Carlos Rosado sobre Carmen Calvo

26 de agosto 2011 - 12:01

La coherencia infinitesimal de Carmen Calvo

Se acercan las elecciones y los políticos, algunos, ponen a prueba nuestra confianza en el sistema. Empieza este minué de los aspirantes a candidato que tanta vergüenza ajena nos ocasiona. Ya hemos leído el último acertijo de Bono que si- yo- fuera- yo- no- seguiría- pero- si- yo- fuera- tú- me- pondría- en- la- lista. Que ya veré si acepto. Salgado que ni está ni se le espera, les dice a los que no la iban a poner en la lista que se ahorren el castigo. Que ya ha llegado a más de lo que nadie de sus conocidos habría supuesto. Guerra, eso es otro asunto. No es que se lo esté pensando es que le está diciendo a su ego (que no cabe por esta puerta) que tranquilo que “ya he sido el político con más trienios del parlamentarismo español. Desde Recesvinto. Está bien que los socialistas le conserven como un referente que se dice ahora, una especie de monumento vivo de lo que pasó en España hace treinta años. Pero no lo digas tú de ti, ¡Más modestia, prócer! Y en esto llega Carmen Calvo, el faro de occidente, la clave de la bóveda del socialismo cordobés y mundial. Que resulta que ella es muy coherente y que no está dispuesta a ir de número dos de esa comunista que ni es del partido ni nada. Vamos a ver, ni detrás de Victoria Kent ni de Simone de Beauvoir ni de Agamenón el atrída. Está entre las incógnitas de la ciencia política contemporánea descifrar a quien se le ocurrió encomendar la cultura en Andalucía a esta señora. Que alguien convenciera a Zapatero para que se la llevara de aquí aunque fuera a costa de los españoles, es de entender. Que Zapatero se tragara la bola, ya sabemos que no es difícil. Pero cómo tendría que ser su dolor de cabeza cuando en cuanto pudo la mandó al Aventino del Congreso a rascarse con sus compañeros las ronchas de su cese INJUSTO, INJUSTIFICABLE. Siempre he pensado a qué obedecía que no viera nadie que esta señora era un suplicio chino para el que la escuchara hablar sin parar. Y ahora nos viene con la coherencia cósmica. Un globo hinchado con su propio aire. Ella, la política más inane que he conocido nunca, desde José Solís Ruiz. ¡Que ganas tenía de decirlo! No oírla más, ¡qué placer! Y su vuelta a las aulas solo lo siento por sus inocentes alumnos. Pobres víctimas. En El Correo de hoy

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