Las Canteras, tierras del pueblo

En el XVII y el XVIII fueron fuente de piedras que se convirtieron en sillares de fuertes e iglesias · En el XIX fue lugar de esparcimiento de los vecinos · Se cumple un siglo de su compra gracias a una suscripción popular

Una vista de las peculiares galerías del Pinar de Las Canteras.
Una vista de las peculiares galerías del Pinar de Las Canteras.
Redacción /Cádiz

08 de agosto 2009 - 05:01

25.000

Fue el 7 de agosto de 1909 cuando se formalizó la adquisición por parte del municipio del parque de Las Canteras. El Ayuntamiento contó para ello con la inestimable ayuda de la ciudadanía, que organizó una suscripción popular. En un paseo por el Archivo Municipal, departamento del Área de Presidencia que dirige Pepe Garrido, hay datos que ayudan a completar una reseña histórica de este parque hoy público. Justo ayer se cumplieron 100 años desde que el Ayuntamiento de Puerto Real se hiciera con este patrimonio natural, gracias a las aportaciones que hizo la ciudadanía.

Lo que hoy conocemos como Parque de Las Canteras ha tenido a lo largo de su historia muy diversos usos. Así, según referencias documentales, este espacio fue usado para pasto de ganado, captación de aguas, plantación de pinares o canteras, lo que le dio el nombre que ha llegado hasta nosotros. Desde la mitad del siglo XIX, se usó como zona de esparcimiento y recreo para los habitantes de la población. Su toponimia anterior denominó a esta zona Pago de Troya, existiendo numerosos documentos que lo señalan como zona de la que se extrajeron en el siglo XVII piedras para los Fuertes de Matagorda y de Puntales, para las fortificaciones y murallas de Cádiz en el siglo XVIII, y desde siempre, para la construcción civil y religiosa.

Con la llegada del tren, la configuración urbana sufre modificaciones y el espacio que discurre entre la estación de ferrocarril y el Parque de Las Canteras se transforma en zona de paseo. El Ayuntamiento no es ajeno a ello y, en los años 60 y 70 del siglo XIX, presta una especial atención en su cuidado, destacando la colocación de bancos a lo largo del recorrido de dicho paseo.

En 1905 trasciende entre el vecindario la intención del propietario del Parque de proceder a su venta a otro particular, lo que hace temer que el uso público del mismo, que hasta entonces había sido permitido, desapareciera. Para evitarlo, un grupo de vecinos propone al Ayuntamiento su adquisición por parte del municipio, para lo que se ofrecen a aportar diversas cantidades en préstamos sin intereses. Él Ayuntamiento se muestra receptivo a la iniciativa y pone en marcha el proceso, adoptando los acuerdos necesarios para solicitar las pertinentes autorizaciones administrativas y recaudar los fondos necesarios para materializar la iniciativa.

Para ello, se abre una suscripción popular donde determinados vecinos efectúan aportaciones, unos a título de donación y otros en calidad de préstamo reintegrable sin intereses, completando el Ayuntamiento, en sucesivas anualidades, el resto hasta las 25.000 pesetas, que fue el valor de la compra que se realizó en escritura pública el 7 de agosto de 1909.

Buena prueba del sentimiento popular que existía, y aún hoy perdura, sobre el Parque de Las Canteras lo reflejan, a modo de ejemplo, algunos de los documentos que obran en el expediente de adquisición. Así, en el acuerdo del Ayuntamiento Pleno, de fecha 22 de diciembre de 1905, en el que se acepta la propuesta vecinal y se inicia el procedimiento para la compra consta que "el Sr. Alcalde confirmó los temores de que el vecindario de Puerto Real habrá de verse privado de su paseo favorito y hermoso Parque natural […] Apunta los graves perjuicios que a todo el vecindario había de originársele, porque no solo no se concibe Puerto Real sin sus Canteras, sino que, dada la predilección que propios y extraños dedican a tan pintoresco y privilegiado lugar, sería afrentoso verlo desaparecer y permanecer en la inacción".

En un certificado fechado el día 30 de marzo de 1909, el maestro de obras de la Escuela Espacial de Nobles Artes de Cádiz y titular del Ayuntamiento de Puerto Real, valora la finca y la describre en los siguientes términos: "Debe suponerse que este lugar fue un pequeño cerro sembrado de pinos y que por efecto de aperturas de su subsuelo para extracción de piedras de conglomerado de ostión, resultaron los bellos accidentes que contiene, sus poéticos laberintos y los caprichosos senderos, tan pronto conductores de altura, como deprimidos por rápidas laderas, todo ello entre arbolado de fragantes pinos, aromáticos tomillos y flores silvestres […] El perfumado ambiente que allí se respira, saturado de resinas y plantas olorosas, por separado de la ideal perspectiva de sus variados lugares, hacen que los médicos aconsejen a sus enfermos frecuenten este lugar higiénico de recreo y reposo".

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