Los Caños de Meca se queda de piedra

El último tren de borrascas ha convertido la playa de El Pirata en un rocódromo por el que resulta imposible transitar

El Gobierno declara obras de emergencia en las playas de Cádiz por los últimos temporales

Vista de la playa de El Pirata, con la Mecarola al fondo, en la mañana de ayer.
Vista de la playa de El Pirata, con la Mecarola al fondo, en la mañana de ayer. / Julio González
Pedro M. Espinosa

Barbate, 03 de junio 2025 - 06:00

El mar se ha tragado la playa de Los Caños de Meca. Con artículo delante: Los Caños. Osea, ese lugar casi místico al que algunos madriles se refieren como Caños de Meca (sin artículo) para cabreo de gaditanos que se bebieron la Mecarola en vaso largo.

Pues allí, por donde se desparrama la escalera de la discoteca, que aún conserva su esqueleto blanquecino como la Estatua de la Libertad en El Planeta de los Simios y espera a su Charlton Heston para que se postre de rodillas y maldiga a la raza humana por su brutalidad, la playa ha desaparecido. Chas. De repente. Bueno, casi. Porque cuando la mar tiene hambre es capaz de tragarse al arenal más pintado. No digamos ya el de una playa golpeada repetidamente por temporales atlánticos muy cerquita de donde al almirante Nelson le dieron matarile. Ayer mismo las olas seguían batiendo con fuerza en su orilla y dejaban un panorama que perfectamente podría inspirar un cuplé de ‘Los Borrachos’. ¿Quién va arreglá esto diosmiodemiarma?

La imagen que ofrecía la conocida como playa de El Pirata, por estar situada justo bajo ese hermoso restaurante al que le gusta disfrazarse de Santorini, era desalentadora. Rocas saliendo de la arena como estalagmitas gigantes, accesos cortados, arribazones de algas invasoras haciendo lo que mejor saben, invadir, y miles de guijarros hasta donde se perdía la vista.

La arena ha desaparecido tras los temporales y destrozado los accesos.
La arena ha desaparecido tras los temporales y destrozado los accesos. / Julio González

Por más que la Subdelegación de Gobierno anunciase hace semanas una inversión de más de cuatro millones de euros para realizar obras de emergencias en las playas gaditanas más castigadas tras el último tren de borrascas, lo cierto es que mucha arena deberán reponer en Los Caños para que recuerde a la playa que fue en su día, un paraíso por donde caía el agua que se filtraba por sus acantilados hasta derramarse en forma de una lluvia fina que acabó por darle nombre.

Ayer había maquinaria pesada trabajando en la zona. Algún acceso con el que nos topamos incluso tenía una cinta prohibiendo el paso, como si se hubiera cometido un crimen y el cuerpo aún estuviera tirado en la arena. Y es que, verdaderamente, es un crimen lo que ha pasado con una de las playas más coquetas de la provincia de Cádiz.

Tampoco es que el resto de la pedanía barbateña ofrezca mucho mejor aspecto. Los contenedores de basura tienen más solera que un buen amontillado de Jerez, las bolsas se amontonan en su interior dando a entender que la recogida no es ni mucho menos diaria, hay complejos de apartamentos que podrían servir de plató para rodar una serie apocalíptica... Y luego está el olor. Porque abajo, en la playa, un gran pez, no sabemos si es un atún pero se le parece, se descompone junto a algas que nos obligan a taparnos la nariz. Es un espectáculo indigno y no estaría de más que las administraciones actúen. Porque en Los Caños de Meca vive gente todo el año. Mucho del ocio que le dio su fama se ha trasladado a El Palmar, pero aún podría conservar ese aire gamberro que la convirtió en la más bonita del baile. Claro que para eso necesita un buen lifting facial. Empezando por arena para su playa.

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