La caída libre que no cesa
Cádiz cf
La llegada del técnico no frena la tendencia negativa de un equipo minado en el plano mental y en el futbolístico
El primer encuentro de Raúl Agné como responsable del banquillo del Cádiz no frenó la espiral negativa de un equipo sin rumbo fijo desde hace un par de meses. El estreno del entrenador deja al menos dos conclusiones. La primera, que los jugadores está negados, ya sea por incapacidad mental, futbolística o por un compendio de ambas limitaciones que impide cualquier posibilidad de victoria. Todo lo que puede salir mal, sale y hasta Murphy, con su ley implacable, se ha puesto en contra del conjunto amarillo.
La evidente falta de la mínima calidad exigible a un equipo con el peso histórico del Cádiz -hundido en la zona de descenso a Tercera División y, de momento, sin visos de reacción- sufre la pegajosa compañía de la mala suerte. La fortuna es esquiva, como quedó patente con el desgraciado accidente del pasado domingo, a tres minutos para el final del partido, que costó la novena derrota del curso.
La segunda conclusión es que el nuevo míster corre peligro de ser devorado por su propia plantilla, como ya le ha sucedido a Alberto Monteagudo, primero, y Ramón Blanco, después. Agné es hombre de carácter fuerte, con un discurso contundente y además no se corta un pelo a la hora de dirigirse a sus pupilos, pero con los defectuosos mimbres de que dispone poco más puede hacer salvo tratar de sacar adelante el duelo provincial contra el Atlético Sanluqueño y esperar con paciencia a que los rectores del club salgan de compras en el mercado de invierno con una tarjeta de crédito sin límite de gastos. Porque los propietarios del Cádiz tendrán que rascarse el bolsillo si de verdad apuestan por la entidad que adquirieron hace unos meses. En enero hace falta un lavado de cara de la plantilla para al menos evitar un descenso que conllevaría como desastrosa consecuencia la desaparición de una entidad atrapada en la maraña de un concurso de acreedores merced a una deuda de unos 14 millones de euros.
El caso es que el equipo gaditano no sólo no levanta cabeza, sino que cada semana esta más hundido y ahogado en su propia miseria. El Cádiz encadena ocho partidos sin conocer la victoria, la peor marca que ha contabilizado durante toda su trayectoria en la categoría de bronce. Y para más inri, suma la friolera cifra de 550 minutos si marcar un gol, es decir, seis partidos y algunos minutos más. El último tanto data del 4 de noviembre y llevó la firma de Moke, aunque de poco sirvió ante la estrepitosa derrota frente al Arroyo (2-5).
La racha negativa se traduce en un solo punto sumado de los último 24 disputados, con un desastroso balance de siete derrotas -frente a Cacereño, Arroyo, Albacete (todavía con Alberto Monteagudo), Écija, Melilla, Lucena (con Ramón Blanco) y Jaén, ésta ya con Raúl Agné- y una pobre igualada en Carranza ante La Roda entre tanto desatino.
El Cádiz tiene la salvación la tres puntos y esa es su mayor prioridad tras diecisiete jornadas. De la fase de ascenso le separan doce puntos y trece equipos enmedio. Un mundo.
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