Con la Venia

Aquí sufriendo. Por Fernando Santiago

  • AQUÍ SUFRIENDO

  • Una de las mejores cosas que tienen las redes sociales es que te enteras o haces como que te enteras de la vida de la gente, con lo que evitas la turra consiguiente. Ya nadie te enseña álbumes de fotos de viajes ni vídeos de bodas porque está todo en Facebook, caso de los puretas, o en Instagram, de los más jóvenes. Cuando llega el típico cuñado plasta , el compañero de trabajo que quiere presumir, el amigo pesado, basta con que le digas: ya lo vi en Facebook, y te lo quitas de encima. Seguramente no resistirá la tentación de decirte lo maravilloso que fue el crucero, el viaje organizado, lo fantásticas que eran las personas que acompañaban y lo bien que se lo pasaron, la comida a bordo o en los hoteles era primorosa, las ciudades que visitó eran de categoría, la boda fue fantástica porque la novia iba guapísima y la orquesta era fantástica, la playa estaba como nunca, la piscina del Club Náutico era un primor aunque no dejasen comer en el recinto. Todo eso lo pueden ustedes ver en Facebook, ya no hace falta que nadie se lo cuente. Se quita usted de en medio la brasa consiguiente. Una de las más recurrentes es la típica foto de unas piernas con la frase “aquí sufriendo”, puesta en circulación, me malicio , por la legión de madrileños que durante estas semanas nos han invadido. Debe ser una forma de presumir ante sus vecinos de la urba o ante los compis del curro de las maravillosas vacaciones que se ha pegado, lo relajadas que han sido, lo bien que estaba la playa. Nadie va a sacar el alud de algas asiáticas, los balonazos de los niños, las medusas ni, por supuesto, los colapsos de tráfico en la circunvalación del Casco Antiguo de Cádiz, en el nudo de Tres Caminos o para aparcar en El Palmar. De la misma manera nadie cuenta el coñazo de compañeros de viaje, lo malo que estaba el buffet, las colas para coger un café imbebible , los ruidos en la habitación de al lado, la malage de los camareros, la cerveza caliente, el clavazo en cada terraza , la verdad de las vacaciones de verano que no se cuenta. Todos sabemos que pasan esas cosas pero es mejor el “aquí sufiriendo”, las fotos de felicidad y las que se hace cada uno con el monumento correspondiente tipo “muchacha con burro y castillo al fondo” que contar la verdad . El verano es la estación del diminutivo, de la holganza, de las caras de satisfacción en las redes sociales para que rabien de envidia el vecino del quinto y la tía plasta de recursos humanos. Para algo se gasta el personal un dinero en viajes, hoteles y restaurantes, para poderle decir a los amigos lo maravilloso que es el mundo antes de volver al  despertador . El turismo, qué gran invento. Por cierto ¿cómo puede el sector sobrevivir sin el Relojero de Sanlúcar?

  • Fernando Santiago