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Flamenco

El Wilo consigue parar el tiempo con su espectáculo en el teatro Pedro Muñoz Seca, en El Puerto

Una imagen del espectáculo de El Wilo en el teatro Pedro Muñoz Seca.

Una imagen del espectáculo de El Wilo en el teatro Pedro Muñoz Seca.

El teatro Pedro Muñoz Seca se llenó en la noche del sábado para acoger a uno de sus cantaores más queridos, 'El Wilo de El Puerto'. Aforo completo, ambiente de expectación, murmullos mientras los asistentes se van acomodando.

El acto fue presentado por Juan Luis Domínguez, que enalteció al Wilo como un cantaor de la tierra, que cantará para su Puerto y que esta noche se hará grande ante su ciudad, con una breve biografía. El presentador hizo autopromoción aprovechando el evento… no todo vale.

Comienza el espectáculo: Raíces con los cantes de origen, aquellos con los que se criara escuchando en su niñez, siempre apoyado del buen gusto de su padre, su transmisor.

Suena el piano melódico, sale el Wilo, reverencia de agradecimiento al público. Vestido por el maestro de la sastrería Salvador Egea, chaqueta negra ajustada al talle como un guante, realizada en tela de damasco con los dibujos en terciopelo negro y zapatos a juego.

Caracolea al estilo que el cantaor creara en estilo flamenco por Zambras, siempre pensado en su interpretación para su dúo con Lola Flores, una pareja de embrujo de una época. (Caracol, ese niño que ganara el concurso de Granada del 22).

Voz limpia, natural, con facilidad interpretativa, arranca los primeros oles cantando ¨ Ay pena, penita, pena. Dominando el cante Caracolero, terminando con Ojos Verdes, "en la soledad de mis noches sin luna, busco los luceros de tus ojos verdes". Aplausos del respetable.

Suena la guitarra, flauta travesera, él canta lo que más nos representa y con la sal de los esteros por Cantiñas suave melódico, llevándolo por Alegrías de Cádiz. Comienza el cante por los medios, suena con el Tirititrán, de aquel olvido del J. Espeleta, que ya se ha consagrado como unas de las salidas de este cante, para templar las campanas de bronce de la garganta. Cante de su disco 'Momentos', una alegoría al abandono de Vaporcito del Puerto, rugen las palmas con el tema.

El jaleo de palma sobresale, tapando en momentos la música de acompañamiento, que debe de prevalecer como es el toque de Jesule, sube por los agudos del cante y todo su poderío, apela en la letra (el escalofrío que da verlo, desnudo) terminando al más puro cante de Cádiz.

Saluda al público, se observa esa comunicación de artista-público, la entrega es mutua (en flamenco se denomina el duende y el ánge). Allí se estableció la magia, difícil de crear y conseguir, saludando e interiormente el Wilo emocionado.

El Wilo está viendo su sueño hecho realidad.

Suena el toque de Jesule, limpio y pureza, asombra su escuela jerezana influenciada y creada por Paco Cepero. En este rincón Jesule lo conserva llevándolo a gala. Lo mece, lo lleva para introducirlo por malagueñas del Mellizo. Melisma largo, sabiendo entonar el juego monosílabo de la voz entre los medios graves y agudos. Un cante de lo más difícil de interpretar. Los quejidos quedan en la armonía del recuerdo, que Enrique lo creara de escuchar esa misa en canto bizantino gregoriano. Aplausos suenan en el cante, acompañado de la flauta, el piano haciendo del cante y toque, rozando lo celestial, terminando el cante por abandolao, recordando esos fandangos por verdiales de los montes de Málaga que se aflamencaran…

Tangos, el cante saborea al estilo camaronero, haciendo un recorrido de ellos, de tangos lentos, medio y ligeros de interpretación, una perfecta selección. En ello queda reflejado el estilo de jaleo a las palmas que José Peña y Manuel Vinaza saben introducir, con su particular recorte de pata en el suelo, rematando.

Sale el piano, flauta, percusión, el toque… se queda el Wilo cantando por Lorca, del disco La Leyenda del Tiempo, Nanas, 'La nana del Caballo grande' engrandece la noche y el cante.

Se incorporan nuevamente y sale el Wilo. Es el momento musical de la noche y cada uno en su faceta hacen conjunción flamenca, donde el protagonista es Jesule con su toque, su dominio de la mano derecha y la sabiduría de la izquierda. Entre todos hacen una pasada por aires de fiesta flamenca, en la que cada uno supo demostrar su saber, su compás y los soniquetes flamencos. Los aplausos se van alternando, por cada solo individualizado. Los zapatazos de José Peña se quedan reflejados como su sello personal, rematando el compás y su estilo al jaleo de palma.

Entra el Wilo, agradece y no tiene palabras  porque si no llora.

Soleá por bulerías, hace un amplio repertorio del cante de la zona, esas soleares cortas nuestras de este rincón gaditano tan peculiar y con características propias. Muestra pureza y dominio del cante por arriba, guiñando el ojo al estilo jerezano.

Wilo y Jesule en el escenario, los dos solos y los dos lo llenan.

Canta por Toná, en tercios por Seguirilla vieja, poderío que traslada el cante a su propia vejez del cante a capela, de torna carcelero seguirillero.

Jesule con un toque largo, lo mete y lo mece para meterlo por Seguirilla la jondura y las penas, duquelas del cante jondo, aplausos, un ambiente de silencio monástico.

El publico mantiene un respetuoso silencio, que aportó solemnidad a la actuación.

Fandangos, cante que él domina y que le cantó a la verdad. Los canta con fuerza, en los que abandona el cante por medio realizándose por arriba. Arranca el aplauso por cada fandango que canta, en el cuarto tercio de ellos se levanta y al estilo Alosnero, enciende al público que los levanta de la butaca , aplaudiendo de pie, ese cante denominado chico y que el cantaor engrandece.

Llama la colaboración de Manuel de la Momi como artista invitado, Manuel le dedica unas cariñosas palabras e interpretan 'Alfileres de Colores' al alimón, alternándose mutuamente. El arte de Manuel con sus pataítas y desplantes al baile por bulería. Nuevamente el público enciende  la calor de la magia del arte.

Se meten por fiesta con una selecta recopilación de temas que llega hasta al mismo estilo utrerano. Versiona los cantes actuales y populares por bulerías, terminando por jerez al estilo jerezano de la Plazuela y San Miguel, dos barrios jerezanos y distintos de interpretar.

José Peña terminará bailando por Bulerías, el palmero que en su niñez sería el niño rubio que bailara y encandilara al público, cómo el que dice. El que tuvo retuvo.

Un gran espectáculo donde el tiempo se paró y que los artistas de sobra supieron ofrecer.

Emotivo final de entregas de regalos conmemorativos, destacando el disco de plata que le regalaron al Wilo, agradecido por tener al elenco de artistas formado por 

Jesule del Puerto, Rubén Sánchez, Jota Polanco, David Becerra, José Peña y Manuel Vinaza.

Una noche que disfruté, viví, y que humildemente quisiera transmitir.

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