Álvaro Urquijo: “Conectamos con nuevas generaciones sin dejar de ser nosotros mismos”

El líder de ‘Los Secretos’ reconoce que todavía se emociona “cada vez que canto a mi hermano Enrique” porque “es como si siguiera a mi lado” y que no han perdido las ganas por seguir aprendiendo

Álvaro Urquijo, durante un concierto.
Álvaro Urquijo, durante un concierto. / EFE

Después de más de cuatro décadas al frente de Los Secretos, Álvaro Urquijo sigue subiendo al escenario con la misma pasión. Hablamos con él sobre la emoción de tocar en directo, el legado de su hermano Enrique, el vínculo con nuevas generaciones y ese espíritu de aprendizaje que nunca se agota.

Pregunta.–Después de tantos años, ¿sigue sintiendo nervios al subir al escenario?

Respuesta.–Sí, claro. Ese cosquilleo no se pierde. De hecho, con los años se transforma en otra cosa: en disfrute. Antes, cuando éramos jóvenes, había ansiedad por hacerlo bien, inseguridad. Hoy tenemos el aplomo que da la experiencia. Sabemos lo que hacemos, y eso nos permite saborear cada concierto con tranquilidad. La llama no se apaga nunca.

P.–Conectan con varias generaciones. En vuestros conciertos van padres con hijos. ¿Cómo lo viven?

R.–Es algo precioso. Hay chavales que nos conocen gracias a sus padres, y luego terminan sabiendo más de nuestra obra que ellos. Otros llegan por las plataformas digitales. Pero más allá de eso, creo que la música tiene una capacidad única de transmitirse por cariño: entre amigos, entre familiares, en un coche, en una fiesta… Así nos ha pasado a nosotros. Hemos tenido la suerte de ser parte de esas bandas sonoras personales.

P.–¿Eso también le ocurrió en su casa?

R.–Sí. Mi padre no era rico ni nos ayudó económicamente, pero tenía pasión por la música. Me crié escuchando Ray Charles, Serrat, vinilos por toda la casa... Y aunque se enfadó cuando decidimos grabar nuestro primer disco, porque quería que siguiéramos estudiando, fue él quien sin saberlo nos transmitió ese amor. La música, para mí, siempre ha sido un vínculo entre personas que se quieren.

P.–¿Hay alguna canción que le siga emocionando especialmente en directo?

R.–Agárrate a mí, María, que compuso mi hermano Enrique en 1996. Es una canción muy íntima, dedicada a su hija, y que habla de sus bajones emocionales. Durante años me costaba cantarla. Ahora la interpreto con orgullo, aunque siempre me remueve algo por dentro. Y luego está Pero a tu lado, que en su momento pasó desapercibida y hoy es casi un himno, sin que haya mediado ninguna discográfica ni serie de Netflix. Es el público quien la ha hecho suya.

P.–¿Siente a su hermano presente cuando canta esas canciones en un concierto?

R.–Mucho. Y también hay una especie de diálogo interno: “Mira, Enrique, esta canción que pensabas que era un fracaso, ahora la canta todo el mundo”. Él no tuvo el reconocimiento en vida que merecía. Me emociona pensar que, a través de la música, seguimos conectando con él. Porque al final, lo que nos une a los demás son las emociones, no otra cosa.

P.–El sonido de Los Secretos es muy particular: casi un puente entre el rock americano y la sensibilidad de la canción española. ¿Cómo se forma esa mezcla?

R.–Escuchamos de todo: folk, country rock de los 70, cantautores como James Taylor, Jackson Browne… Pero también Serrat, Sabina, Aute, Silvio Rodríguez, Milanés. Mi abuelo nos ponía rancheras en verano cuando íbamos a verlo a Alicante. Aprendimos a valorar la melodía, la armonía, la letra. Mi hermano componía a partir de los acordes que yo le enseñaba. Éramos un equipo sin darnos cuenta. Yo traía las influencias musicales, y él convertía eso en canciones.

P.–¿Cómo consiguen mantener su esencia sin caer en la repetición?

R.–No es fácil. Hemos grabado muchos discos, pero es verdad que el público quiere escuchar las de siempre. Y está bien. Uno tiene que asumir que eso forma parte del oficio. Lo importante es no acomodarse. Seguimos autoexigiéndonos. Cada concierto intentamos hacerlo un poco mejor. Yo, por ejemplo, aprendí a cantar y tocar la guitarra rítmica al mismo tiempo tras muchos años de esfuerzo. Nunca dejamos de aprender.

P.–¿De qué se alimentan Los Secretos creativamente en este momento?

R.–De nuestro propio universo. En lugar de buscar colaboraciones por estrategia o adaptarnos al mercado, nos inspiramos en lo que somos. Tenemos un jardín lleno de influencias: rock americano, rancheras, canción española… Y seguimos componiendo desde ahí, con autenticidad. No buscamos ser modernos, buscamos ser sinceros. Muchas de nuestras canciones eran anacrónicas en su momento, pero han resistido el paso del tiempo. Eso nos da seguridad.

P.–¿Qué esperan del público andaluz, y en concreto del de Chiclana?

R.–Andalucía lleva la música en la piel. Allí se canta con el alma, y eso se nota en el público. Es un lugar especial. Tengo amigos a los que envidio por vivir allí. Volver a tocar en la provincia de Cádiz es siempre una alegría. Vamos con todo el repertorio, con todas las ganas del mundo. Porque sabemos que allí la música se escucha, se vive y se siente como en pocos sitios.

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