El Cádiz CF juega en el fino alambre. No termina de ganar y se tiene que consolar con empatar. La igualada ante el Villarreal supo a derrota y la que obtuvo el domingo 31 de octubre ante el Mallorca (1-1) dejó un sabor agradable porque la logró en el minuto 93 y de penalti. Lozano no marcó pero fue el mejor con diferencia.

La tragedia sobrevoló el antiguo Carranza. Una nueva derrota ante un recién ascendido (tras las sufridas ante el Rayo Vallecano y el Espanyol) hubiese sido demasiado duro de digerir. Pero el equipo nunca se rindió y se agarró a un punto ante la incapacidad de abrazar el triunfo.

Una vez más, un error a balón parado puso cuesta arriba el partido. Los fallos se pagan caros, casi con la derrota. Mientras sigan los errores, sumar de tres en tres será harto complicado.

Un 4-4-2 de manual desplegó un Cádiz CF que pareció arrancar concienciado de la relevancia del encuentro, con Juan Cala y Alberto Perea como novedades en el once respecto al duelo ante el Villarreal.

La repetida apuesta de Álvaro Cervera por Álex Fernández como mediocentro fue la señal diáfana de la necesaria vuelta de tuerca a la creatividad en busca del premio gordo.

No tardó en equilibrarse el juego entre dos contrincantes que ante todo extremaron las precauciones defensivas, conscientes de la importancia no verse por debajo en el marcador.

La prudencia de unos y otros conllevó la escasez de incursiones en las áreas. Los de casa lo intentaron con servicios largos y protagonismo para Choco Lozano, como la jugada en el minuto 12 con una finalización desviada de Jens Jonsson en la primera llegada de verdad.

Nadie arriesgaba más de lo preciso. Sobrino y Lozano presionaron arriba como avanzados de un equipo que quiso adelantar líneas para robar y atacar con rapidez. Lo consiguió alguna vez, aunque sin llegar a crear peligro en el ecuador de la primera mitad.

Sí tuvo muy cerca el gol el cuadro bermellón (minuto 20) con un libre directo desde la frontal del área con el que Salva Sevilla envió el esférico al larguero. Un enorme susto para la parroquia cadista.

El paso del tiempo descubrió una vez más las limitaciones en ataque de un Cádiz CF que dependió de alguna acometida en solitario de Lozano. El hondureño estuvo cerca de marcar en el 27 tras una veloz galopada que culminó, ya en el área, con un disparo que no encontró puerta.

La réplica de los visitantes, un minuto después, no acabó en gol gracias a la parada salvadora de Jeremías Ledesma, ganador del mano a mano con Amath para desviar a saque de esquina el remate del atacante.

El problema llegó después en el lanzamiento del córner. Una vez más, para no perder costumbre, una acción a balón parado se convertía en una condena. Balón al área, pasividad absoluta de la zaga, Cala no llega al balón y Baba, complemente solo delante de la portería, fusiló a placer para poner el 0-1.

Un duro castigo para un Cádiz CF que, con el marcador en contra, se desató en ataque en la recta final del primer periodo, como si no hubiera un mañana.

Lozano tiró del carro arriba y una jugada suya, en el 32, dejó solo a Sobrino solo delante de Reina con un remate que llevó el cuero al larguero tras tocarlo el portero. Una mezcla de mala suerte y falta de acierto del delantero, algo acelerado en sus intervenciones.

El paso al frente de los amarillos supuso por fin la aparición de Alberto Perea, que disparó fuera tras una jugada individual (en el 33). Mereció el Cádiz CF un empate que no logró antes del descanso. De hecho, la desventaja pudo haber sido aún mayor con un nuevo saque de esquina mal defendido por locales y remate fuera de Baba.

Salieron a por todas los anfitriones en la reanudación, más obligados que nunca al menos a esquivar la derrota. Cervera dejó en la caseta a Fali, amonestado, para dar entrada a Víctor Chust.

Todo salía al revés. Los que necesitaban marcar era los de casa pero el que intervenía era Ledesma para sostener a su equipo. En el 48, sacó una mano a lo justo para repeler el latigazo de Kang-in Lee. En el 54, paradón tras un un remate de Ángel.

Los locales acusaron la presión y cayeron en las redes de la precipitación, abocados a arriesgar al máximo pero sin mordiente. Negredo y Tomás Alarcón fueron los siguientes en entrar con media hora por delante con la misión de levantar un equipo a menos, con escasa capacidad ofensiva.

Las llegadas con auténtico peligro fueron a cuentagotas. Veinte minutos tardaron los de casa en hilvanar una acción de mérito. Fue en el 65 con una conexión entre Lozano y Espino con centro del uruguayo el balón de paseo por delante de la portería sin un rematador.

Mientras los amarillos no se aclaraba mientras en el 70 se produjo una de esas jugadas consideradas claves en el devenir de un partido. Espino sufrió una clara falta en la banda no señalada por Pizarro Gómez, el balón siguió en juego e Iza Carcelén derribó a Dani Rodríguez cuando se marcha solo hacia la portería defendida por Ledesma.

El árbitro expulsó al portuense pero desde el VAR le avisaron de la falta anterior sobre Espino. Tres minutos duró la revisión en el monitor hasta que rectificó y anuló la cartulina roja.

La tensión subió varios grados. Los isleños perdieron todo el tiempo que pudieron y los locales empujaron con más corazón que cabeza, casi sin tirar a puerta. Un cabezazo alto de Lozano, algún centro sin remate... poco más.

Con Arzamendia y Osmajic como últimos recursos, y Álex de lateral derecho, el arreón final fue un querer y no perder, con el Mallorca con un jugador menos desde el 87 por expulsión de Sadler y sólo seis minutos de prolongación que pasaron volando.

En pleno tiempo extra, cuando todo parecía perdido, Lozano penetró en el área tras una pared con Negredo y fue derribado por Baba. Penalti claro transformado por el propio Negredo con un lanzamiento duro y raso para que el balón entrase por el centro. 1-1 que da un poco de oxígeno.