El perfil del turista en El Puerto evoluciona: más joven y "de peor calidad"

Los hosteleros no terminan de estar convencidos con este nuevo cliente que busca "más fiestas con el mínimo consumo"

Turismo sostenible en El Puerto

Manifestación del sábado 20 de julio en El Puerto para llamar la atención sobre la "proliferación de pisos turísticos".
Manifestación del sábado 20 de julio en El Puerto para llamar la atención sobre la "proliferación de pisos turísticos". / Europa Press

Desde hace algunos años -quizás un poco antes de la Pandemia- El Puerto está de moda. Rara es la vez que cuando se verbaliza el nombre de la ciudad, especialmente de la sierra de San Cristóbal para arriba, a alguien no se le escapa un "¡Ay que suerte! ¡Me encanta El Puerto! Yo estuve el año pasado allí". Y mientras las reacciones y alabanzas no cesan, los números no terminan de cuadrar. ¿De verdad que en El Puerto hay sitio para que venga tanta gente? Sorprendentemente, y por raro que sea, parece ser que sí.

Según la Concejalía de Turismo, que echa mano de los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), más de 100.000 turistas visitaron la ciudad ...¡Tan sólo en el primer trimestre del año! No obstante, mirando más allá del fulgurante destello de esta cifra, muchos realizan un análisis crítico poniendo en tela de juicio un modelo que parece que deja mucho que desear en términos de calidad. De hecho, según afirman una gran mayoría de los hosteleros portuenses, "el turismo de El Puerto ya no es lo que era". "Hemos dado un cambio hacia un turismo mucho más joven y de peor calidad".

El primer aspecto, el referido a la media de edad, es un punto en el que coinciden todos. Concretamente desde hace ya varios años (algunos que tiran de memoria aseguran que más o menos un década) el típico turista familiar, con hijos, que busca pasar el día en la playa y que por la tarde-noche consume en los locales y restaurantes ha dejado paso a un perfil mucho más joven, de menos años, que no busca tanto pasar el día tumbado en la arena, sino la fiesta en las discotecas y los correspondientes chiringuitos de moda. "Ese público no cosume aquí, sino que hace una compra grande en el supermercado, consume en el piso y luego a la calle a seguir bebiendo", asegura un hostelero de la calle Luna. "Yo tengo mesas muy grandes, con grupos que en su mayoría son despedidas de solteros, que comen poco, beben mucho y luego se van de fiesta. Eso no es rentable". Y aquí es donde entran en juego las dos principales variantes que, según explica el gremio, están siendo el motor principal de este cambio: por un lado, el precio de los pisos turísticos; por otro, las despedidas de solteros.

"Yo tenía el año pasado unos clientes que siempre han veraneado en Valdelagrana y que este año no han venido. Se han ido a Chipiona porque no podían pagar lo que les estaban pidiendo", asegura otro profesional. "Una familia de cuatro no pueden pagar mil euros por un piso. Un grupo de diez amigos sí que puede". La oferta hotelera en la ciudad es bastante reducida y entre grupo que sale y grupo que entra los precios de los pisos no dejan de subir. En cuanto a las despedidas de soltero, el otro gran tema a debatir, la mayoría coincide en que es un tema "que se debería controlar". "El viernes pasado había un grupo de chicos. El novio iba disfrazado con una falda, concretamente con el uniforme de legionaria, y el resto de los amigos le obligaban a hacer sentadillas. La gracia estaba en que el chico que se iba a casar, el de la falda, no llevaba calzoncillos. Imagínate el espectáculo". Era el principio del fin de semana, a las 20 horas de la tarde, a plena luz del día y con algún que otro niño por la calle. La fiesta continuó en la calle Luna, justo frente a la Cervecería Puerto, con una bolsa de botellón y una botella de chupitos. Ni siquiera estaban consumiendo en ningún local. "En otros municipios de la provincia las despedidas se han prohibido, y ahora parece que se han venido aquí. A este paso nos vamos a convertir en Magaluf".

Durante la elaboración de esta noticia Diario de Cádiz se ha puesto en contacto con la Concejalía de Turismo. Por el momento, al cierre de esta información, no se ha obtenido ninguna respuesta por parte del Consistorio, aunque nadie puede obviar lo que está claro: El Puerto está lleno, pero hay que mirar hacia dónde va la ciudad. Quizás más valga poco y bueno que mucho y malo.

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