Jaime Cala cuenta las vivencias y la historia de su Puerto

Obra: Cristina Lago; Texto: Santiago Moreno; letra de los cantes, El Atelier de Elo; vestuario: Juan Vargas; Diseño de la bata de cola: Javier de Cid, decorados, dirección y coreografía: Jaime Cala.

Un río de olas de volantes del traje de cola que atraviesa todo el escenario, voz en off de Antonia Neva, en prosa expresa. El Guadalete, montañas de sal de nuestras salinas. Suenan las guitarras de Juan Ramón Ortega y Santiago Moreno, toque por Alegrías de Cádiz, al jaleo los dos cantaores (palmas y cante) Antonio Peña, 'Tolo' y José 'Berengeno'.

Jaime Cala, de blanco salinero, baile rancio añejo, recortes precisos, recortaos y bruscos, a ese baile de antes que ahora se echa de menos, sabiendo interpretar, paseándose por el escenario, escobillas de poses de juegos del baile de hombre, sabiendo mover las manos sin abusar de pies, terminando por bulerías de Cádiz demostrando al más puro estilo de bailaor, taconeo al compás despidiéndose del público. Salineros haciendo montañas de sal lo cual se introduce terminando su interpretación.

Suena la guitarra con rasgueo profundo que llena el teatro, sale Antonia, vuelve la poesía recitando. Tientos por tangos, cante de quejío largo de llanto interpretativo de Eva Cristo, canta a los gitanitos de El Puerto, Cádiz, Puerto Real. Jaime baila como el mismo cante expreso buscando su libertad en él, con ese baile de una generación, masculino, de mano en la cintura buscando la verticalidad de exposición corporal, moviéndose por el escenario. Se ilumina todo, sale un patio de ventana, de esas casas de vecinos que podría ser de alguna desde Cruces al Barrio Alto, sones de tangos al más puro estilo de Triana, alegres y ligeros en melodía. Jaime con Airana Rodríguez (su alumna aventajada) e Irene Olivares llenando de color el teatro de los bailes por tangos.

Puesta en escena: crucifijo, silla y un espejo de pie, rasgueo de guitarra, la poesía de Antonia recita la pena. Jaime vestido con pantalón de talle, chaleco y chaquetilla de luces toreras, cante roto de garganta afilá, voz gitana de dos cantaores para el baile, de Soleá por Bulerías. Jaime demuestra su dominio del compás de la amalgama de doce tiempos, demuestra que domina los bailes festeros en su cambio, por bulerías, rematando con capote en mano y jugando con el baile, el torero bailo toreando el baile, despidiéndose, al son de son los toreros.

La poesía de Antonia Neva, sobre las olas de su bata de cola, entre las galeras reales, los mínimos del Monasterio de la Vitoria y fraguando la pena gitana, suenan tonás y carceleras, cantan las penas, las duquelas, en tonar de seguiriyas, gran lucimiento en los cantes nuestros, (esos que se hacen a capela y palo seco).

Irene Olivares, vestido blanco en medio de dos toneles de vinos, estampa de oro nuestro, el vino de ámbar del fino, con la venencia de Javier Beuzón, a la luz de la (Cochinchina) baila al compás de nudillo de la cantaora Eva de Cristo, sones de guitarra, soleá por bulerías, la elegancia de baile de mujer, pies justo al baile, terminando por jaleo brindando al público. En escena, la campiña, el septiembre de la recogida de la vid, anunciado la profundidad de la jondura por seguiriya, vestido de marrón tierra, sentado en labriego, pose de vendimiador, taconea sentado, al ritmo de jaleo de palma, baile serio, profundo, dando de si todo, un público entregado ilusionado con el espectáculo.

Se aproxima el final, Antonia anunciando, con la poesía entre los barrios de San Miguel y la Plazuela, el baile de la alegría, del nuevo fruto de la vid, lo que vendría el fin de fiesta de bulerías. Un espectáculo ideado y creado puramente para su Puerto y su gente, la ciudad que lo vio nacer. Con puestas en escena estudiadas al más mínimo detalle. Un teatro hasta la bandera que consiguió llenar Jaime Cala, contando las vivencias y la historia de su Puerto. Un Puerto, desde las aguas del Guadalete, lo que fuimos y dejamos de ser, entre sus aguas de bata de cola (Guadalete, el río del olvido) como lo llamaría la mitología griega.

Así lo viví y tal lo cuento.