medio ambiente
  • Este verano es un adelanto de lo anunciado, con olas de calor más intensas y extensas, reservas de agua bajo mínimos e incendios descontrolados

Crisis climática: la rana y el baño de agua caliente

Unos turistas se refrescan en la plaza de San Juan de Dios en Cádiz. Unos turistas se refrescan en la plaza de San Juan de Dios en Cádiz.

Unos turistas se refrescan en la plaza de San Juan de Dios en Cádiz. / Germán Mesa

Escrito por

· Pilar Vera

Redactora

Siempre ha hecho calor en verano. Lo propio del clima es que cambie, ¿no? Aquí siempre ha habido sequías. Las políticas frente al cambio climático lo único que pretenden es que vivamos peor para que unos pocos vivan mejor. Ponen los mapas en rojo para crear pánico. No será tan urgente, si a partir de la guerra de Ucrania hemos empezado a reabrir térmicas.

Todos lo hemos escuchado, ¿cierto?

En Cádiz, según aportan los gráficos de la AEMET, la primera ola calor de este verano, la de junio, nos dejó con mínimas de hasta cinco grados por encima de la media habitual entre los días 7 y 13 de ese mes. A esa escala subieron también las mínimas en la segunda ola de calor de este año, del 7 a 15 de julio, y apenas tocaron la media para volver a ascender otros cinco grados hacia el 25 de este mes. Pero aún más subió el registró de máximas, que tocó techo en ocho grados por encima de lo habitual en la ola de junio, se mantuvo ahí unos cuantos días del 7 al 13 de julio y recuperó brevemente el sentido, sólo para ascender con más fuerza, en la segunda ola de julio, en la que llegamos a tocar doce grados por encima de la media.

Registros similares muestra el termómetro del aeropuerto de Jerez –con un pico de hasta siete grados por encima de la mínima base en las primeras olas de junio y julio, y de diez sobre las máximas en la ola de junio; doce en la primera ola de julio, y diez, rozando los 45 grados, en la segunda de julio–; y Rota, que ha visto saltar sus mínimas en diez y doce grados sobre la media, y en diez grados sobre sus máximas en todas las olas de calor de este verano, llegando a los 45 grados el 25 de julio. La estación de Tarifa es la que arroja unos datos más amables, con picos de temperaturas que han llegado a descender de la media histórica y una máximas que alcanzaron su tope en cinco grados por encima de lo habitual en la ola de calor de junio y en la segunda de julio.

La segunda ola de calor del verano (si aceptamos el breve lapso entre olas de julio) ha resultado ser la tercera en intensidad y extensión desde que existen registros históricos.

Nada de esto, de forma aislada, es en sí significativo: lo preocupante no es sólo la radicalidad, los extremos de las temperaturas, sino el continuo en el que parecen haberse convocado este año. Un verano que se suma a la escala de los más intensos, muchos de los cuales están en el siglo XXI.

“Pues claro que en verano hace calor, y que si buscas un absoluto, seguro que encuentras alguno antes. Pero aquí lo que importa es la tendencia”, subraya Ignacio Moreno, desde el ICMAN- CSIC en Puerto Real.

En lo que llevamos de verano, en la provincia se han visto picos de diez grados por encima de la media de máximas

“Lo que no puede ser –continúa– es que se escuchen voces como la de Esperanza Aguirre, que decía que bueno, que todo era relativo, porque antes los científicos decían que el mundo se iba a helar, y ahora no”. La ciencia sigue diciendo, por cierto, que el mundo se va helar, porque el planeta ha alternado periodos glaciares interglaciares. Ya hay más dudas sobre si los humanos, o nuestros ectoplasmas holográficos, lo veremos o no. “Y siempre ha habido cambio climático –prosigue Ignacio Moreno–, pero no a la velocidad de los últimos 200 años. En cualquier caso, puedes partir de dos hipótesis: que es antropogénico o que no lo es. Pues quitar el CO2 no va a ser tan grave, no te va a hacer daño”.

El científico recuerda las Cinco Leyes de la Estupidez de Carlo Maria Cipolla, entre ellas, que todo el mundo infravalora el número de estúpidos en circulación o la principal: que un estúpido es una persona que ocasiona daños a sí mismo o a un grupo sin que él mismo se lleva nada a cambio.

La única conclusión posible ante este empecinamiento frente a las tablas es que la rana está muy a gusto en el baño de agua caliente, mientras el punto de ebullición continúa imparable: “Nos vamos acostumbrando –comenta desde Ecologistas en Acción Daniel López Marijuán –. En un escenario como el que estamos viviendo, no hay manera de boquear si no es con el aire acondicionado. Y pagando un pastón. Como ya ha recordado Fernando Valladares, las olas de calor van a ser, están siendo, más intensas, más prolongadas, más agresivas”.

Junto al aumento de temperaturas, está también el asunto del agua. La semana pasada, el porcentaje de agua disponible estaba en el tramo más bajo (10 por ciento) en la mayor parte del territorio español, provincia de Cádiz incluida, con excepciones en Grazalema y Los Alcornocales. Las lluvias de la pasada primavera salvaron al Campo de Gibraltar las restricciones, pero a fecha de ayer, los pantanos de la provincia no llegaban al 30% de su capacidad (29.97%). 

A nivel local, el efecto del clima en las cosechas se ha dejado sentir ya en el Marco de Jerez, que lleva años adelantando progresivamente la vendimia, y que este año ha empezado recién terminado julio. 

Por no hablar de los incendios, que han dejado al país ardiendo por los cuatro costados en el mes de julio cuando, en general, los fuegos más voraces tienen lugar a finales de verano: “Al respecto, culpar a los ecologistas de que no dejan limpiar bien el monte, cuando siempre hemos estado a favor de actuaciones que conjuguen la conservación con la explotación y el uso sostenible de los recursos –dice Daniel López–. La polémica es una polémica falsa, los científicos y expertos forestales ya saben de sobra qué es lo que hay que hacer. Infoca es muy bueno combatiendo el fuego, pero habría, por ejemplo, que actualizar el plan forestal andaluz, que lleva treinta años metido en un cajón; aumentar las ayudas al pastoreo y no es un detalle sin importancia la climática adversa, con los fuegos de última generación”.

A fecha de ayer, los pantanos gaditanos no llegaban al 30% de su capacidad

Porque el fuego no suele iniciarlo en sí el aumento descontrolado de temperaturas: lo inicia el hombre. El calor intenso y continuado, el estrés hídrico y la mala conservación hacen que luego los incendios sean ingobernables.

Más que los negacionistas, Daniel López teme el pasotismo, “a aquellos que sí reconocen el cambio climático pero no tienen una postura consecuente desde la política. No puede ser que crees una Consejería de Medio Ambiente y Economía Azul pero, en la práctica, caigas en la demagogia con planes a largo plazo y vaguedades frente a la urgencia climática”.

Ignacio Moreno se ha especializado en el estudio de microalgas. Alerta de que, si la subida de temperatura a nivel atmósfera nos parece un horror, en el océano está siendo una sangría: “La tierra, como todo lo sólido, se enfría y calienta muy rápido –explica–. Pero, si calientas agua, dentro de media hora seguirá estando caliente. De aquí a fin de siglo, según lo vemos, la media de la temperatura del océano puede subir tres grados. Los cambios de temperatura provocan también cambios en los patrones de las corrientes: los giros no cambian cuando deberían, no entra la humedad”. En el caso de Mediterráneo, que está viviendo un verano de hervor, el escenario podría afectar al que ha sido flujo normal de entrada y salida de agua en el Estrecho.

En la tierra, es obvio, subirá la franja desértica. Pero en el mar ya hay “floraciones de microalgas a 1.500 km al norte de donde estaban. Esto implica que muchas especies invasoras, que antes estaban controladas en su medio por depredadores naturales, ahora aquí se ponen las botas, en un ambiente que les permite sobrevivir sin amenazas”. Ejemplos, el famoso cangrejo azul, cuya única oportunidad de, digamos, control poblacional está en otra especie que se ha mostrado especialmente fagocitadora: nosotros.

Otro ejemplo que es el pasmo del mundo, para mal, es el del alga parda asiática, la Rugulopteryx okamurae, que ha encontrado en aguas del Estrecho un espacio de temperaturas cada vez más tropicales y libre de los impedimentos del mar de China.

“Los nutrientes marinos están abajo casi siempre, en toda la costa oeste del continente americano, por ejemplo, la subida del agua profunda con nutrientes hace que las mayores pesquerías estén allí. Si la floración cambia, todas las pesquerías se hunden. Pues este año ha sido el primer año en el que la producción en acuicultura ha igualado a la de pesca convencional”, añade Moreno.

Tampoco es que seamos unos santos, en cualquier caso. El 40% de la pesca se descarta. En los langostinos, es el 90%: un a rólex o a setas brutal. “A veces se piensa que el descarte se podría aprovechar para procesarlo y hacer surimi, o harinas de pescado para la acuicultura, pero es la que si la mitad de las veces lo que pillo es ilegal, y ahora me pagan, lo mismo me voy a dedicar a pillarlo.La acuicultura también tiene sus problemas, afectando a las costas, introduciendo antibióticos, etc.”, prosigue el especialista.

La playa de los Caños, llena de arribazones de alga asiática esta semana. La playa de los Caños, llena de arribazones de alga asiática esta semana.

La playa de los Caños, llena de arribazones de alga asiática esta semana. / Lourdes de Vicente

Se podría pensar que es imposible asumir y proyectar a escala humana las escalas de clima, “pero ocurre que la escala climática se ha vuelto humana: la hemos vuelto humana. El PH del agua solía estar en 8.2 y ahora está en 8.1 a causa del CO2 que se disuelve en el agua, y eso otra burrada. Ya no nieva en la Sierra de las Nieves, y la temporada de Sierra de Nevada es nada. Se ve la tendencia, y haces una gráfica y tienes registros”.

Moreno lanza un voto de favor hacia la sociedad, una vez se conciencia:”Yo recuerdo la sequía enorme que hubo entre el 93 y el 95, a la gente emocionada contando cuando empezó a llover –rememora–. Y entonces la gente se portó muy bien, metía la botella en la cisterna y todo esto. La gente cumplió, pero claro, imagina que te esfuerzas y no te arreglan las cañerías y hay fugas de agua. Entonces se van a cabrear y con razón”.

Las intervenciones climáticas no se pueden hacer penalizando a los sectores más desfavorecidos –insiste Daniel López–. Los coches eléctricos a 40-50 mil euros no son una opción. Tienes que hacer que no haya sectores que se sientan perdedores ante estas políticas”. A falta de conocer en profundidad las medidas de ahorro energético que el presidente Pedro Sánchez planea anunciar mañana, “el impuesto del 2% a las eléctricas, por ejemplo, ya muestra una cierta voluntad, aunque sea. Aun así, solemos hablar de medidas tibias e insuficientes para lo que supone el cambio de modelo”.

De las famosas tres erres, reducir, reutilizar y reciclar, la que desde luego cuesta encontrar en los diversos planes de acción es la primera. Reducir se lleva mal con un sistema concebido para crecer eternamente: “El decrecimiento es el concepto tabú, estoy de acuerdo –asume Daniel López–, pero es algo que tendrán que hacer muchos sectores, empezando con la industria armamentística”.

Pues no parece que vaya a ser así, teniendo en cuenta el compromiso gubernamental de aumentar, de aquí a 2029, el gasto español en Defensa hasta un 2% del PIB. Por no hablar de lo que dicen los datos de producción energética: según la Agencia Internacional de la Energía, 2022 va camino de igualar a 2013 como el año en que más carbón se quemó de la historia. Vaya.

“Por un lado, seguimos con el doble discurso y, por otro lado, disfrazamos de verdad –añade al respecto Daniel López–. La energía nuclear, además de otras cuestiones, tiene huella de carbono; el tema de las plantas regasificadoras es carísimo y contribuye a afianzar el modelo petrolífero. Esta llamada a la moderación y al ahorro debe ser en todos los sectores, a nivel macro y personal, porque si no, no va a servir de nada”.

Ignacio Moreno es fuertemente escéptico respecto a la energía nuclear, “pero, tal y como estamos ahora, prefiero la nuclear a la quema de carbón y al gas, incluso. Además de las renovables convencionales, hay otras cuyo potencial está aún por descubrir, como la energía de mareas, que se podría aprovechar en la costa atlántica”.

Estamos ante una realidad de contención y reducción, y es verdad que habrá que reducir el nivel de calefacción o refrigeración –prosigue Daniel López–. Luego hay cosas como el transporte, debería incidirse más en el peso que tienen los aviones y gravar los desplazamientos totalmente prescindibles. O el tema de los buques, que tienen una huella de carbono tremenda y que se está reforzando”. Para el ecologista, el escenario no sería volver a una “autarquía como la de Franco, pero sí reducir la cadena de suministros”.

“Pienso que el método de protesta no puede ser la votación, que es algo que hacemos cada cuatro años: tiene que estar en el consumidor”, reflexiona Ignacio Moreno, y pone como ejemplo la miel: “Si consumes miel de cercanía será más cara, pero tiene mayores controles, polinizan tu zona, lo mismo viene del pinsapar, etc. Si no compras la miel barata de china, por decir, los distribuidores terminarán pidiéndosela a los productores locales, y lo mismo se equilibra algo el precio. Igual ocurre con las naranjas que compramos, que pueden ser de Sudáfrica, cuando aquí tenemos a San Martín del Tesorillo”.

El principal objetivo del campo científico hoy día es trabajar para intentar paliar lo que ya saben que va a ser inevitable, no sólo concienciando sino investigando en alternativas como la tecnología de materiales. “Y tratar de hacer que, en vez de 200 años, el calentamiento global dure 150. Porque evitarlo, no lo vamos a evitar, pero a ver si el desierto no llega hasta Inglaterra”, indica Moreno.

Menciona el proyecto de divulgación Ocean Night, puesto en marcha este año para dar a conocer la profunda relación que existe entre la sociedad y el océano: “Para contrarrestar el desconocimiento sólo hace falta intentar concienciar un poco y que la gente reflexione. A mí todo eso de que los pajaritos son menos importantes que las personas sólo me hace pensar que estamos ante una cuestión de cerrilidad y chulería. Antes, por lo menos, parece que la estupidez se escondía, pero ahora es al contrario: disfrutan de enseñar la ignorancia. Es muy cansado”.

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