Aniversario Las Marías

‘Las Marías’, más vivas que nunca

  • La fusión del centro hípico con ‘La Cuadra’ será el reto que Jesús Grandes- Melgarejo afrontará este año en el que celebra su 25 aniversario

Jesús Grandes y 'Claretiana' posando en el patio de Las Marías.

Jesús Grandes y 'Claretiana' posando en el patio de Las Marías. / M.A

La vida es un entramado de caminos divergentes y convergentes. Historias que comienzan a la par y unidas se separan en algún punto del trayecto- quién sabe por qué- para luego volverse a encontrar al cabo de los años o quizás nunca volver a coincidir.

Esta es la historia de Jesús Grandes-Melgarejo (más conocido como ‘Jesús el de Las Marías') y la de Susana Márquez Muñoz. Él con sólo 15 años ya sabía que su vida iba a ser su pasión: el caballo. Ella, con siete años, comenzó a ser su alumna en el centro hípico que él con mucho esfuerzo logró consolidar. Desde ahí, ambos caminos continuaron unidos durante un tiempo, hasta el punto de que ella consiguió ser la alumna más aventajada de la escuela al ganar distintos campeonatos andaluces. Ella desde el principio también sabía que su vida la iba a marcar el caballo, por lo que decidió comenzar por cuenta propia. Y los caminos se separaron. Mientras que Jesús continuó con su día a día en Las Marías, montando espectáculos, celebrando partidos de burro polo y ofreciendo su casa a todo el mundo con la familiaridad que tanto lo caracterizan, Susana intentaba dar sus primeros pasos en una cuadra pequeñita, a la que luego le siguió su dirección en otras cuadras, como La Pañoleta, Villa Julia y La Cuadra, donde ahora mismo se encuentra inmersa con su socio José Carlos Aragón. Ahora, 20 años más tarde -y tras muchas causalidades y casualidades- el camino de ambos se vuelve a unir en una nueva aventura y todo gracias al caballo.

“Hemos firmado un acuerdo de colaboración entre ambas cuadras”, explica Jesús desde la barra del bar que de Las Marías. “Por el momento estamos muy ilusionados y creemos que esta unión va a traer cosas muy positivas”.

En principio, los motivos o razones por los que Jesús ha tomado esta decisión son de peso. Por un lado, el buen crecimiento del negocio -que le ha obligado en parte a crecer como empresa-; y por otro (y más urgente) el proceso de urbanización de la zona donde la finca se sitúan Las Marías.

“Yo lo que sí quiero que quede claro es que aunque nos trasladamos, Las Marías van a seguir estando allí. Susana y el resto de monitores han salido de aquí. Los caballos son los mismos, los monitores también. La base va a seguir siendo la misma”, recalca Jesús.

Ahora esta fusión supone un nuevo reto que marcará un antes y un después en la historia de este centro ecuestre que este año celebra su 25 aniversario. Una nueva etapa, un nuevo comienzo y una nuevo capítulo del libro. “¿Te da un poco de miedo? ¿La gente va a seguir buscando a Jesús?”. “Es cierto que me va a costar mantener ese contacto con todos y cada uno de los clientes. Pero estoy tranquilo. Susana y José Carlos tienen mucho carisma. Son personas que están en el sitio y se entregan. Además vamos a complementarnos. Ellos son fuertes en salto, escuela y competición. Nosotros aportamos el turismo ecuestre, la celebración de cumpleaños y las clases de hipoterapia. Vamos a tener más futuro porque estas instalaciones las vamos a centrar más en la celebración de eventos”, explica Jesús haciendo referencia a las cuadras situadas en el Camino Viejo de Rota

Viniendo de él, se esperaba esta respuesta. Lejos de amedrentares, siempre se ha crecido ante las adversidades desde que con 15 años se hiciera cargo de Ensueño, el caballo que le regaló su abuelo. “Mis abuelos tenían varios caballos en una cuadra, pero la familia decidió venderlos. A mí se me iba mi vida”, explica. “Mi abuelo me lo regaló porque era mi preferido, pero yo tenía que hacerme cargo de él”.

Y aquí es donde comenzó la historia de Las Marías, en la necesidad de dar clases para conseguir las 26.000 pesetas (en la actualidad unos 156 euros) que hacían falta para poder cuidar de Ensueño. “Una de mis tías me dijo que me iba a traer a sus hijos, Martín y Rocío, para dar clases y les empecé cobrando 300 ptas. (1,80 euros)”. Eso fue en el año 1994. Cinco años más tarde -y después de mucho trabajo y de ayuda de sus padres y conocidos- Las Marías se convertía en una realidad que ha sabido reinventarse y sobreponerse a cualquier tipo de adversidad: clases de pádel, celebración de cumpleaños, despedidas de solteros con burro polo incluido, clases bilingües, hipoterapia, campamentos e incluso el espectáculo Equus Noster (donde se contaba la historia de España a través del caballo). En definitiva: una escuela todoterreno. Desde aquí le deseamos suerte. Aunque en parte no la necesite. ¡Larga vida a Las Marías!

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