Chiclana está 'sembrá'

La ciudad vuelve a la tierra con el cultivo de más de 34 productos agrícolas que conviven con el turismo y los servicios

Chiclana tendrá más de 100.000 habitantes en el año 2030

Recolección de la uva en viñedos de Chiclana. / D.C.

En Chiclana se producen al año más de 3.200 toneladas de frutas, verduras y hortalizas, desde el tomate que factura cerca de un millón de euros hasta cultivos tan singulares como la pitaya, de las que se recogen más de tres toneladas. Un perfil de ciudad que vuelve a la tierra para diversificar su futuro.

Chiclana siempre vivió del campo y de alguna manera nunca lo abandonó. En 2026 se cumplen 150 años del título de ciudad, ese trato honorífico que el rey Alfonso XII le otorgó a la villa, entre otros motivos, porque superaba las 3.500 hectáreas de uva palomino, rey y moscatel. Un monocultivo del que Chiclana vivió durante siglos y que se fue al traste en la década de los setenta.

La tierra siguió dando sus frutos, pero a la sombra de la industria, el turismo y el sector servicios. Las hectáreas de viñas se han reducido a 90; las de otros cultivos van por 36 hectáreas productivas solo teniendo en cuenta a la tierra cultivada de los socios que llevan sus productos a la Sociedad Cooperativa de Conil Nuestra Señora de Las Virtudes.

Distinto es el rendimiento de la tierra, que oscila entre las 5,5 toneladas de uvas por hectárea a las 118 toneladas de acelgas, o el valor en el mercado, unos 4.000 euros de precio de venta la tonelada de fresón y entre los 800 o los 1.000 euros la bota de mosto, que son 500 litros, una cantidad que varía en función de la calidad. Ahora la producción de vino es menor, pero juega en la Premier: los vinos de Chiclana están en la Guía Peñín y en la Robert Parker.

En la actualidad, más de 40 productores cultivan 34 productos agrícolas en Chiclana: la mitad de las toneladas son de tomates. Tomates de ensalada, de pera y Rosalinda, también corazón de buey y variedades de cherry, por poner algunos ejemplos.

Le siguen en producción los pepinos, los puerros, las patatas, seguidas por los boniatos, los pimientos, las zanahorias, las cebolletas y el fresón, del que se recogen más de 32 toneladas en Chiclana.

Está relación de productos representa más del 80% de lo que cosecha en Chiclana. Son los datos de la cooperativa al cierre de 2024, que dan una idea de una tierra que es capaz de producir una gran variedad de frutas, verduras y hortalizas. En conjunto, generan dos millones de euros dentro de Las Virtudes, que es quien los comercializa. Una sociedad con más de sesenta años de experiencia que cuenta entre sus grandes ventajas competitivas la gran variedad de productos que se cultivan en su ámbito de actuación: los de siempre y otros más exóticos, que se han adaptado a una tierra rica en materia orgánica, muy mimada, en la que se entierran los restos de cosechas, con un contraste de temperaturas menor que en otros lares y con aguas muy buenas.

El triple de tomates que de uvas

En la última vendimia, en Chiclana se molturaron 486.040 kilos de uva, según refleja el informe del Consejo Regulador de las Denominaciones de origen Jerez-Xérès-Sherry. Una campaña corta, primero por la plaga del mildiu y después por la ola de calor de primeros de agosto. Pese a la disminución de la cantidad, la graduación ha sido superior, entre 12,5 y 13 grados, lo que se traduce en una mejor calidad del fruto.

Lo cierto es que, en comparación, en 2024, se recogió el triple de tomates en una tierra que da de todo.

Entre el abanico de cultivos se encuentran los aguacates, las alcachofas, el apio, el boniato, el brócoli, el calabacín, la calabaza, el cardo, también la col roja, la judía verde, el limón, el nabo, la naranja, el rábano o la zanahoria.

El tomate encabeza todos los rankings porque es lo que más se cultiva: de las 36 hectáreas trabajadas en Chiclana, 13 están dedicadas a este producto, por eso se recogen 1.443 toneladas y su facturación superó los 926.000 euros.

El segundo producto estrella es el puerro: 164.230 euros por casi 209 toneladas, en poco más de tres hectáreas dedicadas a su producción.

Siguiendo la línea de la caja le sigue el fresón, con 132.000 euros por solo 0,71 hectáreas, pero que aportan al mercado 32,72 toneladas.

El tercero en producción es, sin embargo, el pepino, con 248 toneladas con un importe asociado de casi 87.000 euros. A la patata se le dedica el doble de terreno, cinco hectáreas en total y se recogen 191 toneladas, que se transforman en 120.481 euros, según los datos de Las Virtudes. El 75% de toda la producción va al mercado nacional, gran parte a Andalucía.

Productos de la huerta chiclanera en el mercado. / D.C.

Tierra agradecida

En cuanto al rendimiento, lo encabezan las acelgas, con más de 118 toneladas por hectárea, seguidas por los tomates, las berenjenas, el pepino, el pimiento, la cebolla, el puerro y el apio, lo que para la cooperativa demuestra “un alto nivel de eficiencia productiva en muchas de las explotaciones”.

En ese sentido, esa sociedad pone tres ejemplos: la de un terreno que es capaz de producir casi 168 toneladas (casi todas de tomate) en solo 1,74 hectáreas, la de un socio que recoge 379 toneladas de tomate, pepino y puerros en 5,20 hectáreas y la de un tercer agricultor que no llega a las cuatro hectáreas, pero que extrae de la tierra una estupenda combinación de tomate, col y puerro que suman 272 toneladas.

Y es que la mayoría de las personas asociadas cultivan una combinación de productos hortícolas: tomate, calabacín, puerro, fresa, patata, col, coliflor, pimiento, perejil y zanahoria, además de algunos menos frecuentes como la pitaya, los higos, la hierbabuena, los guisantes o la sandía.

En las viñas, el rendimiento medio es de 5,5 toneladas de uvas por hectárea. Cuestión distinta es el precio.

El presidente de la Bodega Cooperativa Unión de Viticultores Chiclaneros, José Reyes, indica que en 2026 se cobrará lo correspondiente a 2025. “Ahora se están decantando los mostos en los depósitos. Luego vendrán los compradores. En 2024, la media fue 800 euros la bota, que tiene 500 litros. El precio de 2025 dependerá de la calidad del mosto. Se escucha que serán unos 1.000 euros, pero ahora mismo está en el aire”, afirma.

Del vino a la cerveza

José Luis Aragón Panés, cronista oficial de la ciudad, sitúa en el 73 la entrada en caída libre de la viña por la crisis del petróleo del siglo pasado y la consiguiente subida de precios. Una situación que, una década después, recibió la puntilla con la expropiación de Rumasa, que era la corporación que compraba el 80% de la producción de Chiclana. El arranque de viñas impulsado entonces por Europa tampoco ayudó. Y menos aún las modas. "Se produjo un cambio sociocultural. Desaparecieron muchos bares de vinos porque la gente joven pedía cervezas y cubatas”, resume el cronista.

De Chiclana a la Robert Parker

Pero algo está cambiando y a mejor. Los vinos de Chiclana se han reducido en cantidad, pero su calidad se ha disparado con el consiguiente espaldarazo de numerosos premios. La Guía Peñín y la internacional Robert Parker ya juegan en casa.

A esto se suma esa nueva generación que está volviendo a la viña. “En general, no hay relevo generacional -añade Panés- pero a lo mejor el romanticismo puede salvar algo, porque hay jóvenes que están regresando porque sus padres tienen un terreno y quieren mantener la tradición. Que los vinos estén siendo premiados, también ayuda”, asegura

La unión que aporta valor

La mayoría de las parcelas dedicadas a los cultivos de Chiclana están en la zona del Pinar de los Franceses, el Molino nuevo, Hozanejos y las Lagunetas de Chiclana.

El informe sobre la actividad de los socios de la cooperativa Las Virtudes en Chiclana resalta que el hecho de que muchas parcelas estén próximas “puede facilitar la planificación conjunta de infraestructuras como el riego, los caminos agrícolas o incluso acciones conjuntas de puesta en valor desde el punto de vista educativo y turístico”.

En contra del crecimiento de los cultivos juega el precio de los terrenos y la falta de mano de obra, de futuros agricultores que le den continuidad al trabajo de la tierra.

Chiclana: un gran escaparate

El pasado día 18 de noviembre, el alcalde de Chiclana, José María Román, y el presidente de la cooperativa, Bartolomé Ramírez, firmaron un convenio de colaboración para poner en valor el cultivo de las verduras y hortalizas de Chiclana. Así, presentaron el logotipo ‘Huertas de Chiclana-Las Virtudes’, un emblema que distribuirán entre los establecimientos comerciales y hosteleros del municipio.

Cierto es que lo que produce Chiclana supone en torno al 11% de la economía que genera Las Virtudes, pero recibe una gran cantidad de visitantes ante la que presumir de productos de kilómetro cero.

Esta iniciativa forma parte de la estrategia del Ayuntamiento de Chiclana para aumentar la producción y promocionar las verduras y hortalizas de proximidad.

Entre ellas se encuentran que el Ayuntamiento bonificará el IBI en un 50% para el próximo año 2026 y en un 80% en 2027 a los socios productores de la cooperativa Las Virtudes. Una decisión que el presidente de la cooperativa, Bartolomé Ramírez, va a “poner de ejemplo a otras administraciones andaluzas. Es una inyección de moral”.

A esta se sumará que cederá tierras municipales con disponibilidad de agua, mejorará los caminos rurales, organizará una feria de promoción de productos de la huerta de Chiclana, convocará un concurso de tapas y facilitará la bonificación del ICIO para la instalación de sistemas fotovoltaicos destinados a la extracción de agua.

Por su parte, la cooperativa Las Virtudes se ha comprometido a participar en la feria de promoción de productos de la huerta, colaborará en la feria de formación y el empleo organizada por el Ayuntamiento, impartirá charlas de concienciación en institutos del municipio y en empresas sobre la agricultura local, la sostenibilidad, el consumo y el fomento de productos de kilómetro cero.

Chiclana y Conil son dos grandes referentes del turismo en la provincia de Cádiz, con más del 35% de las plazas. El alcalde José María Román apunta al respecto: "Es importante que promocionemos nuestros productos entre la gente que viene, en los establecimientos hoteleros y en los restaurantes”.

Ramírez también ha recordado que “es la primera vez que un ayuntamiento como el de Chiclana y una cooperativa como Las Virtudes firman este convenio de colaboración con el objetivo de apoyar la agricultura local". Por ello, ha agradecido al alcalde chiclanero "su apuesta por la potenciar los productos de kilómetro cero. Quiero recordar que los hortelanos también contribuimos al medio ambiente”.

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