El Zona Franca de Cádiz encajó ayer en su visita al Torrepacheco la tercera derrota de la temporada, un revés doblemente doloroso porque, además de mantener al equipo gaditano sin puntuar en su regreso a la máxima categoría del fútbol sala nacional, mostró la peor de sus caras, una pésima imagen que no mostraba posiblemente desde hace varios años.

Lo cierto es que el conjunto que dirige Kiko Oliva estuvo desconocido. Por momentos se pareció más a una banda, desorganizado, fuera de sí, sin centrarse en lo que había en juego sobre la pista, que al bloque compacto que logró el ascenso y comenzó la Liga de forma prometedora pese a sufrir en sus carnes el arrollador rodillo del Femesala Elche y el Móstoles. Y a pesar de todo, mantuvo serias opciones de sumar hasta el final.

Al contrario que en los dos anteriores partidos, esta vez el titular de la Tacita lo hizo algo mejor en la primera parte. De hecho, firmó un buen inicio, encajando el 1-0 en una jugada accidental. Sin embargo, a partir de ese momento el desorden táctico, alarmante, se apoderó del Zona Franca.

Sin hacer nada extraordinario, las murcianas se adueñaron de la situación ante un rival que no ofrecía el mínimo nivel que se le puede exigir a un equipo de esta categoría. En un visto y no visto, las gaditanas habían tirado por tierra el trabajo de la pretemporada y el arranque de la Liga, sin que sirvan como excusas ni el estreno de nuevo balón Puma ni la adaptación a la superficie del Pabellón Municipal Virgen del Pasico. El Torrepacheco llegó a bailar al Zona Franca cuando en modo alguno es una escuadra superior.

Dentro de lo malo, lo único positivo es que las chicas de Oliva pudieron incluso puntuar pese a ofrecer una triste imagen, muy lejos de la que mostraron en Elche y en la capital gaditana contra el Móstoles. Y también que el curso está empezando y queda mucho por delante. Sin ir más lejos, el próximo fin de semana visita el Polideportivo del Centro Histórico el Ourense y el siguiente sábado volverá a tocar partido en casa esta vez contra el Diamante riojano. Ocasión para redimirse.