El Granada-Cádiz del próximo sábado será, de alguna manera, el regreso al pasado de cuatro ex granadinistas que en la actualidad están bajo el paraguas del Cádiz. Se trata de Quique Pina, Juan Carlos Cordero, David Navarro y David Buitrago. Los cuatro tienen trayectorias rojiblanca y amarilla, y todos ellos están unidos por la etapa en el Nuevo Los Cármenes y por la de ahora en el Ramón de Carranza. Juntos para lo bueno, en forma del crecimiento meteórico del conjunto granadinista; y para lo malo al estar todos ellos en la causa abierta con motivo de la 'Operación Líbero', sin duda el episodio profesional más complejo al que se han enfrentado.

Quique Pina y Juan Carlos Corderos fueron las cabezas visibles en el Nuevo Los Cármenes y ahora lo son, en la parcela deportiva, en el Carranza. A David Navarro y a David Buitrago les ha correspondido trabajar desde una segunda línea casi como 'chicos para todo'. Ellos tendrán que rezar el sábado para que el Cádiz salga airoso del encuentro en un territorio que llevaron grabado a fuego por su vínculo profesional, si bien es posible que sentimentalmente exista algo más por aquello de 'donde hubo amor, quedan cenizas...'.

Pina fue el presidente que sacó al Granada del olvido para situarlo en la elite futbolística nacional y que durante cinco campañas se convirtiera en un modesto que se codeaba con los mejores obteniendo permanencias tan sorprendentes como milagrosas. En ese logro y durante ese tiempo, Cordero -su mano derecha- cerraba un año tras otro las mejores plantillas posibles apelando a jugadores desconocidos como apuestas personales de 'la casa' o cesiones a través del Udinese y el Watford. Codo con codo, Pina y Cordero celebraron desde el palco los éxitos granadinistas.

El papel de Navarro y Buitrago también estuvo en la capital nazarí unido al ámbito deportivo. El primero de ellos ejerció de gerente y de delegado del primer equipo, por lo que entre los despachos y el césped cumplió su ciclo en el rival cadista del sábado. En cuanto a Buitrago, el seguimiento de jugadores y rivales, entre otras cosas, eran sus principales labores siempre guiado por Pina y Cordero.

La salida del murciano de Granada hace dos años provocó una marcha en cascada de este cuarteto unido para lo bueno y lo malo. El adiós de Pina trajo de inmediato que él y Cordero pusieran rumbo a la Tacita, donde era esperada la llegada de ambos para controlar la parcela deportiva. Buitrago se unió después en esa rara vinculación de estar a pesar de que se le ve poco. En teoría es el encargado de seguir jugadores y equipos que le asignan el ahora consejero y el director deportivo cadista. Y Navarro continuó el mismo camino por la A-92 para ser nombrado gerente deportivo, con clara dependencia también de Pina y Cordero.

El regreso al Nuevo Los Cármenes será como recordar lo mucho y bueno que vivieron los cuatro viendo el resurgir de una entidad que llevaba demasiado tiempo anclada entre la tercera y la cuarta categoría del balompié nacional. Y también será revivir lo triste que fue el adiós por la sensación que dejó, sobre todo a Pina y Cordero, la salida de este póquer de dirigentes-trabajadores. A pesar de los logros, en la masa social del Granada se reparten los partidarios y los detractores del binomio Pina-Cordero. La cita del sábado puede ser una prueba para ver la reacción de los granadinistas ante la presencia de ambos.

Ahora en territorio cadista, Pina, Cordero, Navarro y Buitrago tratan de volver a disfrutar de un ascenso a Primera, a través del play-off, como el de 2011 en el club del Nuevo Los Cármenes. Pero sin saber si ese sabor llegará a sus bocas, sí han tenido el más que amargo de la 'Operación Líbero', con los cuatro declarando ante el juez José de la Mata, y con Pina dentro de prisión durante algunas semanas. La causa abierta también ha salpicado al Granada, cuya sede fue registrada y señalada de manera importante por la autoridad judicial.

Del rojiblanco al amarillo, es el camino de este póquer de profesionales del balompié que acudirá como 'invitado' a la que fue su sede durante más de un lustro. No estarán como en casa, aunque lo cierto es que últimamente tampoco encuentran esa comodidad en Carranza ni en El Rosal.