Con Alessandro Gaucci dando vueltas de nuevo por su país natal en busca de dinero para aliviar la penuria económica que asuela las arcas del Cádiz, la actualidad deportiva se halla marcada por las dos caras tan diferentes que está mostrando el equipo amarillo en el transcurso de la presente temporada. El Cádiz casero suma puntos en cantidades industriales, casi al máximo de lo factible, pero el Cádiz viajero suele regresar de sus desplazamientos con el maletero vacío o casi vacío.

Visto lo visto y salvo un cambio radical de rendimiento cuando no se actúe delante de la propia afición, la gran clave para clasificarse para la fase de ascenso a la categoría de plata podría residir en proseguir con la marcha casi inmaculada como escuadra anfitriona. En esa faceta conserva la imbatibilidad con un total de cinco triunfos y un empate, lo cual alimenta la ilusión de finiquitar el ejercicio sin conocer la derrota delante de la parroquia cadista, hecho que cuenta con siete antecedentes en la historia del club.

La primera vez que el Cádiz no cayó nunca en casa se remonta a la temporada 1941/42, con el equipo en Segunda División a las órdenes de José Quirante. El calendario de su grupo, muy reducido, motivó que sólo actuara en siete ocasiones como local, venciendo en seis e igualando en la restante. Después jugó otra liguilla pero únicamente era clasificatoria para la competición copera.

Desde que debutó en categoría nacional pocos meses antes de la Guerra Civil, el club gaditano sólo militó un año en categoría regional. Ocurrió en el curso 1944/45, cuando los entrenados por Juan Bejarano comenzaron en un grupo de seis con cuatro victorias y unas tablas en Mirandilla. Luego jugó dos eliminatorias de ascenso y una de repesca, ganando siempre en campo propio pese a caer en el global de la segunda de aquellas.

El Cádiz de la temporada 1946/47, con Gabriel Andonegui como técnico en Tercera, coleccionó ocho triunfos y un empate en su grupo, y después seis victorias y una igualada en la denominada como fase intermedia.

El pleno se rozó en el ejercicio 1952/53 de Tercera. Con Higinio Ortúzar en el banquillo, el balance en casa se elevó a 14 éxitos y unas tablas.

Ya en Segunda, Santiago Núñez consiguió que su plantilla terminara invicta en el Ramón de Carranza la liga 1957/58, con 12 triunfos y cinco empates.

El registro más brillante, en cualquier caso, corresponde al equipo cadista de la temporada 1962/63. Ni un punto voló de la capital gaditana en 15 encuentros, hazaña de los dirigidos por José Luis Riera. El ascenso a Primera División se frustró por culpa de lo acaecido lejos de Cádiz, donde se ganó dos veces y se empató otras tres por nada menos que 10 derrotas.

Desde el precedente más cercano en el tiempo ya han pasado más de cuatro decenios, coincidiendo con la última presencia en Tercera. La campaña 1969/70 se coronó con el ascenso a la división de plata a las órdenes de León Lasa. En el grupo se produjeron en el Carranza 17 victorias y dos tablas, incrementadas estas en una unidad en la exitosa eliminatoria de ascenso contra el Racing de Santander.