Puente de Todos los Santos

La arena gana en Cádiz la partida a las terrazas

Las playas de la capital contaron con una importante afluencia de público.

Las playas de la capital contaron con una importante afluencia de público. / Jesús Marín

El puente de Todos los Santos, que se extiende hasta el lunes, estaba marcado por la hostelería en el calendario como fecha clave para recuperar parte de lo perdido a causa de la epidemia. Y en esto que llegó el confinamiento de muchos municipios, tanto provinciales como andaluces, y las posibilidades de visita a la capital se redujeron considerablemente. Quedaba esperar que los propios gaditanos, ante la imposibilidad de pasar estos días en la sierra, ocuparan masivamente los establecimientos, contando además los hosteleros con aprovechar los almuerzos ante las dificultades de los comensales de cenar tan temprano y pendientes del reloj por el toque de queda. Pero las expectativas no se cumplieron, o al menos al nivel esperado.

La playa ganó a las terrazas en la batalla del ocio. Este domingo, sin ir más lejos, la afluencia de público en las arenas capitalinas fue considerable, impropia de un 1 de noviembre y aprovechando la excelente temperatura. ¿Donde relajarse mejor que sentado al sol y sin aguantar la mascarilla? Pocos bañistas, eso sí, en un mar plagado de surferos.

Tampoco se puede decir que las terrazas estuviesen vacías. A decir verdad, en la milla de oro del Paseo Marítimo, entre la calle Brasil y la Glorieta Ingeniero La Cierva, era complicado encontrar este domingo una mesa para almorzar. No ocurría lo mismo con bares y restaurantes, salvo excepciones, de La Cierva hasta Cortadura. En el casco histórico hubo menos movimiento hostelero. Rodolfo Moreno, propietario del Mesón Criollo, en la calle de La Palma, reconocía que esperaba “más actividad en Cádiz interior entendiendo que muchos gaditanos se quedarían en la ciudad”. El domingo resultó más rentable que el sábado, “aunque a un 70 por ciento de lo esperado”. El sábado, por contra, un poco más de la mitad del aforo. Según Moreno “todavía para todo esto falta un tiempo de adaptación”. El gran problema viene con las noches. “La primera del toque de queda no fue tan mal, porque había actividad en la iglesia de La Palma, pero el sábado vinieron dos personas en toda la noche”, contaba el hostelero. La tendencia “es mala y estamos preocupados”, añadía. Porque “el invierno siempre es duro, y esperamos siempre el Carnaval para cuadrar las cuentas, pero sin Carnaval se nos va a hacer todo muy complicado”.

“La cosa ha estado floja y no se han llenado muchas terrazas, sobre todo en el casco histórico”, admitía Antonio de María, presidente de Horeca. Como ejemplo, el freidor de Las Flores a las 13.00. “Había dos mesas libres y eso es inaudito en ese establecimiento”, decía. Para De María este puente “ha sido una pena”, apuntando que “los gaditanos no tienen poder adquisitivo para tres días de puente”.

Entendía que “la cena se está perdiendo” y que los gaditanos “no se van a tirar de cabeza a los almuerzos por no poder cenar con tranquilidad. Buscarán otras alternativas, pero no va a ser una cosa por la otra”. Y la alternativa sería la cena a domicilio, pero la normativa obliga al cierre a las once de la noche sin posibilidad de reparto desde las 22.30, cosa que no entiende el presidente de Horeca. “Llega el momento que es negar por negar y todo es poco razonable. No es solo legislar contra la pandemia, es cargarse la hostelería”, decía, crítico, con las medidas adoptadas. Se preguntaba De María “¿qué riesgo hay en que un repartidor lleva a tu casa un pedido?, que nos lo expliquen. Además, con la comida a domicilio se evita que la gente vaya a los locales a comer a cierta hora, y se supone que eso es lo que quieren frenar, ¿no?”.

Las restricciones a la hora de la cena, según De María, van a suponer “un descalabro para el sector”. Estimó que “la gente no se va a acostumbrar a cenar a las ocho u ocho y media de la tarde. Para eso habría que adelantar todos los horarios y desayunar tempranísimo. Eso en el sur es complicado de cambiar, son hábitos de toda la vida. El toque de queda a las 00.00 hubiera sido la solución”. De María comprende y acepta que la hostelería, como todos los ámbitos, debe reinventarse en estos difíciles tiempos, “pero no nos dejan ni servir a domicilio desde las 22.30”.

Si en la capital la hostelería no vendió lo esperado, en otros puntos del litoral gaditano sí se llenaron las terrazas aprovechando el luminoso y cálido día. 

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