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El año político ha comenzado indudablemente marcado por la reforma fiscal aprobada por el Gobierno para engordar las depauperadas arcas públicas. El IVA general subirá dos puntos (18%) a partir de julio de 2010, el reducido uno (del 7 al 8%) y el impuesto sobre las rentas del capital (acciones y depósitos, entre otros) pasará del 18% al 19% a partir de enero.
También se introducirán cambios en otros tributos importantes, como el IRPF y el de Sociedades. Respecto al primero, este año los contribuyentes no tendrán la deducción de 400 euros aplicada en el segundo semestre de 2008. Nació como estímulo del consumo y sólo ha tenido un año de vigencia. En el impuesto de Sociedades habrá un descuento de cinco puntos (20%) para las pymes con facturación de hasta cinco millones y menos de 25 trabajadores que mantengan la plantilla. Estas subidas fiscales se unen a las aprobadas antes del verano sobre el tabaco (19 céntimos más en la cajetilla más vendida en España) y los carburantes (2,9 céntimos más por litro).
El margen para ejecutar estas subidas puede considerarse amplio porque España tenía hasta el año pasado una presión fiscal moderada en comparación con la media europea. Según un reciente informe de Eurostat, la oficina estadística de la UE, los ingresos tributarios suponían un 37,1% del Producto Interior Bruto (PIB), mientras que el promedio de los 27 países es de un 39,8%. Dinamarca y Suecia están a la cabeza, con contribuciones cercanas al 50%, y en la cola, Eslovaquia y Rumanía, que no llegan al 30%.
En el análisis individual de cada tributo, destaca la posición española en la comparativa del impuesto sobre el consumo (IVA en nuestro país), porque hasta ahora era el segundo más bajo de la UE, sólo precedido por Grecia. De hecho, la recaudación de este tributo lleva estancada toda la década entre el 15,5% y el 16%.
También el IRPF es bastante moderado, un 31,6% de media (cinco puntos inferior al de la UE), pero salen perdiendo las rentas altas (tipo del 43%) como las de capital porque están entre las diez más altas. La misma comparativa desfavorable se da en el impuesto de Sociedades (30%). Es el quinto mayor, aunque la presión fiscal real es más baja gracias a las exenciones y bonificaciones que se aplican.
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