El anuncio este jueves por parte del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, de las condiciones en las que se producirá a partir del próximo domingo la salida a la calle de los niños ha suscitado de inmediato un mar de dudas en la ciudadanía, que demanda respuestas a las numerosas interrogantes que surgen. El Gobierno de momento se limita a seguir trabajando para convertir lo que ahora mismo es un borrador en un texto definitivo que dé covertura a toda la casuística posible, siempre respetando las reglas establecidas en el estado de alarma decretado al comienzo de la crisis del coronavirus, hace ya casi un mes y medio, principalmente en lo que se refiere al distanciamiento social y los hábitos de higiene.

Algunas cuestiones no ofrecen lugar a la conjetura. Se ha fijado una edad tope, los 14 años; un tiempo de permanencia fuera de la casa, una hora; una distancia máxima del domicilio, un kilómetro, y la presencia de un adulto mayor de edad que puede acompañar hasta a tres pequeños, siempre que todos convivan bajo el mismo techo. Hasta ahí, todo claro, por más que también suscite crítica el limbo en el que se quedan los jóvenes de entre 15 y 18 años. Pueden salir, pero sólo para llevar a cabo las mismas cosas que están permitidas a los mayores.

De este modo, el aspecto de mayor controversia se centra en los sitios a los que podrán acudir los niños. Excluidos, por prohibición expresa, los parques infantiles, en donde sería inevitable el contacto directo entre menores y con los juguetes de unos y otros, se abre un inmenso abanico de posibilidades. Los supermercados, farmacias y cajeros dejaron su lugar el pasado martes, rectificación de por medio, a los espacios al aire libre. ¿Pero qué espacios?

La comparecencia del ministro de Derechos Sociales tampoco aclara demasiado. Los campos y bosques recibirán sin problema a los residentes de núcleos rurales que lleven a sus hijos. Sin embargo, ¿qué pasa con las playas en un país en el que millones de ciudadanos viven en el litoral?

En la provincia de Cádiz, sin ir más lejos, hay localidades bañadas por el mar desde la Costa Noroeste hasta el Campo de Gibraltar, pasando por una capital en la que, por sus peculiares características, prácticamente cualquier punto queda a menos de un kilómetro de la playa.

Por ahora, fuentes gubernamentales no dan solución al problema, problema porque a día de hoy las playas de la Tacita de Plata, por ejemplo, están cerradas al público con bandera roja. Y el Ayuntamiento no moverá ficha hasta que haya orden de una instancia superior.

Este viernes la subdelegación de Gobierno y el Ministerio del Interior tienen programada una reunión de coordinación, un encuentro que se antoja determinante para matizar el borrador y los protocolos ante la inminente salida de los niños. No queda otra que seguir esperando para resolver las dudas.