La victoria es lo único que sirve

La cuenta atrás empieza hoy. El Cádiz se ha complicado la existencia en exceso en las últimas semanas pero mantiene intactas sus posibilidades de meterse en la promoción de ascenso a la categoría de plata. La vida concede una nueva oportunidad a unos jugadores amarillos que saben que no pueden fallar delante de su público ante el Lucena para no tener que estar pendientes de sus inmediatos perseguidores.

La victoria cadista es hoy más necesaria que nunca para conservar la cuarta posición y romper la mala de resultados, con un punto de los últimos nueve disputados. La herida sufrida en Écija sólo se cura con un triunfo que aporte algo de tranquilidad a toda la familia amarilla.

El conjunto cordobés ya dejó su tarjeta de visita en la primera vuelta, cuando entonces se deshizo del Cádiz por un contundente 3-1 que dejó tocado de muerte en el banquillo a Risto Vidakovic. Aquel partido dejó un amargo sabor de boca en la expedición gaditana por el bajo rendimiento ofrecido y por la nefasta actuación del árbitro, que expulsó en la primera parte a Álvaro Campos y Carlos Caballero. El madrileño -el mejor la semana pasada en Écija- decía hace algunas semanas que tenía ganas de revancha contra los equipos que tumbaron al cuadro cadista en la ida y seguro que no se ha olvidado de aquella desagradable tarde en el viejo campo lucentino. Una motivación más a la hora de afrontar la primera de las ocho finales que le quedan a los amarillos hasta el final de la Liga regular antes de afrontar la fase de ascenso.

El Cádiz se juega mucho más que las ganas de saciar sus ansias de revancha. El cuarto puesto que hace seis meses podía parecer un objetivo poco ambicioso se ha convertido ahora en un valioso tesoro que los jugadores deben cuidar con mimo a base de victorias.

El manido recurso de la teórica superioridad de los gaditanos ha demostrado ser un boomerang que una y otra vez ha golpeado a un equipo irregular que hoy tiene la ocasión de despejar un horizonte oscurecido por las dudas.

La presión es un elemento añadido que tiene que saber manejar cualquier jugador que lleve sobre su pecho el escudo del Cádiz. Los pupilos de Jose González saben que tienen la obligación de derrotar al Lucena y deben encarar el duelo con valentía. No cabe otro escenario que un triunfo que permita que los tres puntos se queden en el Carranza. El cóctel de tranquilidad, aplomo, atrevimiento, seguridad, entrega y, por supuesto, goles, se presenta como la mezcla adecuada para volver a la senda correcta e inyectar una dosis de alegría a una afición escéptica a la que le cuesta creer en su equipo.

El técnico se ha encontrado esta semana con más problemas de los habituales para configurar el once inicial. Las sanciones y las lesiones han limitado las posibilidades del entrenador, sobre todo en el centro de la defensa.

La lesión de Álvaro Silva -estará como mínimo tres semanas de baja- ha frenado la tentación de forzar a Baquero en el eje de la zaga. Jose prefiere reservarlo para los duelos venideros.

La ausencia del sancionado José Miguel Caballero deja además un hueco en el centro del campo que obliga al míster a hacer movimientos también en la zona medular.

Así, el once inicial estará formado previsiblemente por Álvaro Campos entre los palos, escoltado por Cifuentes y Raúl López en los laterales y Serrano y Álvaro Jurado en el centro de la zaga. En el medio campo estarán Moke y Carlos Caballero, que retrasará su posición desde los tres cuartos para llevar la brújula del equipo. Juanse ocupará la banda derecha, mientras que Enrique y López Silva alternarán sus posiciones entre el costado izquierdo y la mediapunta. El técnico deberá escoger entre Sergio Pachón y Antonio Moreno como hombre más adelantado.

El Lucena, por su parte, llega a Cádiz en su momento más dulce del curso, con un reciente balance de cuatro victorias en los últimos cinco partidos. Los cordobeses han resuelto con eficacia los deberes de la permanencia en la categoría y están a sólo cinco puntos del Cádiz. Saben que si hoy ganan en el Carranza podrán pensar en serio en cotas mayores. Los amarillos deben andarse con ojo y no dejar que el rival se crezca a medida que pasen los minutos.