Cádiz

Los nuevos caminos de la Patrona

  • El paso de la Virgen del Rosario luce mucho en su bajada por Sopranis y en su discurrir por Canalejas, que era una novedad este año La procesión duró poco más de cuatro horas

No fue un año más. No se celebraba ninguna efeméride ni coincidía ningún acontecimiento relevante. Pero la procesión de la Virgen del Rosario de ayer fue distinta a todas las anteriores. Tuvo muchos matices, muchas novedades, muchas estampas que la hicieron especial.

Posiblemente, de todas estas novedades la que más llamó la atención fue el paso de la Patrona por el tramo de Canalejas entre Cristóbal Colón y la plaza de San Juan de Dios. La Virgen se abría a nuevos caminos y permitía que el público pudiera disfrutar del cortejo y del paso con mucha mayor comodidad que otros 7 de octubre. Ciertamente, la estampa de la Patrona por la avenida Ramón de Carranza, rodeada de árboles y con Canalejas y San Juan de Dios llena de público confirmó que la idea de la archicofradía de cambiar el itinerario fue todo un acierto.

Un itinerario que partía de la iglesia de Santo Domingo pasadas las seis y media de la tarde. Allí, donde las vallas, altavoces y otros artilugios lo permitían este año, se congregaba el público desde bastante antes, mientras que el claustro del convento era un hervidero de cofrades que intercambiaban saludos y conversaciones mientras se iban disponiendo las varas y los guiones de todas las hermandades que acompañaron, como siempre, a la que es también Patrona del Consejo. Allí dentro, justo antes de iniciarse la procesión, la banda de música Maestro Dueñas regaló a los cofrades el estreno de la marcha Rosario, Madre de Cádiz, compuesta por el músico sevillano Luis Manuel Mejías para la Patrona, que sonaba como los ángeles en la interpretación de los músicos portuenses.

La agrupación musical Sagrada Cena abría un cortejo que iniciaba este año su camino por una calle Sopranis que lucía profusamente exornada tanto en los balcones (muchos de ellos con colgaduras) como en fachadas (como por ejemplo la de la casa de hermandad de la Sagrada Cena) y a la ancho de la calle (con banderitas e incluso una gran pancarta en la confluencia con el Compás de Santo Domingo).

La fecha fundacional de cada cofradía iba marcando el protocolo del cortejo, con representaciones por lo general bastante nutridas por parte de las hermandades. Y con muchos niños y jóvenes formando parte de esas representaciones, lo que es muy buena señal de cara al futuro. La parte final de tan amplio cortejo la conformaban antiguos pregoneros de la Patrona, las representaciones militares, la permanente del Consejo de Hermandades (vistiendo chaqué) y la presencia de los concejales Vicente Sánchez y Pablo Chaves, únicos representantes de la Corporación Municipal que ayer acompañaron a la que es Alcaldesa Perpetua de la ciudad.

A las siete y cinco de la tarde el paso de la Virgen ya estaba en el Compás de Santo Domingo, este año huérfano de público por la infraestructura que se estaba instalando para el espectáculo previsto para la recogida de la procesión. Después de una milimetrada maniobra con el paso a ruedas para superar la estrechez de la puerta del templo, la cuadrilla de cargadores comandada Juan Pidre (una de las dos que portaron ayer a la Patrona) levantaba el paso y comenzaba su caminar con la marcha Virgen del Rosario.

Con cierta agilidad fue discurriendo la procesión por la calle Sopranis, donde resultó muy lucido el paso tanto por el elegante andar de la cuadrilla y su conjunción con la banda portuense como por el exorno que enriquecía toda la calle. En pocos minutos, el paso llegaba a una plaza de San Juan de Dios con bastante público presenciando el cortejo. Entre ellos, los ancianos de la residencia cercana, que junto a un grupo de voluntarios y de trabajadores del centro pudieron disfrutar con el paso de la Virgen en primera fila, justo delante de la fachada del Ayuntamiento (por donde este año discurrió la procesión).

El tramo más íntimo de la procesión llegó en Pelota, Cobos y Cristóbal Colón, para salir después a la amplitud de Canalejas, a la que tan reticentes suelen ser las cofradías por los temores del viento y del frío. Eran las nueve menos cuarto de la noche cuando el paso de la Virgen del Rosario se plantaba en la Avenida Ramón de Carranza.

Y tras aprobar con nota el nuevo itinerario, la Patrona se adentró en el tramo final de su itinerario. Un recorrido que se haría con las luces de la calle apagadas y con un cañón de luz que iluminó en su discurrir al paso de la Virgen. A todo ello se unió la intervención del coro de Julio Pardo poniendo voz a varias marchas, además de cantando una versión de la Salve Marinera. Con estos ingredientes llegó de nuevo a Santo Domingo la Patrona cuando pasaban las diez y cuarto de la noche.

Finalizaba así una procesión en la que la Virgen del Rosario se abrió a nuevos caminos. Y en esas poco más de cuatro horas de procesión, la ciudad -engalanada en muchas de sus fachadas y balcones y repleta de público en las calles- descubrió a su vez nuevos espacios en donde disfrutar de la Patrona.

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