Cádiz CF

Locura disfrazada de amarillo

  • El autobús con técnicos y jugadores, escoltado por una multitud, tarda dos horas desde el Ciudad de Cádiz hasta Diputación

Las calles de Cádiz se convirtieron ayer en un reguero incesante de aficionados vestidos de amarillo que fueron surgiendo desde todos los rincones hasta formar una muchedumbre impresionante decidida a aguantar lo que hiciera falta para recibir como héroes a los técnicos y jugadores que el día anterior habían culminado la proeza de ascender a la categoría de plata del fútbol español, un objetivo que tan solo tres meses atrás se antojaba prácticamente imposible de alcanzar a la vista de que el rendimiento estaba siendo decepcionante y no invitaba a confiar con argumentos reales en un futuro inmediato plagado de éxitos. Pero llegó Álvaro Cervera, observó las primeras semanas lo que tenía entre manos y decidió cambiar la mentalidad de sus pupilos y la manera de jugar los encuentros. Esa medicina la aplicó desde el inicio de la fase de ascenso y, sorprendiendo a propios y extraños, se salió con la suya.

El cadismo tenía muy claro que el día después del salto a Segunda División A tenía que dedicarlo a homenajear a unos futbolistas que durante el último y principal tramo de la temporada dieron el callo a base de bien y obedecieron a las mil maravillas las atinadísimas instrucciones de su entrenador. Y así lo hizo, aunque desde los más mayores hasta los más pequeños tuvieron que aguardar varias horas para ovacionar a sus ídolos debido a que el retraso respecto al programa previsto resultó más que apreciable. La llegada de la plantilla a la capital ya se hizo esperar bastante y eso propició que el arranque del paseo triunfal en autobús descubierto desde la altura del Complejo Deportivo Ciudad de Cádiz se llevara a cabo alrededor de las 21:15 horas cuando estaba anunciado para las 19:30.

 

 

 Desde ese momento, el autobús principal, con los jugadores y técnicos, precedió a otros dos con familiares, empleados del club y periodistas. La caravana avanzó a velocidad de caracol, con multitud de cadistas haciendo el mismo trayecto, pero a pie, justo detrás del primero de los autocares. Cánticos, vítores y el himno oficioso surgido de la pluma de Manolito Santander se escucharon una vez tras otra a lo largo de un camino hacia Diputación que pareció interminable. No en vano se llegó pasadas las 23:00 horas, dos después de haber partido desde la entrada de la ciudad. Pero nadie protestó porque del primero al último solo tenían en el pensamiento premiar a quienes les habían hecho llorar de alegría. Ya solo faltaban unos minutos para el momento cumbre, el que se iba a vivir en la plaza de San Juan de Dios.

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