Con permiso, buenas tardes
Primero voy a decir dos cosas que por evidentes no tendría que decir: soy un admirador de Yolanda Vallejo , cuyos artículos suelo colgar en el blog. Algunos me parecen admirables e incluso me da envidia no haberlos escrito yo. Me gusta su estilo y suelo coincidir con sus puntos de vista. En segundo lugar: no soy ningún admirador de la labor del Equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Cádiz a quienes suelo criticar, a veces con dureza, lo que no me impide apreciar iniciativas que, a mi molesto y equivocado entender, son dignas de apoyo. Dicho lo cual, estoy completamente de acuerdo con la campaña municipal de apoyo a la escuela pública y en desacuerdo con el punto de vista expresado por Yolanda Vallejo en su artículo dominical, opinión que suele expresar todos los años cuando llega estas fechas. Commo Jack El Destripador, vayamos por partes: el derecho a la educación no es el derecho a la educación "pública" . La red pública de colegios es la forma natural que tiene el Estado de garantizar este derecho. Como en toda actividad que realiza el Estado o todo servicio esencial que presta, donde no llegan los servicios públicos con sus medios, se subroga y se presta de manera privada. En algunos casos es también una forma que tiene la administración de ahorrar dinero ya que los servicios públicos prestados por una empresa privada suelen ser más baratos porque los salarios son menores. Lo público es lo del común, lo de todos. La administración lo gestiona pero pertenece al conjunto de los ciudadanos. Simplificamos al decir que es propiedad del Ayuntamiento cuando en realidad es administrado por el Ayuntamiento, garante de la gestión de los medios y recursos públicos. Los centros privados que prestan un servicio educativo sostenidos con fondos públicos no dejan de ser empresas o entidades privadas que tienen al Estado en su principal (no único) cliente. Basta con ir al Registro de la Propiedad y ver a quién pertenece el colegio de Las Carmelitas, por decir uno. Estará inscrito a nombre de esa congregación religiosa, como es normal. Luego la congregación concierta con la administración la prestación del servicio educativo en función de los criterios que marque la propia administración y sometido a los criterios que fije la administración. Recuerdo que no es el único ingreso: suelen cobrar a los padres por actividades extraescolares, por material escolar, suelen obligar a pagar la cuota del AMPA y cosas así. Es un negocio para estas congregaciones y para confirmarlo basta con ver los anuncios que insertan en los periódicos. Es esa publicidad la que no pueden haceer los centros públicos porque no tienen medios para ello y con ese fin se hace la campaña municipal. No veo el problema por ningún lado. La extravagancia es que compitan centros públicos y centros privados sufragados con dinero público. Eso sí resulta chocante. Me parece fantástico que haya colegios religiosos, lo mismo que si los hay que sigan los criterios de Ferrer i Guardia, Rosa Sensat o alguno de carácter laico (el colegio Estilo de Madrid). Lo que ocurre es que creo que solo se debe concertar aquello que la administración no puede prestar. Si hay plazas en el Celestino Mutis , no se deberían concertar todas las líneas en Las Carmelitas, por seguir el ejemplo. Se han cerrado en Cádiz nueve colegios públicos en las últimas décadas y los centros religiosos concertados utilizan la presión de los padres para garantizarse todas las plazas que quieren en los conciertos. Son los padres los que quieren llevar a sus hijos a determinados centros pero que los paguemos entre todos. Maravilloso que cada padre elija el centro que quiera, pero que se lo pague. El que lleva a sus hijos al Guadalete, el Grazalema, el Altillo o el Centro Inglés, lo paga de su bolsillo. Es absurdo que si hay plazas públicas disponibles el Estado pague plazas privadas tan solo porque los padres tienen el capricho o el deseo de que sus hijos se matriculen en ese centro. Conviene recordar también que la Constitución no reconocer el derecho a elegir centro sino a que los hijos se eduquen conforme a las creencias de los padres, lo que ya se garantiza en los colegios públicos, donde se ofrece la religión católica, por ejemplo, impartida por profesores elegidos por el Obispado de turno (otro día hablamos de esto). Imaginemos que se hace lo mismo con la sanidad . Si yo prefiero ir a la Clínica de la Salud aunque haya camas disponibles en la Residencia ¿el Estado me lo tiene que pagar? Si quiero que me atiendan en Sanitas o en Adeslas ¿lo debe pagar el Estado? O si hubiera bibliotecas privadas ¿las paga el Estado aunque haya bibliotecas públicas disponibles? Otra cosa es analizar qué lleva a los padres a elegir centros privados (siempre religiosos) para sus hijos en detrimento de los colegios públicos. En toda Andalucía solo la ciudad de Cádiz tiene más niños en centros concertados que en centros públicos, y somos ocho millones de habitantes. Qué raro ¿verdad? Es cierto, la adminsitración tiene mucha culpa porque no invierte lo suficiente en los colegios públicos, porque no les dota de la plantilla necesaria. El mismo Ayuntamiento mejor haría en dedicar sus esfuerzos en el mantenimiento de los colegios, que es responsabilidad suya. A Susana Díaz se le llena la boca hablando de "mis colegios" y "la joya de la corona" y luego reduce las plantillas, llena los colegios de burocracia y mantiene un férreo dogal desde la inspección. Yo sí creo que tiene mucho que ver con la moda, con la creencia de que ir a un colegio privado da mucho más nivel social en lugar de juntarse con pobres e inmigrantes (la aporofobia, palabra de 2017). Unos por ascencer en la escala social y otros por no juntarse con aquellos que consideran a un nivel más bajo. Sí es cierto que los centros privados concertados suelen tener mejores instalaciones además de la comodidad de que un niño pueda realizar toda su trayectoria educativa en un mismo centro. Hasta ahí , verdad. No es menos cierto que esos centros no admiten a los niños con necesidades educativas especiales, no vaya a ser que el resto se moleste. Una última cosa, por recordar nada más: el caso Jorge Oroz en San Felipe. O cuando las Carmelitas expulsaron a Marina Bermúdez de Castro por enseñar a Machado o a Miguel Hernández.
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