Las torres de la Bahía de Cádiz: todo un alarde de ingeniería en pleno siglo XX
Fue construida como heredera del sistema de Eiffel con un avanzado diseño que permitía repartir los esfuerzos mediante un gran número de piezas pequeñas, fáciles de galvanizar y montar
El reto de sustituir los 15.000 metros de cableado que unen las torres de la Bahía de Cádiz
El hijo del ingeniero que dirigió la obra: "Fue la obra a la que más amor le tuvo mi padre"

El skyline de la Bahía de Cádiz no se entiende sin las esbeltas figuras de sus dos torres que sostienen el tendido eléctrico de Cádiz a Puerto Real. La torre de Puntales y su gemela en el bajo de la Cabezuela, dos iconos constructivos que desde 1961 dibujan el cielo gaditano y que durante décadas fue la construcción civil más elevada de la ciudad, hasta que emergió el Puente de la Pepa.
Esta construcción supone un símbolo indiscutible para Cádiz y los gaditanos, porque desde lejos anuncia su cercanía. Pero también lo es para la arquitectura contemporánea del siglo XX, por el rigor constructivo con que fue diseñada y erigida a finales de los 50 del siglo pasado, cuando la industria naval empezaba a despegar en Cádiz.
Las torres de la Bahía de Cádiz son las torres de tendido eléctrico más altas de España y de las más altas del mundo. Una encrucijada de acero galvanizado de gran belleza constructiva basada en un tejido de montantes, anillos y diagonales de 510 toneladas cada una, que se eleva hasta 150 metros sobre el nivel del mar. De hecho, es la heredera del sistema que inauguró Eiffel a base de multitud de piezas pequeñas que se unen creando celosías y mallas, en una configuración que le confieren una esbeltez y ligereza únicas.
Todo un alarde de ingeniería ideada por el ingeniero Alberto Toscano, que se desarrolló bajo la supervisión y dirección de Remo Scalla. Juntos sentaron un buen precedente en el estrecho de Messina, que alcanzaban 220 metros, para culminar las de Cádiz en una ejecución todavía más refinada. Como iconos estructurales parecidos, citar el memorial a la Tercera Internacional de Vladimir Tatlin, un hito de 400 metros que no llegó a construirse, así como la torre de Radiodifusión de Moscú, de Vladimir Shújov.
Pero, ¿cual es su historia?
Según contaba José María Díaz Mancha, el responsable de Alta Tensión de Endesa en Andalucía y Extremadura y coordinador de los trabajos de sustitución del tendido eléctrico a partir de la próxima semana, la construcción de las torres tiene una estrecha relación con la construcción de la Central Térmica de Cádiz en los años 50 "pues se diseñaron para evacuar en la subestación de Puerto Real la energía que se producía en estas instalaciones".
Con este objeto se estudiaron diferentes soluciones, como que el tendido discurriera por el istmo de Cádiz y las zonas de salinas de San Fernando, o incluso un cable submarino cruzando la Bahía. Pero ambas fueron desechadas y la solución pasó entonces por cruzar la bahía con una línea eléctrica de doble circuito de 132 kV y un gran vano, ya que la distancia entre ambas torres es de 1.639 metros.
Este proyecto tuvo que ser aprobado en 1955 por la Marina, debido a su cercanía con la Base Aeronaval de Rota, estableciendo como condición indispensable que la altura mínima de los cables fuera de 50
metros sobre el nivel del mar.
Alberto Toscano fue el encargado de diseñar dos torres idénticas de 150 metros desde el suelo, con un diámetro de 20 metros en su base que va estrechándose hasta su punta superior, con solo 6 metros de diámetro. En cada una de estas torres se apoya una cruceta colocada horizontalmente de estructura metálica de 70 metros de longitud.
Junto a Remo Scalla, también ingeniero, idearon un sistema de dos pórticos de amarre de hormigón armado que soportasen el tiro de los seis conductores que tendría la instalación. El primero de ellos, el de la torre de Puntales, se instaló en la zona de la central térmica junto al parque de transformación y recibió el nombre de Pórtico de San José, mientras que el segundo se situó en el límite terrestre del bajo de Cabezuela y se denominó Pórtico Cabezuela.
Para la instalación de las torres, debido a su elevada altura de 150 metros, se tuvieron que barajar diferentes fórmulas y finalmente se decidió utilizar una grúa grande de 40 metros de altura, con dos brazos móviles de 8 metros de alcance de 180 grados de movimiento horizontal cada uno. Las torres se montaron por partes de un máximo de 2.000 kilos de carga y para su colocación se tuvo que elevar la grúa en cada uno de los tramos que se instalaban.
El peculiar y avanzado diseño de las torres permitía repartir los esfuerzos mediante un gran número de piezas pequeñas, fáciles de galvanizar y montar. Es decir, la cualidad fundamental era que el
fallo de un elemento encuentra colaboración entre los otros contiguos de iguales características.
Una vez terminada la ejecución del mástil de las torres se construyó la cruceta, fijada por su parte central al poste de apoyo, y se procedió a la colocación de las catenarias, siendo el estudio del tendido de los conductores uno de los problemas más laboriosos de esta instalación.
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