Ajeno a la explosión de alegría que se vivió en Carranza el pasado domingo tras el pitido final del colegiado, Kiko Casilla abandonaba cabizbajo y entre lágrimas el césped del estadio gaditano. Durante el partido y con el marcador en contra la afición le había señalado y al término del encuentro sus compañeros le buscaron para ayudarle a pasar el trago. Un gesto que el meta no olvida. "Sabían que lo estaba pasando un poquito mal y ahí se ve la unión del grupo", explicó hoy el tarraconense a su paso por la sala de prensa de El Rosal.

Casilla asume las críticas de la afición, que "está en su derecho de decir lo que quiera", pero no esconde que "lo pasas mal porque juegas en casa y que te digan de todo no le gusta a nadie. Fue duro mantenerse ahí pero al final el equipo ganó y ya se ve todo de otra manera".

El portero, cedido al Cádiz por el Espanyol, no pudo reprimir las lágrimas al concluir el partido ante el Albacete y reconoce que "es jodido que en tu casa te piten pero si salí cabizbajo también fue por la emoción de ir 1-3 y remontar, era más emoción que tristeza". Lagrimas como liberación tras la tensión vivida antes de que llegara la remontada y tres puntos vitales para acercarse al objetivo de la salvación.

El encuentro del domingo queda atrás y ahora toca pensar en el Cartagena, donde van "con toda la ilusión del mundo y con la idea de ir sumando". Lo ideal sería sumar de tres en tres, pero tampoco deja escapar Casilla la importancia de cada punto cosechado lejos del Carranza. "Fuera de casa lo importante es puntuar", concluye.