Ojalá existiera lo de la OTI
“Creo que la siguiente persona que ocupe el Rectorado va a ser una mujer”
De Cerca | Inmaculada Díaz Narbona
Feminista y comprometida: profesora de filología francesa y de literatura africana, fue una de las primeras vicerrectoras de la UCA y la creadora del aula universitaria de la mujer; y también concejala.
Inmaculada Díaz Narbona (Málaga, 1955) ha sido muchas cosas. Profesora, fundamentalmente, pero también una mujer comprometida con su entorno y con el reto por bandera de la igualdad real. Fue una de las primeras vicerrectoras de la Universidad de Cádiz (UCA) y también una testigo de excepción de los primeros pasos de su creación.
–¿Cómo era la Universidad del 78, cuando llega a Cádiz?
–Era otro ambiente, otra universidad, éramos muy pocos, era una familia grande. Ahora se cumplen 40 años del decreto de creación. Me invitaron para la mesa de representantes de aquel primer claustro, pero la universidad para mí también va ligada a mi marido, y agradecí la invitación, pero… Ya para mí es muy emotivo celebrar los 40 años de la universidad. Los dientes no, pero las muelas del juicio las he echado aquí, y me las han quitado aquí (ríe).
–Siempre con filología francesa.
–Sí, lo que pasa es que después hice la tesis de literatura africana. Empecé a trabajar en literatura africana muy pronto.
–¿Y por alguna razón literatura africana?
–Pues fue un poco al azar. Yo iba a hacer la tesina de un autor del siglo XX que jugaba mucho con las palabras, y yo estaba metida en ese mundo en el que para llamar la atención del lector hay que darle la vuelta a las palabras, hay que buscar. Y me fui a un curso a Francia, a un curso de verano sobre literatura francófona. Y aquel curso empezó con un poema absolutamente simple, con un lenguaje muy simple, pero tenía un ritmo, tenía un algo que a mí me capturó. Me venía a convencer de que no hace falta tanto juego con las palabras para que la gente te comunique. Cuando acabé el curso, le pregunté al profesor y me dijo que era de un autor senegalés. Cuando llegué aquí, decidí que era lo que me gustaba, hablé con el director de la tesis para cambiar, pero no me quiso dirigir (ríe)…
–No sabía de literatura africana…
–Claro, es que me lo dijo, era un catedrático magnífico de literatura francesa, y me dijo que no había nadie en España, que era la primera tesis que se hacía. Entonces se lo pedí como favor de amistad a Lola Bermúdez, catedrática, y nos lanzamos. Y ya nunca he dejado de dar literatura africana en francés.
–¿Ahora es profesora emérita?
–Bueno, sí, soy colaboradora honoraria, sigo dando clases, pero honorario significa sin honorario (ríe). Por nombramiento del rector estoy en la comisión académica del doctorado. Y doy clases en el máster de género. No puedo dejar la universidad de lado.
–¿Cómo ha visto la evolución de la Universidad de Cádiz?
–Cuando nosotros estábamos en el colegio universitario, era sólo Medicina y… medicina, era la que tenía fama. Y después de la separación de los campus aquello empezó a tomar cuerpo, pero un cuerpo que a lo mejor…. A nosotros nos daba pena que se fueran otros, porque veíamos esto, y lo sigo viendo, como una unidad. Pero fueron unos momentos políticos con alcaldes muy fuertes.
–Y la configuración de la provincia gaditana con tantas zonas: Jerez, Algeciras…
–Bueno, todavía Algeciras, es verdad que está lejísimos, pero ya Puerto Real… Cuando se empezó, se vio todo con mucha ilusión, pero se empezaron a ver también algunos problemas. Los alcaldes del momento no eran fuertes, eran lo siguiente: Barroso, Pacheco, Patricio González y aquí Carlos Díaz. Y claro, todo el mundo tiraba y la Junta hizo de Salomón.
–¿Esa dispersión hizo daño?
–Mira, yo creo que fue excesiva. Comprendo que a la gente que se ha asentado le cueste trabajo la idea de volver, pero ese Valcárcel con ciencias de la educación, con psicología…. Es que estamos aquí, que tenemos los mismos libros, las humanidades. También es cierto que aquí no se podía expandir mucho, ahí está la gran escuela de ingeniería que se ha hecho, pero quizás la ciudad y la universidad no se han dado cuenta de que se tenían que haber aprovechado los espacios.
–Parece que se intenta revertir aquella decisión.
–Sí, también es cierto, aparte de que se pueda ahorrar, esta es una ciudad muy acogedora, muy bonita, y tener ese campus grande le da mucha vida. Y los estudiantes están encantados. Sobre todo los que vienen de fuera, los erasmus, están encantados con vivir en Cádiz.
–Usted fue una de las primeras vicerrectoras.
–No la primera, creo que fui la segunda, yo fui de Extensión Universitaria en el segundo mandato de José Luis Romero Palanco, fueron cuatro años.
–¿Qué guarda de aquella época?
–De verdad que fue la mejor época. Aprendí, me divertí, trabajé… porque no había técnicos, no es como ahora. Cuando llegué estábamos la secretaria de personal y yo. Tuve suerte. Los primeros alumnos colaboradores los tuve yo, hablé con los sindicatos, que entendieron cuál era el proyecto, empecé a apretar para tener plantilla de técnicos, que son los que se han ido quedando. Lo pasé muy bien; trabajábamos muchísimo porque éramos poco y nos queríamos meter en todo, pero el personal de extensión, que sigue, son una gente magnífica, y los técnicos. Empezamos con ellos muchas cosas: campus rock, Alcances, el teatro, la Coral, que había impulsado Mariano Peñalver y que acogimos.
–Era una puerta para la apertura de la universidad a la ciudad.
–Sí, es que es básico que la universidad se abra de verdad. Recuerdo, por ejemplo, el ciclo de música clásica… que Mariano Peñalver, cuando deja de ser rector, se me ofrece a mí, ¡a mí!, para llevar el aula de música clásica… para ponerse a mis órdenes, ¡Mariano Peñalver! Y lo llevó, y se nos llenaba siempre… La gente aprovechó para conocer edificios que no se conocían. De mi época es el polideportivo, que eso fueron muchos viajes al Consejo Superior de Deportes. Y se hizo, la primera piedra se puso con el siguiente rector, pero el dinero se consiguió en mi época.
–¿Cómo se llevaba eso de ser la única vicerrectora?
–Pues peleándome con todos ellos, todos los días, cuando los chistes machistas yo me mosqueaba, tú sabes, así…
–Siempre ha estado en el lado del feminismo, incluso en aquella época donde no estaba ni mucho menos normalizado.
–Siempre he estado ahí. Y una se señalaba más, pero yo estaba en el seminario de estudios de la mujer desde el principio, y cuando entré como vicerrectora creé el aula universitaria de la mujer, y por lo menos había papeles, aunque no hubiera dinero, y podíamos traer una conferencia de vez en cuando.
–Y de aquella semilla qué cree que ha brotado y qué cree que queda por brotar.
–Pues mira, de aquella semilla nació, de aquel seminario, un programa de doctorado con el que nos dieron la mención de calidad y que se nos convertimos en máster de género, que ahora mismo es uno de los más demandados. Hay también una unidad de igualdad, hemos tenido defensora universitaria…. Queda por crear, como en toda la sociedad, pero es verdad que la universidad de Cádiz hizo un esfuerzo… aunque creo que le vino bastante natural.
–Y eso que no había una conciencia tan generalizada.
–Pero en la universidad sí la hubo. Recuerdo que llegué al Rectorado y vi que en mi despacho ponía vicerrector… Pedía que lo cambiaran y me dijeron: “¡Y qué más da!”. Pero les dije que habían puesto secretario general donde antes ponía secretaria… “O sea, que se cambia”.
–¿Falta una rectora entonces?
–Sí, nos falta una rectora.
–Lo reconoció el actual rector…
–Sí, sí, lo ha dicho. Yo creo que sí, que nos falta una rectora y ya es el momento. Hay compañeras que están maravillosamente bien preparada para asumir esa responsabilidad. Me da mucha envidia cuando veo a Pilar Aranda en la universidad de Granada, coincidimos de vicerrectoras y nos hicimos amigas. Y me digo: “Mi universidad también se merece una rectora”. Llegará seguro, no sé… estamos en el comienzo de mandato, puede quedar un segundo, pero creo que la siguiente persona, después, que ocupe el Rectorado va a ser una mujer, estoy segura. Ya sí.
–Además, que ocurra como un proceso natural…
–No es nada raro, claro. Aunque la conciliación sigue siendo un problema pendiente, la concienciación es mayor. No tiene nada que ver, la gran mayoría de los hombres entiende ya que somos todos iguales, aunque siempre nos quedan los asesinos. No se trata de feminazismo, como dicen algunos, o que queremos quitar a los hombres para ponernos nosotras, estamos hablando de igualdad. Y no es que tengan que haber mujeres por ser mujeres, sino porque valgan.
–¿Qué supuso su etapa como concejala?
–Fueron solamente dos años con Fermín del Moral. Por una parte, me hizo más gaditana, aunque hubo alguien que escribió en el Diario cuestionando a los independientes. Y yo soy una independiente de verdad.. A mí me adjudicaron los barrios de San Juan, Pópulo, Santa María, y pasé muchas noches con las madres de la droga. Fue un bofetón de realidad. Supuso una formación como persona que yo no había tenido. No estábamos en el gobierno, y seguía con mis clases. Fueron dos años intensos, y aprendí muchas cosas.
–¿Cómo ve la evolución de Cádiz como ciudad?
–A ver, todavía tenemos muchas cosas que mejorar, pero tampoco se puede ir tirando la ciudad, y eso me da mucho coraje. Creo que es una ciudad que se ha puesto en el mapa, que antes no estaba, que es querida. Aunque a mí lo del turismo masivo me chirría, sobre todo porque creo que no podemos echar a la gente de Cádiz, y si todos los alquileres son turísticos, echamos a la gente de Cádiz de Cádiz. Entre que no hay mucho trabajo y que los alquileres son altos... Creo que políticamente hay que hacer algo con los apartamentos turísticos. Es una riqueza pero para un número limitado de personas que ya tienen riqueza. Los presupuestos se basan en la gente que está censada, y nuestro censo cada año desciende. Al final, nos vamos a convertir en un parque temático, y eso es muy triste. Al menos, una tasa turística por día. Hay que vigilar mucho, hace falta el turismo, pero hay que equilibrar con mesura. No hay derecho que la gente de Cádiz se tenga que ir de Cádiz.
Una malagueña que llegó a Cádiz casi por casualidad
Málaga fue la ciudad en la que nació hace 64 años Inmaculada Díaz Narbona. Allí pasó toda su infancia y parte de su juventud, pues en la capital de la Costal de Sol cursó parte de la carrera de filología que después acabó, como era normal en la época, en Sevilla. Acabada la carrera, tras una estancia de un año en Francia con una beca, Díaz Narbona vio un anuncio en la Universidad de Sevilla de una plaza de ayudante en el departamento de filología francesa. La solicitó y se la concedieron, pero sin saber que el destino no era Sevilla, sino Cádiz.
La joven Inmaculada no desdeñó el trabajo y llegó a Cádiz, ciudad que no conocía, un 9 de septiembre de 1978. No olvida la fecha, que recuerda sin esforzar la memoria, ni tampoco que la recibió un día gris, un extraño día gris, plomizo, con una leve llovizna. Peor hubiera sido, cabría pensar, que su primer contacto con Cádiz hubiera sido una levantera. Su primera idea fue estar solo un año en Cádiz... Pero no se fue nunca. Aquí echó nuevas raíces y colaboró de forma activa en los embrionarios claustros que alumbraron la creación de la Universidad de Cádiz, de la que llegó a ser una pujante vicerrectora de Extensión Universitaria. Y también concejala, dos años como independiente por un PSOE que no ganó.
Temas relacionados
16 Comentarios