Sucesos | Golpe al clan de Los Piños

Coches, rap, droga y gallos de pelea

  • Francisco Javier, 'El Patrón', es un gran amante de los coches caros, el rap y los gallos de pelea

  • Crónica de los siete registros llevados a cabo por la Guardia Civil contra esta familia de Puerto Serrano por presunto blanqueo de capitales proveniente del narcotráfico

'El Patrón' sale detenido de su casa camino de los juzgados de Arcos.

'El Patrón' sale detenido de su casa camino de los juzgados de Arcos. / Jesús Marín

No habían empezado a cantar todavía los gallos cuando en la calle Guadalete de Puerto Serrano ya restallaban los golpes de los arietes de la Guardia Civil. Agentes de la Usecic se habían encargado de asegurar el perímetro en una de las zonas más conflictivas de la localidad y miembros del GAR (Grupo de Acción Rápida), conocidos en pueblos de la Sierra de Cádiz como los boinas negras, se afanaban en echar abajo puertas duras, blindadas, preparadas precisamente para resistir los embates invasores. Los siete registros autorizados por el juez tenían dos puntos centrales, los números 95 y 75 de la citada calle. En el primero, los patriarcas del clan de Los Piños -Paco y Conchi-; más abajo, su hijo Francisco Javier, El Patrón, el nuevo príncipe de la marihuana en la localidad serrana y cuyo apelativo ha servido para bautizar la operación de este jueves que se ha centrado, sobre todo, en la investigación patrimonial y el blanqueo de capitales del clan.

Una vez roto el silencio llegó el repertorio más clásico. ¡Guardia Civil, Guardia Civil, al suelo! ¡Baja Francisco Javier!, le gritaban desde la puerta los agentes del GAR a un Patrón que apareció por la puerta timorato, con un esquijama azul y las manos en la cabeza. Contra la pared. Como en los castigos del colegio cuando te pasabas de listo pero con un fusil apuntándote. Las manos atrás y prestas para ser embridadas. Luego salió su mujer, Davinia; y por último su hija mayor, de unos 11 años, en camiseta y descalza. Seis de la mañana, frío seco en la Sierra. La niña llora unos instantes hasta que sus padres y los propios agentes la tranquilizan. Javi pide por favor que le den una sudadera a su hija. Mientras que esta no llega dos agentes se quitan sus chaquetones y arropan a la pequeña y a su madre. Francisco Javier no es nuevo en estas lides, pero, a pesar de todo, es un momento amargo para cualquiera.

Más arriba, Conchi ha intentado abrir cuando ha escuchado los golpes beneméritos. No la han dejado, así que la resistencia del portón no ha hecho sino poner más bravos a los guardias, que se lo han llevado por delante. En la casa, Paco, que ya no tiene la pujanza de aquel tipo duro que controlaba el cultivo de marihuana en Puerto Serrano, conversa con los guardias con aire ausente. Su mujer, en bata, hace lo propio. Su apariencia tranquila, casi desvalida, no debe hacer olvidar que en su momento se la llegó a vincular con M.M., una de las narcotraficantes que más cocaína movía en Andalucía hace una década.

Conchi, la matriarca del clan, espera detenida en el interior de su vivienda. Conchi, la matriarca del clan, espera detenida en el interior de su vivienda.

Conchi, la matriarca del clan, espera detenida en el interior de su vivienda. / Jesús Marín

Una vez asegurada la zona llega la secretaria judicial con las órdenes de registro. Pero aparece el primer problema. El juez sólo ha autorizado que se busque dinero y pruebas que confirmen que estamos ante una organización criminal organizada. En caso de aparecer droga, ha dejado bien claro que se necesitará ampliar la actuación. Y la droga en casa de El Patrón aparece en cuanto se abre el primer cajón. 11 tabletas de hachís y dos grandes bolsas con cogollos de marihuana. Stop. Hay que parar. La secretaria judicial dice hasta aquí hemos llegado y se inician los trámites para obtener un nuevo mandamiento judicial que permita incautar la droga y, por tanto, imputar al Piñito otro delito más a la lista, el de tráfico de sustancias estupefacientes.

Las tabletas de hachís tienen una etiqueta con una foto de Pablo Escobar, el gran jefe del cártel de Medellín, el mayor narcoterrorista de la historia de Colombia y gran referente para muchos de los jóvenes que, como Francisco Javier, El Patrón, comienzan a recorrer un mundo sin llanuras, donde sólo hay montañas rusas que igual te permiten ser recibido en casa después de una detención como Julio César tras la campaña de las Galias, que descender hasta el infierno que debe ser ver a tu hija llorar rodeada de hombres con fusiles que acaban de apresarte.

El Patrón adora a Pablo Escobar. De hecho tiene un tatuaje con su rostro en la espalda, y en uno de sus brazos un lema que reza lo siguiente: Rico o muerto. Lo dicho, un mundo de extremos donde sólo hay blancos y negros, nunca grises. Antes muerto que sencillo en versión narcocorrido y cambiando a la pizpireta María Isabel por un maromo musculado y de mirada desafiante.

Mientras los registros avanzan los gallos de pelea, que ya vislumbran el alba, comienzan su concierto. Resuenan llenando la madrugada. El caso es que hay unos 150 en el patio trasero de la casa de El Patrón. Teniendo en cuenta que por estas aves se paga una media de 2.000 euros hay un buen dinero invertido en crestas y espolones. Pero a El Patrón no sólo le gustan los gallos, tiene otras pasiones, entre ellas su Porsche Panamera, que tiene aparcado a la puerta de su casa con la certeza de que no hay guapo en el pueblo capaz de tocarlo, y el rap. Tanto es así que mientras que no llega la orden del juez que permita reanudar los registros un agente nos muestra un vídeo musical en el que aparece un célebre rapero sevillano relatando con versos la dura vida de Javi, del Patrón, que alardea de cómo jamás ha probado la droga, y eso que su padre lleva desde los 15 años coqueteando con sus adicciones. Porque una cosa es cultivar marihuana y otra fumártela. “Yo solo tabaco”, llega a decirle a los agentes. En ese vídeo no sólo aparece El Patrón, también sus padres, su mujer, otros familiares y amigos, todos ellos dejándose ver en sus dominios de la calle Guadalete, tomada este jueves por decenas de enemigos uniformados cuyo verde contrasta con los rosas de las batas de franela.

En casa de El Patrón los agentes también encuentran joyas, muchos anillos de oro, cadenas, pulseras, todas muy del gusto y la estética narco. También, como no, una televisión de 85 pulgadas que preside un salón amplio. La casa del Patrón está en una zona pobre pero se nota que es nueva y que está cuidada, nada que ver con otros antros donde la Guardia Civil ha tenido que torear. También aparecen billetes, muchos billetes de 50 euros que son esparcidos sobre una cama para proceder a contarlos. En la casa de sus padres también ha aparecido dinero, pero no demasiado. En total unos 4.000 euros.

Llegan los canes dispuestos a buscar el dinero. En algunas zonas de la calle Guadalete el olor a marihuana es insoportable, en otros el hedor disminuye, pero nunca desaparece, como si fuera el sello de presentación para cualquiera a quien, como dijo Quevedo, le precediera su nariz. Si los perros tuvieran que marcar droga en vez de dinero posiblemente se volverían tan locos como una veleta en pleno temporal de Levante.

Conforme el día se va abriendo paso entre las tinieblas la calle empieza a llenarse de gente. Antes los registros se han llevado a cabo casi en solitario. Nadie ha abierto una ventana para ver de dónde llegan los golpes de ariete, no vaya a ser que se atraiga la atención de los guardias. Algunos vecinos de Los Piños ya sufrieron la visita de los agentes en 2020, cuando cayeron 22 plantaciones de marihuana en la zona, casi 400 kilos. Más abajo del número 75 vive Salvador, señalado por la Guardia Civil como el lugarteniente de El Patrón, su mano derecha, que es otro de los que no se salva de ser montado en un autobús con destino a los Juzgados de Arcos.

Un agente a los mandos del Porsche Panamera de 'El Patrón' tras ser incautado. Un agente a los mandos del Porsche Panamera de 'El Patrón' tras ser incautado.

Un agente a los mandos del Porsche Panamera de 'El Patrón' tras ser incautado. / Jesús Marín

Hay 16 detenidos y otros 13 investigados, a los que se les ha ordenado que se desplacen hasta los juzgados de Arcos para prestar declaración. Una señora que lleva el uniforme de la calle Guadalete, es decir, una bata de franela rosa, se acerca acompañando a un joven en chándal. “Mira mujé”, le dice educadamente a una agente, “a mi sobrino le han dicho que tiene que ir a Arcos, pero es que él no puede montarse en un coche, se pone malísimo”. “Me muero, es que me muero, enn...”, enfatiza el joven. La agente mira a su alrededor en busca de la cámara oculta. Al no encontrarla le pregunta al chico. “¿Estás malo?”. “Sí”. “¿Y cómo vas al hospital de Villamartín, andando? A las doce en los juzgados de Arcos", sentencia. El futuro investigadomareado se da la vuelta junto a su tía con gesto resignado.

Cuando los GAR abandonan el lugar una vez cumplida su misión ya sólo quedan agentes de la Usecic. Los compañeros del puesto de Puerto Serrano, que iniciaron las pesquisas contra Los Piños, también se dejan ver por una calle cuyos habitantes “necesitaban entender que no se pueden saltar las reglas ni el principio de autoridad”, dicen. Otro guardia hace hincapié en esto. Hablan de que, en total, la organización liderada por este clan habría blanqueado medio millón de euros desde el año 2013, lo cual no es tanto si se tiene en cuenta que la integran una treintena de personas. “Pero lo que no podíamos consentir eran esas exhibiciones en las redes sociales ni que se pensaran que eran los reyes de Puerto Serrano”, dice otro agente. En la investigación también han tenido una labor esencial los agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil del cuartel de Arcos

Precisamente hasta los juzgados arcenses son conducidos los detenidos, la mayoría en un autobús de la Benemérita. El Patrón y su mujer en dos todoterrenos de la Usecic, despedidos entre gritos de apoyo. La Benemérita también recibe lindos piropos en su retirada de la calle Guadalete. “Tenéis los cuernos como los jiervos”, se llega a escuchar en una rima que evoca más a Félix Rodríguez de la Fuente que a Espronceda. Allí queda un vecindario que, posiblemente, a esta hora está ansioso por saber si el juez dicta un auto de prisión para su Patrón o si por contra tienen que empezar ya a preparar una nueva fiesta de bienvenida.

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