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Seguridad | la especialidad nació en 1991 y ahora cubre todo el litoral español
El Servicio Marítimo de la Guardia Civil estrenó el pasado mes de marzo sus nuevas instalaciones en la capital gaditana. Situadas en el recinto interior de Zona Franca, los agentes que quieren acceder a la especialidad y los que ya la integran pero deben realizar los obligados cursos de reciclaje y actualización de las capacidades, pasan por una escuela cuyo nombre oficial es Área de Formación y Doctrina del Servicio Marítimo de la Guardia Civil, un centro que viene a reforzar la ya elevada especialización de los agentes de un servicio que es referente a nivel nacional e internacional.
Esta semana, aprovechando el descanso estival y que algunos cursos se siguen impartiendo on line, Diario de Cádiz visitó el centro y habló con su director, el teniente coronel Luis Carlos Guijo, quien no sólo abordó el pasado y futuro del Servicio Marítimo, sino también sus orígenes, que se remontan a décadas atrás.
De entrada hay que decir que la provincia gaditana es la única que cuenta con dos Servicios Marítimos: uno dependiente de la Comandancia de Cádiz y otro de Algeciras, este último el más grande de cuantos operan en España, cuya labor es clave para luchar contra los clanes del narcotráfico que operan en el Estrecho o las mafias de la inmigración.
"Los integrantes de esta especialidad tienen que pasar un curso de reciclaje cada cinco años", explica el teniente coronel Guijo. "Se llama revalidación de las competencias. Todo el servicio, cerca de 1.300 hombres, tiene que pasar por este centro antes de cinco años. El curso dura una semana, pero si no lo hacen causan baja en el servicio".
Esos cursos se convocan para 250 personas, y la idea de la dirección del centro es que en este próximo lustro dé tiempo a que vayan realizándolo antes de volver a empezar una maquinaria de puesta a punto de la plantilla que nunca se detiene.
Pero antes de todo, para acceder al Servicio Marítimo hay que tener unas capacidades especiales dentro de la Benemérita.
Al salir de la Academia se puede solicitar el curso de patrón o mecánico del Marítimo. Si es para patrón sólo puede accederse con un empleo de cabo, suboficial u oficial; para mecánico, basta con el de guardia, aunque se puede ascender hasta sargento. “Para acceder al curso –explica Guijo– sacamos una convocatoria que se hace pública para que todo el mundo tenga opciones de solicitarla. Este año hemos dado 40 plazas de patrón. Es un curso muy demandado en la Guardia Civil”.
Para la selección, realizan el examen el triple de candidatos que vacantes hay. “En la última fueron 121, para 40 vacantes. Acceden por méritos, se puntúa un test psicotécnico, hay pruebas físicas, pero también los méritos, si eres doctor, licenciado, si tienes un máster, nos llegan muchos ingenieros, gente con carreras. El idioma es otro aspecto que se valora mucho, el que no tenga idiomas ni titulaciones superiores difícilmente va a poder acceder al Servicio Marítimo, porque no le va a dar el baremo. Es muy demandado y la competencia es grande. El que no tenga titulaciones no accede”, dice.
Los que llegan hasta la escuela gaditana se preparan con un examen previo para comprobar sus conocimientos. La mayoría ya vienen muy preparados, casi se podrían presentar al examen de patrón de yates, sobre todo en lo que se refiere al inglés marítimo o la náutica. “El examen de patrón para nosotros, con la carta náutica, es más complicado, no lo hacemos con problemas porque se tarda mucho en corregir, quitamos esa parte, no hacen problemas sobre una misma carta náutica, pero todo lo demás sí”, apunta.
En la escuela, donde luce varada en tierra una patrullera exactamente igual a la que se van a encontrar en el mar, les enseñan todos los elementos del barco para que se vayan familiarizando. “La patrullera está perfecta para navegar, con sus motores incluidos. Las dos últimas semanas son más operativas, de manejo, ya no sólo enfocado a la navegación, sino a enseñar como hacer una inspección de pesca a un barco de recreo, por ejemplo, se tienen que acostumbrar al mar, o a bajar la embarcación auxiliar, que es una maniobra que hay que practicar mucho. También cómo reaccionar ante un incendio en un barco, que es el mayor miedo al que se puede enfrentar un marino. Ante una vía de agua, normalmente, tienes tiempo para prepararte, pero un fuego importante que se declara de repente puede ser fatal”, cuenta Guijo.
La Guardia Civil cuenta con cuatro buques de altura. “Aquí tenemos barcos de 36 metros, con tecnología muy diferente, los hay de propulsión híbrida. Yo soy patrón y llevo los buques oceánicos, pero es muy diferente ya ese barco a otro”, reconoce el teniente coronel. La formación para poder hacerse con ese navío dura tres semanas.
Antes de llegar a su actual ubicación el servicio tuvo su escuela en la antigua sede de Capitanía Marítima de El Puerto de Santa María, aunque las instalaciones se le quedaron pequeñas. “Nos dio para meter 16 pupitres con 16 sillas para los cursos. Ahora en el edificio nuevo las posibilidades van mucho más allá. Podemos crear grupos de trabajo. Los países están demandando formación marítima y patrullas conjuntas, y la Guardia Civil es un espejo donde cualquier policía extranjera quiere fijarse. Hace meses estuvimos en Dubai dando cursos, los hemos dado también en África, aquí nos van a visitar mauritanos o marroquíes… empezamos en octubre próximo, además iremos a Guinea y tenemos una sede permanente en Senegal”, informa Guijo.
El Servicio Marítimo es una de las más modernas especialidades del Instituto Armado. De hecho no entró en funcionamiento hasta 1991, aunque su historia se remonta a una década atrás.
En los años 80, en la transición, se produjo una reforma de todas las administraciones que también afectó al mar. Antes era la Armada quien se encargaba de la vigilancia, pero la Marina no está para tramitar el despacho de un buque de pesca, sino para garantizar la seguridad nacional. Por ello, cuenta el teniente coronel Guijo, “se creó una comisión con 12 ministerios implicados y se diseñó un grupo de trabajo dónde se decidió la gestión de puertos y quién iba a perseguir los delitos en el mar”.
Defensa propuso que fuera la misma Armada quien se hiciera cargo de esa vigilancia, aunque ningún país lo tenía así. Sáenz de Santamaría, entonces director de la Guardia Civil, y José Barrionuevo, ministro de Interior, pidieron que fuera la Guardia Civil quien asumiera la tarea, y recordaron que ya en los años 40, cuando el cuerpo de Carabineros se refundió y se unió a la Benemérita, toda la costa y servicio fiscal dependía de sus competencias.
“En 1942 ya tenía barcos propios para la vigilancia de puertos. Eran guardias civiles con gorra de plato y que vestían de azul. Ya teníamos una base. El resto de ministerios propusieron crear un cuerpo de guardacostas en principio de carácter civil, algo parecido a lo que tienen americanos o italianos. Pero llegó Barrionuevo, que estaba haciendo la reforma de toda la administración policial, y dijo que lo ideal es que fuera la Guardia Civil quien se hiciera cargo”, recuerda Guijo.
Entonces surgió una duda. ¿Cogemos marinos y los convertimos en guardias o cogemos guardias y los convertimos en marinos? “La Armada dijo que pilotaba los barcos y nosotros íbamos como policías del mar. Pero la Guardia Civil dijo que no, que quien entra en el cuerpo lo hace por vocación de servicio y que había que hacer marineros a los guardias civiles. Y el Gobierno apoyó esa propuesta. En el 91 se hizo el primer curso de patrón, mecánico y marinero, en El Ferrol, en la Escuela de la Armada. Se entregaron las primeras patrulleras y se crearon cinco servicios marítimos provinciales, Coruña, Cartagena, Santander, Barcelona y Algeciras.
La celebración de la Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992 aceleró la puesta en marcha del servicio, que comenzó a funcionar en 1991. En el 93, ya participa en embargo del Danubio, su primera misión internacional.
Actualmente el Servicio Marítimo cubre toda la franja del litoral español. Aunque el proceso de adaptación no fue fácil. Los primeros buques, de la Armada, podían navegar bien, pero no estaban preparados para perseguir, que era lo que hacían los guardias civiles, así que hubo que ir adaptándolos hasta los que conocemos hoy día, cuando se les puede ver por Cádiz, a cualquier hora del día o de la noche, haciendo cumplir la Ley también en el mar.
El Estrecho de Gibraltar es la frontera natural entre Europa y África. Históricamente, el contrabando ha estado a la orden del día. Primero era tabaco ilegal el que se intentaba meter desde Gibraltar hasta España, pero posteriormente, una vez que la colonia británica prohibió las lanchas Phantom, se pasaron al hachís. Es habitual ver a patrulleras del Servicio Marítimo de la Guardia Civil persiguiendo a narcotraficantes por toda la costa gaditana, desde la desembocadura del río Guadalquivir hasta el Guadiaro, desde las playas de La Janda hasta la Bahía de Cádiz. Es una lucha a veces desigual, porque las potentes planeadoras de los narcos están equipadas con tres motores fueraborda de más de 100 caballos de potencia, pero la habilidad de los agentes del Marítimo consigue arrinconarlos muchas veces. En ocasiones, en ese juego eterno entre el gato y el ratón, son ellos quienes salen perdiendo y ven como sus embarcaciones quedan varadas en los márgenes de ríos por dónde los delincuentes se escabullen, pero al final siempre hay otra oportunidad para atraparlos.
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