Incidencia del coronavirus

El Puerto: Europeos a la fuerza

  • Los negocios locales afrontan el primer día de las nuevas restricciones horarias con muchas dudas y diferentes estrategias

La propietaria de la Librería Zorba, echando la persiana  a las seis de la tarde.

La propietaria de la Librería Zorba, echando la persiana a las seis de la tarde. / D.C.

Seis menos cuatro de la tarde. Calle Misericordia. Un grupo de mujeres que están sentadas en la terraza de la chocolatería El Puerto se ven obligadas a levantarse porque el negocio tiene que recoger las mesas y cerrar en pocos minutos. Ese mismo grupo deambulará ahora por las calles con negocios cerrados porque tienen que recoger a sus hijos de las clases extraescolares, que siguen abiertas, pero no se pueden tomar un café tranquilamente mientras esperan.

Es una de las imágenes que se han visto esta tarde en El Puerto de Santa María, una ciudad cuyos negocios se enfrentan al primer día de severas restricciones horarias con diferentes estrategias y sobre todo, muchas dudas.

Camareros de la cervecería El Puerto (La Skol), recogiendo las mesas poco antes de las seis. Camareros de la cervecería El Puerto (La Skol), recogiendo las mesas poco antes de las seis.

Camareros de la cervecería El Puerto (La Skol), recogiendo las mesas poco antes de las seis. / D.C.

Hay quien se lo ha tomado con filosofía, como María, la propietaria de la librería Zorba. "Yo he decidido abrir a las cuatro y cerrar a las seis, y la verdad es que es algo que venía reivindicando desde hace tiempo, un adelanto de nuestros horarios. Pienso que a mediodía se perdía mucho tiempo  en el que no se podía hacer nada, porque estaba todo cerrado. Yo apuesto por unos horarios más europeos", explica, al tiempo que prepara un pedido para el envío e libros a domicilio, labor que realiza un día a la semana. De momento el nuevo horario no le ha ido mal, porque a las cuatro y diez minutos ya había vendido dos libros.

La perfumería Aromas, en la plaza Peral, no tiene problema y mantiene el horario habitual, ya que al ser también droguería se considera negocio esencial. También permanecen abiertos en su horario normal otros negocios como las farmacias, aunque como explica Yolanda Abad, titular de la de la calle Larga, al final a partir de las seis no habrá nadie por la calle y bajarán las ventas, por no hablar de la confusión que tienen aún muchos ciudadanos con los nuevos horarios y restricciones.

Muchas tiendas han optado directamente por no abrir por la tarde. Es el caso de los veteranos Joyería Marín o Las Novedades, por ejemplo. Otros han apostado por adelantar horarios incluso a las 15:30 horas por las tardes, como la tienda de calzados El Pollo, entre Luna y Larga, e incluso algunos han optado por el horario ininterrumpido hasta las seis, como la tienda de deportes Otero, o la administración de loterías de la calle Larga.

Aspecto que presentaba esta tarde la calle Misericordia. Aspecto que presentaba esta tarde la calle Misericordia.

Aspecto que presentaba esta tarde la calle Misericordia. / D.C.

Más complicado lo tienen los bares de copas, que cerrando a las seis sólo podrán hacer algo de negocio los fines de semana después de comer, mientras que los bares de tapas y restaurantes pierden directamente el turno de cenas, dejando la calle Misericordia totalmente desangelada.

A otros bares más enfocados a las mañanas como el Vega, en Larga, no les afecta demasiado ya que su clientela es fundamentalmente la de los desayunos y los cafés después de comer.

Otros negocios, como Romerijo, han optado por el cierre y el descanso de su personal hasta el final de las presentes restricciones, que durarán hasta el próximo 23 de noviembre. Como recuerdan desde esta empresa "aprovecharemos para dar descanso en estas dos semanas a nuestro personal "y así volver con más ilusión". La misma iniciativa ha tenido la cervecería El Puerto, entre Misericordia y Luna, que cierra también por vacaciones hasta el próximo 26 de noviembre.

En el caso de los establecimientos turísticos, los apartamentos de Larga 70 siguen abiertos, aunque la cafetería solo abre ya por las mañanas.

"Ya nos echan", decía a las seis menos un minuto una clienta del bar La Perdiz. "Qué triste se queda la calle", le respondía otra.

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