Este sábado en el Ramón de Carranza, al igual que ocurrió el domingo pasado en el Nou Estadi de Tarragona, habrá un protagonista sobre el terreno de juego que no vestirá de corto: la estadística.

En tierras catalanas se midieron el peor local y el peor visitante, y la estadística se rompió a favor de los que viajaron con pocos puntos en la maleta. Ahora se van a ver las caras el mejor equipo en su feudo de la segunda vuelta con el que peor números ofrece a domicilio. ¿Qué pasará? ¿Qué misterio habrá? Para Cádiz o Real Sociedad, para el que salga vencedor, la del próximo sábado puede ser su gran noche...

La escuadra donostiarra está obligada a vencer en Cádiz si quiere adelantar la celebración por el ascenso a Primera y no verse con presión en las dos últimas jornadas. Pero la estadística no juega a su favor: no sabe lo que es llevarse los tres puntos del Carranza en toda su historia y sólo ha ganado un partido en 2010 fuera de Anoeta: el 16 de enero en Balaídos ante el Celta (0-1).

Desde entonces, a los aficionados blanquiazules ver a su equipo fuera de casa no les ha deparado más que sinsabores, al acumular cuatro derrotas y cinco empates y no saber lo que es una victoria en todo lo que se lleva de segunda vuelta. Sus números son malos en todos los aspectos cuando se circunscribe el protagonista que no viste de corto a los encuentros como foráneo, ya que el equipo de Martín Lasarte sólo ha marcado cuatro goles para lograr nueve de 33 puntos posibles en 2010.

Más allá de la posibilidad del ascenso, será un partido especial para el ex cadista Diego Rivas. El manchego se mostraba centrado en su comparencia ante la prensa vasca: "Vuelvo con la camiseta de la Real Sociedad y a intentar cumplir el objetivo del ascenso a Primera División. Con la camiseta del Cádiz tengo recuerdos buenos y no tan agradables; el mazazo que recibimos es difícil de olvidar". "Sigo teniendo amistades y buenos compañeros y por unos minutos nuestros objetivos estarán enfrentados, pero ojalá que al final los dos acabemos bien la temporada", deseó Rivas.