Vocaciones al sacerdocio

Más con menos

  • La Iglesia mantiene (a través de fórmulas diversas) su actividad en la provincia pese a la escasez de vocaciones de los últimos tiempos.

Juan Antonio Vital es párroco en Algar y en El Santiscal de Arcos.

Juan Antonio Vital es párroco en Algar y en El Santiscal de Arcos. / Ramón Aguilar

"Es verdad. Nos encontramos en una precariedad vocacional. Así como en otros tiempos había una abundancia extraordinaria y se hicieron seminarios nuevos en tantos lugares, fue extraordinaria aquella coyuntura, probablemente no solo por temas estrictamente religiosos, ahora nos encontramos en una penuria que podemos decir también extraordinaria. Y ya desde hace mucho tiempo". Quien pronuncia estas palabras es el recién reelegido presidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blázquez. Esa afirmación que lanzaba esta misma semana evidencia la preocupación de la Iglesia por esa falta de vocaciones al sacerdocio.

Pese a esta merma en la 'plantilla' sacerdotal, la Iglesia gaditana procura mantener su presencia y su actividad. Y para ello ha recurrido en los últimos tiempos a 'fórmulas' que de algún modo compensan esa progresiva pérdida de sotanas.

El primer punto que se ha convertido en fundamental ante la realidad es la figura del laico. A menos clero, más seglares. El laico no puede conformarse ya con acudir a oír misa sino que acepta también responsabilidades en la acción de una parroquia, un arciprestazgo o una diócesis, se abren dos caminos: los denominados ministerios laicales, que son tareas que asumen seglares (catequesis, gestión económica, visitar a los enfermos, administrar incluso la Comunión, dirigir algún área diocesana...); y el conocido como diácono permanente, que son hombres que ejercen la labor de predicar la palabra de Dios, celebran el sacramento del bautismo, puedan casar, dar formación a los padres que van a bautizar a sus hijos o a los que se preparan para el matrimonio, etcétera, aunque mantienen su vida conyugal y familiar.

Un recurso curioso que se viene dando en estos últimos años es el de traer a la diócesis a sacerdotes extranjeros. En la provincia actualmente hay cuatro en la diócesis de Jerez (tres colombianos y un irlandés) y diez en la diócesis de Cádiz (de procedencia polaca, venezolana, colombiana, americana e incluso coreana). Desde esta última diócesis explican que muchos de ellos son religiosos cuyas órdenes los envían a Cádiz a ejercer su ministerio; en otros casos -siguen explicando fuentes del Obispado de Cádiz- se trata de seminaristas que vienen a estudiar y que terminan trasladándose de diócesis, además de algún caso por motivos familiares. En cualquier caso, esta medida ayuda de algún modo a compensar esa falta de vocaciones propia.

También se viene dando otro curioso fenómeno en la provincia en estos últimos años: el establecimiento de nuevas órdenes religiosas, que de algún modo 'suplen' a las congregaciones más tradicionales que en muchos casos están inmersas en procesos de reagrupación que conlleva cierre de conventos y casas. De este modo han llegado a la provincia últimamente las Clarisas del Santísimo Sacramento (establecidas en Barbate), las Hermanitas de Foucauld, o los Misioneros Identes. En estos casos, fuentes del Obispado de Cádiz explican que el proceso habitual es que se realicen visitas a estas órdenes religiosas y se les plantee establecerse en la diócesis. "Es que el obispo tiene compromiso episcopal de que la vida religiosa siga adelante", precisa la responsable de Comunicación del Obispado gaditano, María José Atienza.

Y sin recurrir a 'terceros' -entendiendo por éstos los laicos, los sacerdotes extranjeros o nuevas órdenes religiosas de más reciente creación- el mantenimiento de la Iglesia en la provincia también pasa por su propio 'ejército'. Y esto está provocando lo que podría denominarse la figura del cura pluriempleado. "Somos menos, mayores y queremos abarcar campos nuevos. Eso es un reto y una tentación", reconoce el responsable del Clero de la diócesis de Jerez, Eugenio Romero. "Es algo que se asume cuando uno se ordena", añaden desde el Obispado de Cádiz, apuntando también que la sociedad actual tampoco lo entendería de otro modo hoy. "Antes la gente acudía a la iglesia, donde el párroco atendía al que llegaba; hoy hay que salir al encuentro, como constantemente nos está pidiendo el Papa Francisco", señalan. Y así, hay sacerdotes que atienden varios templos, oficiando varias misas al día, o incluso se desplazan casi a diario entre diferentes pueblos; o que compatibilizan su responsabilidad al frente de una parroquia con otras misiones diocesanas que le encomienda el obispo del lugar.

Otro campo en el que la Iglesia ha volcado su preocupación y dedicación en los últimos tiempos, para contrarrestar la falta de sacerdotes, es precisamente el de la vocación. Cada Obispado cuenta -desde hace relativamente pocos años- con una pastoral dedicada expresamente al fomento de la vocación sacerdotal. Y a ellos se unen también la pastoral Juvenil, que enlaza en muchas cuestiones y ocasiones con la vocacional, o los denominados seminarios menores. A través de estas y otras iniciativas lo que se busca es poner en valor la vocación al sacerdocio y ayudar al joven que quiera dar el paso; un "acompañamiento para guiarlos en su proceso de discernimiento", explica el rector del Seminario Diocesano de San Bartolomé (en Cádiz), Ricardo Jiménez.

Normalmente, son los propios seminarios los que se encargan de llevar a cabo estas misiones, organizando encuentros de monaguillos, convivencias vocacionales, o unas oraciones por las vocaciones que por ejemplo en Jerez se celebran todos los domingos en el colegio de la Compañía de María.

Con estos mecanismos que el propio devenir de los tiempos ha ido configurando, logran 'sobrevivir' las dos diócesis en que se divide la provincia de Cádiz. Aunque desde el Obispado gaditano se señala que falta de sacerdotes "ha habido siempre". "Hubo una época muy fuerte en la Posguerra, donde la sociedad era católica, la gente tenía muchos hijos y había un auge vocacional. Y ahora estamos en una época de mantenimiento e incluso de leve crecimiento", analizan positivamente desde la diócesis de Cádiz, señalando además como dato colateral el fuerte descenso de la natalidad en España.

Por tanto, el positivismo, la botella medio llena, es lo que impera en la Iglesia de la provincia. En el Obispado de Cádiz dan un valor añadido a la figura del sacerdote o del seminarista de hoy, "que no han tenido nada a su favor para tomar esa decisión", señalando que "ya hubiera 300 o 1.000 curas, siempre iban a ser pocos". Y en el de Jerez, el responsable del Clero también lo tiene claro ante el problema de las vocaciones: "No tenemos que agobiarnos, hacer lo que podamos y confiar. Al fin y al cabo, esto está en manos de Dios".

"Hay más trabajo que se ha de afrontar si hay menos número de sacerdotes". Lo dice Sergio Moreno Ruiz, el párroco de Grazalema que reparte su ministerio, también, con la feligresía de Villaluenga. Moreno, que lleva casi cinco años en el sacerdocio y uno y medio en estos municipios, recuerda que "tener un cura en cada pueblo ya cada vez se ve menos" a tenor de la disminución de vocaciones. Por eso, esta hornada de sacerdotes jóvenes sabe desde que está en el seminario, que es imprescindible sacarse el carné de conducir para poder llegar hasta donde se les necesite. "Es una máxima tener carné antes de que acabes. Si no lo tienes no te puedes desplazar de una parroquia a otra y no puedes depender de taxi o que alguien te lleve a los sitios", anota el cura que reside en Grazalema y es natural de Arcos. Así que el padre Sergio y otros tantos compañeros están curtidos en kilómetros para atender las obligaciones de la Diócesis de Asidonia- Jerez. Curtidos en la carretera y en la vida de pueblo, donde prácticamente se conoce todo el mundo.

Además, añade, que los sacerdotes "estamos 24 horas disponibles porque a cualquier hora nos pueden llamar. Es como el médico de guardia, que tienes que estar ahí. La madre Iglesia está siempre antes que nada, a la cual nos debemos. Ella es la primera y luego viene lo demás", apunta el cura, que es también el delegado de medios de comunicación de la Diócesis y profesor de Filosofía en el Instituto Teológico de Jerez.

Y las consecuencias de tener que ejercer en dos pueblos a la vez traen más de una anécdota. Por ejemplo, cuando nieva en Grazalema y el municipio se queda aislado, le impide trasladarse hasta Villaluenga, que está a 13 kilómetros. Sergio Moreno relata como ejemplo cuando un domingo excepcional tuvo que hacer viajes de ida y vuelta varias veces en la jornada a este último pueblo. "Me he visto en el caso de tener un fallecido y bajar a Villaluenga a enterrarlo, luego subir a Grazalema a celebrar misa, y vuelta otra vez hasta Villaluenga para la Eucaristía del domingo", concluye. /E. Armario

Es un cura on the road. Lleva 15 años sorteando carreteras estrechas para dirigir las parroquias de Setenil de las Bodegas y Torre Alháquime. Y 17 años viajando hasta Mozambique para estar al lado de los que no tienen nada. El cura Ramón Vázquez Clavijo se suma al plantel de sacerdotes que llevan años compartiendo sus quehaceres en varios pueblos pequeños de la Sierra ante la falta de vocaciones. Aunque reside en Setenil, se traslada dos días en semana (miércoles y sábado) hasta Torre Alháquime para cubrir, también, las necesidades de sus feligreses. "Hay que estar disponible en cualquier momento para lo que surja" confiesa. Y la disponibilidad significa estar, también, a merced del estado de las carreteras y las inclemencias del tiempo, que no son pocas. "He tenido que dar rodeos cuando las carreteras han estado cortadas. He lidiado con algunas granizadas y nevadas. Total, ingeniármelas para no quedarme tirado", dice con risa.Al padre Ramón no le gusta que le llamen 'don'. Este sacerdote nacido en Villamartín planea por la superficie de la realidad. Tanto, que cada año y ya van 17, utiliza sus vacaciones para estar al lado de los más pobres entre los pobres. Tres aviones y 24 horas de vuelo lo ponen cada año en la tierra de los que no tienen nada y sí mucha dignidad, reflexiona. Va a Mozambique con un proyecto que trabaja con niños en guarderías. "Para mí hacer esto cada año es revitalizar mi vida y me da fuerzas para seguir. Hay mucha miseria y pese a ello, hay mucha felicidad en esas tierras. Los niños no tienen ni medio céntimo y los ves con unas ganas de aprender que choca con la realidad de aquí", dice. Ramón Clavijo es uno de los miembros fundadores de la ong 'Esperanza para Mozambique', que ayuda a familias y a niños. De hecho, habla con alegría de los años que lleva trabajando allí, donde ahora comparte momentos con familias, cuyos progenitores fueron niños de este proyecto. A Ramón se le hace un poco complicada la vuelta siempre que pisa África. " Parte de mi corazón se quiere quedar pero sé que hago, también, falta en Seteni. Lafelicidad está en todos sitios", apostilla este párroco que ensalza el compromiso de sus feligreses en las dos parroquias que dirige./E.A.

Juan Antonio Vital colgó las finanzas para ponerse los hábitos. Se liberó de un sueldo de varios ceros para quedarse con uno de 670 euros. "Yo había estudiado Económicas y trabajaba en una financiera, ganaba mucho dinero. Tenía novia, mis amigos... pero me faltaba algo". Su vocación le llegó tarde, era el mayor del seminario. Ya había cumplido los 26 años, pero los padres ya se la veían venir. "Fue una provocación que te ha ce la realidad, es como el que se enamora. Es una cosa sobrenatural. Para mí la obediencia a una causa, a testimoniar a Cristo, es la máxima expresión de la libertad". Ahora mismo lleva dos parroquias muy distintas, una puramente rural, la de Algar, con una población mayor, y otra, en Arcos, en la urbanización del Santiscal, donde abundan matrimonios jóvenes. Por tanto, son dos formas de llevar una parroquia. "Algar es muy religioso, con esa espiritualidad que tienen los mayores y ese modo distinto de afrontar el hecho de la muerte, y uno se implica en las cosas cotidianas del pueblo con una vida menos intoxicada. Allí, buena parte de la tarea es acompañar a los ancianos. En El Santiscal, que es más ciudad, se ve más ese sino de nuestros tiempos donde todo se reduce a lo inmediato, donde se vive en un mundo en red sometido a un bombardeo de mensajes, que es algo que no ocurre tanto en un pueblo. Pero tanto en un sitio como en otrro se aplica la máxima del sacerdocio: nada humano te es ajeno". Y como nada le es ajeno, ha creado un grupo de whatssapp con sus fieles. Y es en ese deseo de inmediatez donde él radica la causa de que tan pocos jóvenes opten por el seminario. Lo expone a la hora de hablar de cómo vio desde la parroquia la crisis económica: "Mucha gente sufrió y uno trataba hacer ver que la vida no es el hoy, sino un proceso largo. Cristo no vino al mundo para quitarnos problemas, sino para tener una visión distinta sobre ellos. Mi tarea es despertar lo mejor que cada uno tiene de él mismo". Le pregunto si tiene éxito en su tarea. "¿Qué es el éxito?" Su éxito, afirma, es ser un cura de pueblo. "Te aseguro que a muchos de de la Conferencia Episcopal, les gustaría ser curas de pueblo". /P.I.

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