La chiclanera Manuela González, protagonista en la Semana del Donante del Reina Sofía

Salud

La joven agradecía a los médicos por darle "una tercera oportunidad" durante el acto celebrado en el hospital cordobés

Manuela ha luchado desde los 12 años contra la enfermedad y por fin hace vida normal

Chiclana se suma a la conmemoración del Día Nacional del Donante de Órganos y Tejidos

Manuela González, trasplantada de médula y pulmón, porta el logotipo del 45 aniversario del primer trasplante realizado en el hospital cordobés.
Manuela González, trasplantada de médula y pulmón, porta el logotipo del 45 aniversario del primer trasplante realizado en el hospital cordobés. / Juan Ayala
Ángela Alba

09 de junio 2024 - 06:00

Córdoba/Con tan solo 18 años, la chiclanera Manuela González ya ha vivido tres vidas. Durante nueve años, ha luchado contra la enfermedad, en un momento tiró la toalla y estuvo al borde de la muerte hasta que dos pulmones de un donante la salvaron. En octubre de 2019 recibió en el Hospital Reina Sofía de Córdoba su trasplante de médula para tratar una aplasia y el 5 de febrero de este año le trasplantaron los dos pulmones cuando ya había entrado en código cero: su estado era crítico y dependía de la llegada inminente de un órgano. “Estoy muy bien, gracias a los médicos de Córdoba por darme una tercera oportunidad”, resaltaba Manuela durante el reciente acto de presentación de la XXII Semana del Donante del hospital cordobés que se ha llevado a cabo en los últimos días.

Muy emocionada y con lágrimas en los ojos, esta joven de Chiclana explicó que llevaba “luchando desde los 12 años”. Daba las gracias a los médicos, a las personas que le han dado ánimos y le han “alegrado los días malos” y a los donantes porque por ellos “estoy viva”. “Mi vida ha cambiado completamente, ha pasado de estar oscura con los trasplantes y la quimio a estar de colores”, incidía Manuela visiblemente emocionada.

"Mi vida ha cambiado completamente, ha pasado de estar oscura a estar de colores”

La historia de esta joven pero luchadora chiclanera viene de lejos. Cuando tenía 12 años, comenzó a notar en un ojo un pinchazo que no la dejaba ver. Después de varias pruebas en Cádiz, le dieron el diagnóstico de aplasia medular. Allí estuvo dos años ingresada hasta que le dijeron que no podían hacer nada por ella y la derivaron al Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y posteriormente al Reina Sofía de Córdoba. Estos años han sido “horribles, no tenía vida, no podía salir, estuve cinco meses encerrada en una habitación para que no cogiera ningún virus porque no tenía defensas”, recordaba. El sufrimiento siguió después del trasplante de médula hasta que llegó un momento en el que “tiré la toalla”.

Entonces, la cantante India Martínez la visitó en el hospital e hizo “un trato” con ella. Le dijo que si comía y hacía los ejercicios que le habían mandado los médicos “iba a cantar con ella en un concierto”. Y así fue. La artista bajó del escenario –porque entonces Manuela era menor de edad y no podía subir–, se puso junto a ella y cantaron juntas durante el espectáculo que esta ofreció en el Concert Music Festival de Sancti Petri en 2022. El momento fue “increíble, no me lo creía”, recordaba Manuela. Ahora hace vida normal: “salgo, entro y el otro día fui a un hotel a Málaga y me bañé por primera vez sin oxígeno”, celebraba.

La madre de Manuela, Yolanda de la Torre, explicó en este sentido que el proceso “ha sido muy duro, muy largo y pesado para una niña tan pequeña”. “Hoy es un día de felicidad porque todo está bien, pero la enfermedad que le vino a ella es para una persona adulta, no para una niña de 12 años”, aseveró. Al respecto, destacó que “se lo pensaron mucho” para hacerle el trasplante de médula porque solo había “un 10% de posibilidades” de que saliera bien, pero “nosotros luchamos y fuimos a por todas porque tenía 14 años”.

Manuela durante su intervención en los actos de la Semana de la Donación en Córdoba.
Manuela durante su intervención en los actos de la Semana de la Donación en Córdoba. / Juan Ayala

Después, tuvo muchas complicaciones, como infecciones por hongos en los pulmones, virus o una polineuropatía que la dejó “inválida”. Pasaron los años y la salud de Manuela empeoraba a pasos agigantados. Hasta que se le cerraron los bronquios y tuvo que ingresar en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) en Cádiz. Sus pulmones dejaron de funcionar y entró en coma inducido. “No contaban con ella, pero desde el Reina Sofía dieron la orden de traerla y un helicóptero la recogió en Cádiz”, recordaba su madre. Pesaba solo 28 kilos y respiraba con un pulmón artificial. “Estuvimos siete días velándola, en código cero, hasta que llegó el donante”, apuntaba.

Los médicos “son angelitos” y en especial “el doctor Robles, que le hizo el trasplante y después estuvo con nosotros cuatro días a piñón, mañana, tarde y noche”, destacó Yolanda. Al mes y medio subió de la UCI a planta, donde estuvo otro mes antes de darle el alta. “Y hasta el día de hoy, que parece que hemos venido a Córdoba de vacaciones porque no venimos al hospital”, finalizó.

Un caso médico complejo

El hematólogo José Ramón Molina explicaba en relación con este caso que la historia de Manuela es “bastante compleja desde el punto de vista hematológico y del resto de especialidades”. En 2019, llegó al Reina Sofía procedente de Cádiz con una patología pulmonar que acabó desarrollando una aplasia medular, que generalmente requiere un trasplante de médula ósea. “Sus circunstancias no eran las mejores precisamente por ese problema pulmonar”, pero “aunque nos lo pensamos mucho, finalmente decidimos realizarlo porque en realidad no tenía otra opción”.

El trasplante fue “muy exitoso” porque la médula del donante (que procedía de un país europeo) comenzó a funcionar perfectamente en su organismo. El problema hematológico estaba resuelto, pero el problema pulmonar fue avanzando. El jefe de la Sección de Neumología, José Manuel Vaquero, señalaba por su parte que antes del trasplante tenían que tener “un plazo de garantías de que la enfermedad hematológica no se iba a reproducir”. En ese momento, Manuela ya estaba mal y durante la espera, fue a peor. En los últimos momentos, la joven “tenía una pérdida de peso muy significativa y además dependía de un sistema de ventilación mecánica en domicilio”.

“Durante los últimos meses, nuestra lucha fue intentar que Manuela llegara al trasplante en las mejores condiciones posibles”, apuntaba Vaquero. La joven y su familia se “pusieron las pilas” trabajando con un fisioterapeuta a diario y “llegó en unas condiciones mínimas, que no buenas”. El postoperatorio fue “difícil, como no podía ser de otra manera porque estaba en una situación bastante crítica, pero su juventud y la fuerza de la familia, que ayudó muchísimo, más lo que pudimos aportar desde el equipo médico” ayudaron a que saliera adelante. “Sus padres la han mantenido agarrada a ese halo de esperanza”, concluía el doctor.

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