El Cádiz CF anunció poco antes de las nueve y cuarto de la mañana del martes 11 de enero que Álvaro Cervera deja de ser el entrenador del conjunto amarillo.

Cervera recibió la comunicación de su su despido a primera hora de la mañana y fue entonces cuando ya dejó de ser el técnico. Se cumple el guión previsible desde que el lunes el club decidió dar un cambio de timón en busca de un revulsivo en la pelea por la permanencia en Primera División. Si no surgen contratiempos, Sergio González será anunciado como nuevo entrenador.

El hasta ahora preparador cadista se marcha por decisión de la entidad después de más de cinco años y medio en el banquillo plagados de éxitos salvo en los últimos meses. El equipo no funciona y el que paga los platos rotos es el entrenador.

Los acontecimientos se precipitaron después de la derrota sufrida por el Cádiz CF ante el Osasuna en el arranque de la segunda vuelta. La pésima imagen ofrecida por un equipo sin capacidad de reacción fue la gota que colmó el vaso de la paciencia del club.

Cervera aterrizó en el Cádiz CF en abril de 2016 a falta de cuatro jornadas para el final de la Liga en Segunda División B. Su llegada cambió el signo del club. Con él se abrió una etapa de éxitos con un estilo de juego basado en la defensa que dio frutos hasta hace unos meses, cuando el equipo dejó de cosechar resultados hasta ubicarse en zona de descenso y convertirse en claro candidato para bajar a Segunda.

Cervera logró dos ascensos hasta llevar al Cádiz CF a Primera. Implantó el lema que se ha hecho eterno: La Lucha No se Negocia que perdurará en el tiempo.

Sacó al Cádiz CF de Segunda B, lo mantuvo en la batalla por el ascenso cada una de las cuatro temporadas en Segunda A, lo condujo a la élite, consiguió la permanencia con la mejor clasificación de la historia del club amarillo en Primera (12º puesto como en la campaña 1987/88 con Víctor Espárrago) 

El hasta ahora entrenador del equipo amarillo se va con un balance de 257 encuentros oficiales distribuidos en 97 victorias, 83 empates y 77 derrotas.

Con su prolongada estancia en el banquillo, Cervera se empapó de cadismo y gaditanismo. Se siente un cadista más y un gaditano más, pero ahora le toca sufrir el lado más amargo de la profesión de entrenador.