Ecologistas en Acción señala las diez playas de Cádiz que no deberían tener Bandera Azul
Varios de los tramos galardonados presentan problemas con la depuración de aguas residuales o el descontrol urbanístico
Sotogrande se suma este año al listado de Banderas Azules en Cádiz

Como todos los años, Ecologistas en Acción quiere hacer llegar que las distinciones de Banderas Azules "hace tiempo que no tienen ningún aval técnico, ni científico, ni administrativo de la UE; y son promovidas por un conjunto de asociaciones privadas ligadas a las empresas turísticas, aunque cuenten con la complicidad de gobiernos autonómicos y locales".
Las analíticas de la Consejería de Salud en las que se basan los galardones, indican los ecologistas, "solo identifican microorganismos fecales y aspecto visual, sin caracterizar otras sustancias peligrosas como hidrocarburos y metales pesados"; mientras que los parámetros utilizados tampoco tienen en cuenta "el impacto del cambio climático y su efecto erosivo en las playas".
Este año, un total de 31 playas del litoral gaditano lucirán el galardón, habiéndose incorporado a la lista la playa de Sotogrande, en San Roque. De estas, según el criterio de Ecologistas en Acción, al menos una decena no deberían haberse incluido en la selección.
PLAYAS CON PROBLEMAS QUE OSTENTAN BANDERA AZUL
- La Costilla, en Rota, sufre vertidos puntuales, y sobre todo en la playa de Rompidillo-Chorrillo. La playa del Puntalillo alberga chiringuitos playeros en el mismo cordón dunar, una playa que debe ser natural en vez de urbana.
- Fuentebravía, en El Puerto de Santa María, por haber construido edificaciones en la misma playa y tener que alimentarse de arena de forma artificial. Esta playa estuvo cerrada hace cinco años por contaminación de aguas fecales.
- Cortadura, en Cádiz (no sabemos por qué le acompaña el nombre de Poniente), por sufrir un Eurovelo desde El Chato hasta Torregorda que sepulta el sistema dunar, innecesario y con aterramientos constantes.
- Santa María del Mar, también en Cádiz, sufre desde hace años el impacto de un emisario de aguas pluviales mal ejecutado y en permanente erosión; seguimos esperando que la Junta de Andalucía ejecute las obras necesarias para la reparación del colector.
- La Barrosa, en Chiclana, por el desparrame urbanístico que arrastra este municipio, con la saturación de una playa que ha sobrepasado su capacidad de carga.
- Roche, en Conil, con una depuradora privada solo con tratamiento primario, sin licencia de vertido y con un emisario submarino sin la longitud preceptiva; una situación crónica, sin visos de solución por parte del Ayuntamiento ni de la Junta de Andalucía.
- El Palmar, en Vejer, atestado de urbanizaciones ilegales, 2.500 viviendas irregulares o ilegales y total ausencia de depuración de aguas de las viviendas ilegales.
- Zahara de los Atunes, en Barbate, con un proyecto urbanístico, Sierrezuela Playa, recalificando 262.463 m² (casi la misma extensión que el pueblo actual) en la parte derecha de la desembocadura del Río Cachón. Este proyecto pretende construir 107 viviendas o apartamentos turísticos de lujo en terrenos rústicos clasificados como suelo no urbanizable de carácter natural. Además, la Junta prohibió el baño en la playa en julio pasado por vertidos residuales de la EDAR de Atlanterra en 50 metros a cada lado del vertido.
- Getares, en Algeciras, porque sufre una crónica pérdida de arena, siendo realimentada artificialmente, además de sufrir vertidos cuando los bombeos no funcionan. Recurrentemente se ve inundada por mareas de algas invasoras que impiden el baño y el disfrute tranquilo en la arena.
- Las playas de San Roque, Alcaidesa-El Faro y Cala Sardina, con valores ecológicos notables, están siendo invadidas por aparcamientos y chiringuitos, desnaturalizándolas sin remedio.
Para Ecologistas en Acción, las Banderas Azules se miden según meros aspectos turísticos, y sus inspecciones medioambientales no son "rigurosas". Estos galardones insisten, "solo indican la existencia de servicios para los bañistas, pero no reconocen una verdadera gestión ambiental y conservación de estos frágiles sistemas costeros. Este tipo de premios no deben exhibirse como ecoetiquetas, sino como meros distintivos de calidad de servicios ofrecidos a los bañistas en playas artificiales y urbanas, que últimamente se extienden a puertos deportivos y embarcaciones turísticas".
Así, la plataforma ecologista piden a los municipios litorales que "no pierdan tiempo ni dinero persiguiendo estos falsos galardones y se afanen en hacer frente a los dos máximos desafíos para nuestras playas: ofrecer soluciones a la subida del nivel del mar y demás consecuencias indeseables del cambio climático, y depurar íntegramente todas las aguas residuales que van a parar al mar".
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