la mala puntería del tipo que aprieta el gatillo.
El último tiroteo ocurrido en Isla Mayor, en pleno corazón del Guadalquivir más sevillano, dejó un policía herido grave tras ser alcanzado en la ingle por una de las balas que escupió con furia un AK-47. Una semana antes, la Guardia Civil detuvo en Sanlúcar a unos traficantes que tenían un arsenal donde, además del clásico kalashnikov AK-47, que no puede faltar en ningún sarao, encontraron un AK chino y un CZ Bren 805 de fabricación checa utilizado actualmente en la Guerra de Ucrania. El hallazgo confirma lo que ya este diario publicó en junio de 2024, que el Bajo Guadalquivir se está convirtiendo en zona muy caliente para el mercado negro armamentístico y que algunas armas que la OTAN está enviando a los ucranianos acaban llegando a manos de organizaciones criminales asentadas en la Costa del Sol, el Campo de Gibraltar y el Guadalquivir.
Desde hace años, Interior admite que la presión policial en el Campo de Gibraltar empujó a los narcos hacia otros espacios. Y el Guadalquivir, con sus orillas abiertas, sus caños kilométricos y su discreción casi rural, fue el paso natural. Lo han dicho varios informes, lo reconocen mandos en privado y lo confirma, sobre todo, la estadística. El año pasado, las Fuerzas de Seguridad incautaron en España alrededor de 8.000 armas de fuego ilegales, unas 400 de categoría militar. Dentro del Plan Especial del Campo de Gibraltar, que operativamente alcanza la zona de Bonanza y el inicio del estuario, se intervinieron 651 armas solo en 2024, un 43% más que el año anterior. No son cifras abstractas: son pistolas cortas, fusiles reconvertidos, escopetas recortadas en talleres improvisados, piezas compradas en Europa del Este por Telegram y recogidas por mulas a las que nadie mira dos veces.
El aumento de armas de guerra entre los narcos no es nuevo, pero hay operaciones más escandalosas, como la que tuvo lugar en enero de este año, explotada de forma conjunta por la Policía y la Guardia Civil y en la que se interceptó 2.883 kilos de cocaína —casi tres toneladas— en una red que operaba entre Sanlúcar, Trebujena, Lebrija y Sevilla. Junto a la droga, los agentes encontraron cuatro fusiles AK-47 (Kalashnikov) y un remolque para lanzar una narcolancha por rampas secundarias del río. Un AK-47 es una declaración de intenciones. Cuatro es un grito que resuena en la noche.
Los clanes no poseen arsenales inmensos, van a lo básico para asegurar su seguridad. Son armas funcionales: una guardería de droga en medio de la marisma no requiere cien hombres armados; con tres bien equipados y sabiendo que nadie quiere discutir sobre quien dispara primero les sobra y les basta. No se puede olvidar que muchos clanes tienen terror a los vuelcos entre bandas y que muchos de estos se producen con narcos disfrazados de agentes. Así que la norma es clara:primero dispara y después pregunta.
La geografía les ayuda. La desembocadura del Guadalquivir en Bonanza tiene rincones donde el río parece dormir. Hay espigones viejos, patios traseros que miran al agua, pequeños astilleros que vieron mejores tiempos. La lancha entra de madrugada, descarga rápido y vuelve a desaparecer entre los bajos. Luego, la mercancía asciende por caminos agrícolas, por cortijos, por naves que nadie controla demasiado porque es imposible de controlar. El río como pasillo. La marisma como almacén. La carretera comarcal como vía discreta. Sevilla como nodo logístico y financiero.
El trasunto de la historia responde a un modelo bien aprendido: si el Estrecho se llena de focos, hay que buscar el contraluz. Si el puerto de Algeciras está blindado, se mueve la mercancía por donde no se mira. El Guadalquivir, que siempre ha sido un río luminoso, ahora baja cargado de sombras.
Y mientras tanto, EEUU atacando narcolanchas
Mientras que la guerra contra el narcotráfico cada vez es más violenta en las costas españolas, en el Caribe el espiral bélico ha ascendido a cotas inimaginables. Se han sucedido los ataques con misiles a las narcolanchas que intentan alcanzar las costas de EEUU desde Venezuela o Colombia y el presidente Trump ya ha anunciado que esa será la tónica a partir de ahora. Es decir, acabar con la vida de los presuntos narcotraficantes sin juicio previo. Habrá que estar atentos a cómo afecta al tráfico de cocaína hacia Europa que las costas norteamericanas estén cada vez más vigiladas. Países como Bélgica han incrementado los controles en sus puertos para parar la droga.
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