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Reacción inaplazable

  • El conjunto amarillo esta obligado a levantar el vuelo frente al incómodo equipo catalán para esquivar la zona de descenso al término de la jornada

La presión empieza a ser un elemento añadido que toma forma cuando el campeonato de Liga se acerca a su primer cuarto. El Cádiz regresa al estadio Ramón de Carranza (a partir de las seis de la tarde, televisado en directo por LaLiga 1|2|3, Vodafone, Orange y Telecable) en la novena jornada con la imperiosa necesidad de dar un giro de 180 grados y vencer al Girona tras las dos derrotas consecutivas sufridas frente al Rayo Vallecano en Madrid (un contundente 3-0 que pudo haber sido más amplio) y el Real Oviedo en casa (0-2), acompañadas de pésimas sensaciones en ambos casos. Dos fines de semanas con el contador atascado obligan a la reacción inmediata de un equipo amarillo que afronta el encuentro con el reto de evitar adentrarse en una mala racha. Destacan las ausencias de los lesionados Jon Ander Garrido -ya se perdió el pasado domingo la visita a la capital de España por una microrrotura muscular- y Salvi -esguince de rodilla-, además de Eddy Silvestre, con la selección de Azarbaiyán en la fase clasificatoria del Mundial. Se atisban al menos un par de novedades en la alineación, entre ellas la posible vuelta de Álvaro García una vez superadas las molestias físicas que le impidieron participar en el último partido.

El frenazo en seco de la cosecha de puntos deja al Cádiz en sólo ocho de los 24 disputados, incluidos tres reveses en los últimos cuatro compromisos. Un escaso bagaje que le coloca a un pequeño paso de la zona de descenso en caso de no enderezar el rumbo sin más retraso. De ahí la premura por obtener un triunfo contra la escuadra gerundense que, además de evitar la caída a los puestos que nadie ocupar, aportaría la dosis de tranquilidad que siempre otorga una victoria. La debilidad de los gaditanos lejos de su feudo -un punto de 12 como consecuencia del empate frente al Almería en el capítulo inaugural y los varapalos contra Mirandés, Reus y Rayo allecano- convierte en un elemento fundamental el factor campo. Los amarillos no tienen otra que hacerse fuertes en el Carranza, apoyados por el empuje de la afición, para amarrar en casa lo que no son capaces de pescar fuera.

El primer paso para la permanencia en la categoría de plata es la fortaleza como local y está por ver si el revés frente a los asturianos fue un desliz o el problema es mayor.

La misión es doble. Por un lado, sumar tres puntos por encima de todo. Por otro, rescatar la solidez evaporada en los duelos anteriores. La vía del éxito va ligada de manera intrínseca al espíritu competitivo de un equipo llamado a reencontrarse con esa seña de identidad extraviada de la noche a la mañana si una razón aparente.

El Cádiz, que ya se había tambaleado en el choque contra el cuadro carbayón, perdió en Vallecas la intensidad además de los tres puntos y esta tarde, frente al Girona, el punto de partida es la entrega de principio pero no sólo de trata de correr, sino de saber correr, como apuntaba Álvaro Cervera. La clave es que el equipo vuelva a funcionar como un bloque que sepa qué hacer en cada momento del partido porque 90 minutos dan para mucho.

No sólo se gana con esfuerzo. El acierto en las áreas, crucial para volver a sumar de tres en tres, es otro de los factores que debe recuperar el Cádiz, lastrado por sus errores en defensa y su escasa producción de ocasiones en las citas del pasado más reciente. Un solo gol a favor y seis en contra en los últimos cuatro envites son números que pueden llegar a preocupar si la mejora se demora.

Ese pasado con evidentes lagunas es el que trata de olvidar el conjunto amarillo con un triunfo que impida la entrada de la crisis en la vestuario. Cuerpo técnico y jugadores se afanan en mejorar con el trabajo concienzudo de cada día y hoy llega el momento de demostrar la capacidad de dar la vuelta a situaciones negativas. En Segunda División A todos los adversarios son peligrosos y el Girona no es una excepción. Un rival que va a más con un sistema peculiar de tres centrales con el que la pasada temporada estuvo cerca de subir a Primera. Un adversario camaleónico que se adapta a las circunstancias de cada partido con distintas variantes. Su habitual estado rocoso marida con su peligrosidad en las acciones a balón parado, una de las debilidades del Cádiz su área propia, como ha quedado patente en los envites ante Rayo y Oviedo.

Cervera prepara movimientos en el once pero no se atisba una revolución. Confía en el bloque. Alberto Cifuentes seguirá en la portería, escoltado en la zaga por Carpio y Brian en los laterales y Aridane y Servando en el eje, siempre con la posibilidad de que entre Sankaré. La ausencias en la medular limitan el margen de elección y falta por concretar quién será la pareja de Abdullah, Mantecón o José Mari. La lesión de Salvi mantiene en principio como titular a Nico Hidalgo, aunque nunca se puede descartar a Aitor. Álvaro García, ya recuperado, tiene todas las papeletas para regresar a la banda izquierda y Gorka Santamaría emerge con la clara candidatura a ser el segundo delantero junto con Alfredo Ortuño, aunque Abel Gómez también tiene opciones de salir en tres cuartos como apoyo en el último pase.

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