Historia La relación entre España y Filipinas, en el Archivo Municipal

El galeón Andalucía y la ruta Cádiz-Manila

  • El archivo municipal conserva 19 cartas náuticas de la novedosa vía marítima implantada en el año 1765

En estos días en que el galeón Andalucía se encuentra en Filipinas en el tornaviaje de su estancia en la expo de Shanghai y continúa esa maravillosa embajada de afectos que va despertando en cuantos puertos atraca; cuando desde la Fundación Nao Victoria, y en concreto el alma de este proyecto, Ignacio Fernández Vial, proclama como "un sueño cumplido" esta vuelta "a su casa, a la ciudad que le dio nombre y la que todavía evoca a esta nave legendaria" y precisa que "después de siglos y por primera vez, la impresionante figura de la réplica de un barco de este tipo se puede admirar en la capital filipina, tal y como durante doscientos cincuenta años se enseñoreó en su puerto, como vehículo único, valiente y capaz entre tres continentes y dos océanos, de sus productos, gentes e ideas, a uno y otro lado del mundo" es cuando, como él mismo dice, "vienen a nuestra memoria casi tres siglos de historia común con estas islas Filipinas, tan lejanas en la distancia y tan cercanas a nosotros".

Ahora, cuando afloran las raíces de nuestra tierra y todo queda demostrado con casos como la señora que mostraba a la tripulación la partida de bautismo de su bisabuelo celebrado en la Iglesia Mayor Prioral de nuestra ciudad en 1861 y pedía colaboración para buscar información sobre sus antepasados, fundadores de la ciudad de Cádiz, en Isla Negros; ahora, cuando en Manila el galeón enarbolaba en sus mástiles la bandera del Bicentenario de la Constitución gaditana, desde aquí despiertan también los recuerdos y parece que es momento de evocar la implantación en 1765 de la ruta comercial directa Cádiz-Manila por el cabo de Buena Esperanza, un hito que vinculó más estrechamente a nuestra bahía con aquel archipiélago y del que se conserva en el Archivo Municipal portuense un testimonio tan importante como son diecinueve cartas náuticas realizadas durante el segundo de los viajes del Buen Consejo, el navío de la Armada Española que inauguró esta novedosa vía marítima.

Las cartas están fechadas entre 1768 y 1770 y en ellas se recogen los reconocimientos batimétricos, las referencias geográficas y someros trazados urbanísticos de los puertos en los que tocaron en ese viaje, iniciado en Cádiz el 26 de enero de 1768 al mando, como en el primero, del capitán Juan de Cassens. Trece viajes realizó la Armada Española hasta 1784, continuando la ruta a partir de 1785 la Real Compañía de Filipinas.

Para la Corona española esta ruta suponía "un mayor acercamiento y control defensivo y administrativo de las islas, hasta entonces dificultoso debido a la complejidad y lentitud del circuito comercial existente a través del eje Manila-Acapulco-México-Veracruz y viceversa", como exponían Ana Becerra y Teo Cardoso en 1992, en un artículo publicado en el número 10 de la revista Cádiz e Iberoamérica.

El éxito del primer viaje, que reducía la distancia con la metrópoli a cinco meses de navegación, había producido reacciones contrapuestas: Miedo y nerviosismo en Manila, ante el mayor control de las labores gubernamentales y prácticas comerciales; interés y expectación en Cádiz y en el resto de España, llegándose a calificar como "una de las mayores cosas que ha hecho nuestro gran monarca pues ha abierto para que sus vasallos de las Filipinas con los de Europa comercien y se comuniquen sin los trabajos y embarazos que tenían antes".

Sin embargo, el segundo viaje, que contó con una notable participación del comercio gaditano, tuvo serias dificultades debido a temporales y vientos desfavorables, invirtiendo treinta y un meses, el máximo de tiempo de los efectuados por los navíos de la Armada. A su llegada a Manila, 17 meses después de su salida de Cádiz, coincidió con la concentración en la capital filipina de los jesuitas expulsados por Carlos III de los territorios españoles para su traslado a nuestra ciudad y su posterior deportación a Italia, relatando uno de ellos, el padre Francisco Puig, que el barco tardó tanto "por haber perdido la moción de los vientos favorables para Manila en las costas de la isla de Sumatra, metiéndose por el estrecho de Malacca cuando debía haberse metido por el de Sonda"…

Es quizás a raíz de este hecho cuando se hacen las cartas náuticas conservadas en el Archivo portuense, porque es en la correspondiente a la rada de Malacca donde se indica, actuando como cabecera, que fueron los oficiales del navío de Su Majestad nombrado el Buen Consejo los que la realizaron en el año de 1768… Y a ella siguen, en Oriente, las de Batavia (actual Yakarta), el paso de Lucepara, Cavite y Manila y, ya en América, Pisco, en la costa de Lima; Concepción, en Chile; las Malvinas; Achen, en Argentina; en Uruguay, Montevideo y las colonias de Maldonado y Sacramento; La Habana, Puerto Rico y en la península la ría de Bares, Camariñas, Corcubión y Vigo, para terminar en Portugal, con la rada de Lagos trazando la posible derrota de aquel difícil viaje. Y serían hipotéticamente también esos jesuitas la causa de encontrarse estas cartas náuticas en el Archivo, ya que podrían haber quedado con ellos en aquel Hospicio de Misiones de la calle de los Moros donde se alojaron, para llegar posteriormente al Ayuntamiento con la desamortización, entre aquellos libros de los conventos que integraron la primera biblioteca popular de la ciudad, origen de la actual biblioteca pública.

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