Ciudadanos de Cádiz

"Al 'totalmente confirmado' no le perdí dinero, dejé de ganarle"

  • Aunque mucha gente lo relaciona sólo con el fútbol, a Quique Lafuente le apasiona el balonmano, de ahí que sea crítico con la situación del deporte de sala en la ciudad

Su coletilla “Totalmente confirmado” se hizo famosa en la radio, gracias a su labor con el micrófono inalámbrico de la SER en el Carranza entrando en Carrusel Deportivo. Quique Lafuente: ligado al fútbol, al balonmano, al Carnaval... Un gaditano que se reivindica como ‘beduino’. 

—¿Qué es lo que está totalmente confirmado?

—(Se lo piensa un rato) Que vamos en decadencia. Que este Cádiz era una ciudad que vivía del ingenio, del arte de su gente, de gente lista, rápida de mente... y hoy por hoy los están aburriendo. Una ciudad que tenía una vida con la industria y ahora languidece. Y es que 16 años no se puede estar en un trono. Es contraproducente para la ciudad y para la persona que está ahí. Aire fresco vendría bien aunque ganara otra vez el PP. El mismo equipo de gobierno tanto tiempo no es bueno y se hace de la política un oficio. Debe ser un servicio a la ciudad, no un trabajo.

—Esa coletilla le va perseguir siempre. ¿Cómo nació?

—Pepe Domingo Castaño estaba intentando dar forma a una publicidad nueva que había entrado en Carrusel Deportivo. Fue llamando a los inalámbricos. Ese año estábamos en Primera, el último que estuvimos, y llamaba a los campos diciendo “¿Se confirma lo de la tarjeta Banesto?”. Llama a Cádiz y yo le digo: “Por favor, Pepe, totaaaaalmente confirmado”. Enseguida sonó el ‘aleluya’ en el Carrusel y se quedó. Pepe Domingo le dedica en su libro sobre Carrusel Deportivo un capítulo especial a ‘totalmente confirmado’. Pepe es un buen amigo mío.

—¿Es verdad que la usaron para unos videojuegos?

—Alguien me avisó de que sonaba la coletilla en los videojuegos, con mi voz. Yo nunca la acuñé, no le di mayor importancia, aunque hubo quienes me animaron a registrarla.

—¿Le ha perdido dinero al ‘totalmente confirmado’?

—No, he dejado de ganarle.

—¿Cómo llega a la SER?

—Yo siempre he presentado las fiestas que se celebran en la Residencia Militar de Cortadura. Allí, presentando una celebración con motivo del ascenso del Gades a Primera B, le digo a Juan Limón, que estaba en Onda Cero, que tenía que darle más cariño al balonmano en antena. Él recoge el guante y me dice que lo haga yo. Me da 10 minutos los miércoles para hablar de balonmano, a pesar de que nunca había hecho radio. Fue a mediados de los 90. Poco después me llamó Antonio Hernández Rodicio, ahora director de la Cadena SER, para colaborar de inalámbrico. Lo que me ofrece me gusta y me quedo. Y empiezo a hacer también Carnaval en el Falla. Theo Vargas me acoge muy bien... y hasta hoy.

—Cuente alguna anécdota de su labor ante el micro.

—Jugaba el Cádiz en Carranza un partido de Copa del Rey contra el Osasuna. Al final del partido entré en directo para Carrusel entrevistando a un jugador de ellos, Palacios, y le pregunto “¿Os han dao cacer (quehacer)?”. No lo entendía. Le tuve que repetir la pregunta. Quería lucirme un poco y entrevistar a un jugador de Primera. Tuve que decirle “¿Que si os han dado trabajo?”. A mí me extrañaba que mantuvieran la conexión en un momento en el que terminaban muchos partidos a la vez y el Carrusel no suele esperar cuando no contestan. Luego, a final de año, vi que lo ponía la SER como uno de sus principales gazapos del año.

—¿Qué le dijeron Paco González y compañía?

—Ese día nada. Pero al año siguiente nos toca el Betis y en el descanso abordo a Joaquín, paisano nuestro. Y le pregunto “¿Os han dao cacer?”. Y me contestó: “Sí, sí, bastante trabajo...”. Al acabar con Joaquín le dije a Paco González: “Paco, ¿ves como éste sí me entiende?”. Ahí se formó el taco y empezó mi amistad con Paco. Que, por cierto, luego me salvó el pellejo. 

—¿Cómo fue eso?

—Justo al año siguiente, al subir el Cádiz a Primera, había planes de sustituirme y Paco González llamó a Radio Cádiz para decir que me quería en Cádiz aunque fuera perteneciendo únicamente a Carrusel Deportivo. Y me salvó. 

—Cuántos partidos a pie de campo y qué pocas alegrías del Cádiz.

—Es verdad. Pero la del ascenso en Chapín fue enorme, y no porque fuera en Jerez. El Xerez nunca fue el enemigo deportivo del Cádiz, era el Sevilla. La rivalidad viene de los violentos y del hecho de bajar a Segunda B, cuando nuestra categoría fue siempre de Segunda A para arriba. Recuerdo también el de Irún. Y el de Las Palmas, aunque no viajé. Es curioso, entré ocho veces para Carrusel Deportivo, todo un hito, desde un estadio donde no se estaba jugando un partido. El Carranza, donde había ocho mil personas siguiendo el partido en una pantalla.

—¿Qué piensa de la situación del Cádiz en los últimos años?

—En el momento en el que se crean las sociedades anónimas deportivas se sabe que los clubes potentes van a seguir ahí y que los modestos van a sufrir. La situación es caótica: en ley Concursal, ha cambiado de plantilla cada año, está regido por unos señores que se están dando cuenta de que estamos en una capital de provincia sin equipos en la elite y que detrás hay un mínimo de 6.000 fieles... Desde mi punto de vista la afición es una de las mejores de España. Sigue ahí a pesar de tantos desencantos. Esto es muy fácil: si estos señores vienen a poner dinero de verdad, tirarán para arriba. Si no, acabaremos como los vecinos. También nos hemos malacostumbrado a tener el presupuesto contando con el dinero del Ayuntamiento. Un club tiene que vivir de sus socios y calentarse la cabeza para sacar dinero. También es cierto que aquí las empresas no han ayudado nada.

—Usted que sigue la actualidad del Cádiz, ¿puede dar un mensaje de optimismo para esta campaña recién comenzada?

—Sí, en principio parece que se están haciendo las cosas bien. Creo que hay que apoyar a los actuales propietarios porque nos jugamos el futuro deportivo del Cádiz. Los gestores saben que si lo hacen bien, serán 12.000 los que estén detrás apoyando. A un señor que dejó once millones de déficit lo sacaron a hombros de Las Gaunas.

—Confiese: usted es devoto de otros colores aparte del amarillo.

—Soy del Cádiz B, del Balón y de todos los equipos inferiores del Cádiz. Y además soy simpatizante del Zaragoza, por sangre, y sobre todo del glorioso club que habita en Madrid y que viste de rojo y blanco: ¡del Atlético de Madrid!

—Le tienen en Cádiz por un hombre futbolero, pero pocos conocen su vinculación al balonmano. 

—Me gusta más que el fútbol, eso está claro. Yo he sido árbitro en la segunda categoría nacional, entrenador, delegado y he trabajado seis años en la Federación Española de Balonmano. Me apasiona. Si en la tele hay partido de balonmano, lo prefiero al fútbol.

—¿Qué pasa en esta ciudad con el deporte minoritario y tan pocos equipos en categorías nacionales?

—El balonmano ha tenido mucho nivel y el fútbol sala ni te cuento, con jugadores gaditanos en muchos equipos de Primera. No tenemos apenas equipos en categorías nacionales. Lo máximo, el Cádiz en Segunda B. Que es lo único que interesa en San Juan de Dios. Con la mitad de lo que el Ayuntamiento le da al Cádiz, tendríamos más de un equipo de sala en categoría nacional. Lo del pabellón polideportivo Fernando Portillo es la vergüenza nacional. Lo derriban, un pabellón que era una monería, porque dicen que tienen que hacer un aparcamiento debajo que sirva para la Ciudad de la Justicia. Si tengo un club que se sustenta de la taquilla, ¿dónde lo meto? En el Ciudad de Cádiz es difícil. Una ciudad sin pabellón con aforo suficiente. Quisieron traerse la final de la Copa del Rey de balonmano en 2012, y tuve que decirle a los directivos de la federación nacional que aquí no teníamos sitio para albergar a tres o cuatro mil personas. ¿Cómo vamos a tener un equipo de sala con categoría?

—Cambiemos de afición. El Carnaval, por ejemplo.

—Siempre fui aficionado. Me llegué a escapar del internado en Sanlúcar, con 15 años, para ir al Falla por la tarde. Una locura. Porque yo soy concursero a tope, es lo que más me gusta del Carnaval. Estar trabajando en la SER desde el 97 en el concurso para mí es un regalo. Lo ves todo y puedes entrar en todas partes en el Falla. 

—¿Cómo llega usted a Los Dedócratas?

—Teníamos una pandilla de amigos con mucha actividad en la cofradía de Jesús Caído. Nos reuníamos en el bar La Fuente. Allí nos dijo Miguel Ángel Maján que quería sacar un coro con Salvador Ramallo. La mitad del coro era de la cofradía, la otra la aportó Miguel Villanueva, con gente de la escuela de Magisterio como El Gómez, Emilio Rosado, Manolo Barrios... que a su vez fueron trayendo más gente. Empezamos a ensayar en el Baluarte de la Candelaria. A mí Dios no me dio voz como a ‘Los cristalitos’, pero no andaba mal de oído. Aquello sonaba fatal. Me fui del coro. Entonces Ramallo llama al maestro Escobar para arreglar aquello. Y a mí me dicen que las telas estaban compradas y que teníamos que salir. Volví y ya estaba el coro cantando de otra manera.

–Pero usted no llegó a cantar en el Falla, ¿no?

—Así es, mi amigo Quino González Bustamante me dijo que no iba a cantar, porque no sabía, y que iba a salir de postulante. Me pidió que le acompañara y le dije que sí. Vendimos en un día y medio toda la partida de libretos. Tuvimos que pasar el colador. Sacamos un buen dinero.

–¿Eran conscientes de que estaban haciendo historia?

—Qué va. Fue una concatenación de hechos. Unión de jóvenes con veteranos. Estudiantes, profesionales liberales... Fue un ‘boom’ social, porque no había costumbre de que saliera gente así en el Carnaval. Fue tan sencillo como que el coro gaditano estaba en horas y bajas y queríamos hacer algo y que, para que negarlo, era más fácil que sacar una chirigota o una comparsa. El coro empezó a gustar. Cantábamos temas diferentes a los habituales. El tema de Marruecos, el problema de los maestros, la ciudad que languidecía... Estuve en el coro hasta ‘La corporación bajo mazas’, y decidimos un grupo sacar para la calle ‘Los buscaoros’. Luego vinieron ‘Los pellejazos’ y demás. Luego volví con ‘Quédate con mi copla’.

–¿Qué opina del actual Carnaval?

—En la calle, una locura. Sobrepasado por los gamberros. El concurso me encanta con su nueva fórmula. En la final está todo el pescado vendido, pero las tres semifinales son tres finales. No me importa que dure tanto. Me encantan sus entresijos. Los nervios de sus componentes aunque hayan salido 38 años.

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