Los jóvenes: ¿parados y sin sueños?
EL FUTURO DE LA JUVENTUD GADITANA Análisis del momento actual de crisis y paro que viven los jóvenes de la ciudad
Los gaditanos pertenecientes a la denominada 'generación perdida' se enfrentan a una etapa oscura · El sociólogo Diego Jiménez piensa que "en toda crisis se encuentra algo positivo y esperanza"
No vas a tener trabajo hasta que pasen muchos años. En cierto modo, eres la peor estampa del fracaso. Joven y con toda la vida por delante: toda una vida para mirar la Teletienda de madrugada. Pero eso no es lo peor, porque ni siquiera podrás soñar con sus productos ya que no tendrás suficiente dinero para comprarlos. Paro. Paro. Crisis. Desempleo. La prima de riesgo sube. Recortes. Generación perdida. Dinero. Porque necesitas dinero. Necesitas dinero y un trabajo. Sin nada de esto, ¿cómo puedes sentirte exitoso? Vives en una de las ciudades con la tasa de paro más alta no solo de España, sino de Europa e incluso del mundo.
Los jóvenes, machacados cada día con esta clase de noticias, se contemplan a sí mismos no con demasiado optimismo. Mientras los medios de masa atosigan con un constante vapuleo de malas noticias, la realidad tampoco parece presentar su mejor cara. La desesperanza se expande. Y con ella, el miedo. "El miedo es el mayor enemigo de la felicidad", sostiene el sociólogo Diego Jiménez. Según este doctor en Filosofía y profesor también del Instituto gaditano Columela, toda crisis es siempre negativa porque aumentan los motivos de infelicidad de las personas, pero eso no debería ser un motivo para dejar de intentarlo. "Soy de los que piensan que cualquier tiempo pasado fue peor y que, por tanto, el futuro será mejor. Es una crisis profunda, compleja, que puede durar hasta una década, y en la que probablemente tardaremos algo más de tiempo en volver a niveles de bienestar parecidos a los antes alcanzados. En nuestro país esta coyuntura ha afectado con mucha fuerza a las posibilidades de trabajar de los jóvenes. Nunca había ocurrido algo así. De todas formas, en toda crisis se encuentra algo positivo y siempre hay lugar para la esperanza".
Es cierto que el movimiento se demuestra andando, que los regalos no aparecen por arte de magia en la puerta de casa. Que la suerte, al fin y al cabo, también se fabrica. Quizá en momentos tan duros como este sea necesario recordar aquel cuentecillo popular del arquero ambicioso en el que este quería cazar la luna. El hombre pasaba días enteros concentrado en la trayectoria de la flecha y en el equilibrio de su arco. Durante muchas y largas horas de su vida, entrenó con esta herramienta para conseguir su único objetivo. Sobra decir que nunca llegó a cazar la luna, claro. Sin embargo, haciendo esto cada día, se llegó a convertir en el mejor arquero del mundo. Según los especialistas, los jóvenes de ahora deberían seguir sus pasos, formándose y mirando con positividad al futuro. Quizá no consigan lo imposible, pero acabarán, como el arquero del cuento, consiguiendo algo.
Sobre esta idea, Diego Jiménez piensa que "es evidente que hay que aprovechar cualquier mínima posibilidad de trabajar aunque sea en prácticas o en trabajos poco remunerados. Durante varios años la gente joven se tendrá que acostumbrar a trabajar algo más por menos dinero. Lo que es muy importante es que continúen ensanchando sus horizontes y sus perspectivas vitales abriéndose campo a través de nueva formación y de nuevas experiencias, ampliando sus redes sociales y manteniéndose activos física y mentalmente. Junto a ello será fundamental su colaboración, su espíritu crítico, sus ideas frescas y sus alternativas para construir en común el próximo orden social".
Muchos jóvenes se preguntan cómo es posible que tengamos la generación mejor formada y sin embargo con menos posibilidades para encontrar trabajo. Hace unos días se publicaba una entrevista con el sociólogo Zygmunt Bauman en la que este se expresaba también al respecto: "Toda mi vida, y he tenido una larga existencia, siempre he tenido la impresión de que las jóvenes generaciones si se aplicaban al estudio y obtenían buenos niveles de educación, les aguardaba una larga carrera. Las nuevas generaciones comenzaban donde habían terminado las anteriores. Se daba por sentado. Es la primera vez en que la generación más joven tiene las mejores expectativas (buena educación, idiomas) y ningún futuro".
Hablamos también con los protagonistas, los jóvenes gaditanos. Jóvenes que empezaban sus estudios se tropiezan con el escalón del desaliento, mientras que aquellos que acabaron un grado o la carrera universitaria se topan ante la absoluta y desértica nada. Se les presenta, dicen todos, un futuro desolador. Las noticias en prensa o en la televisión tampoco ayudan a crear un horizonte de expectativas. Ya los llaman 'la generación perdida'. Marta Anarte es una joven filóloga que actualmente trabaja como profesora de ELE (Español como Lengua Extranjera), un trabajo que no presta la estabilidad que ella quisiera. Teniendo en su haber dos carreras y habiendo trabajado en diferentes sitios de España, la joven piensa que "si en Cádiz no hay trabajo para todos, tendremos que emigrar como ya hicieron nuestros antepasados cuando también se vieron en la necesidad de hacerlo. Es así, es la vida, y es lo que nos ha tocado vivir. Lo que no podemos hacer es cruzarnos de brazos y considerarnos miembros del grupo de la 'generación perdida'. Hay que luchar y trabajar para quedarnos en nuestra ciudad, y en el caso de que no podamos… salir en busca de oportunidades". La misma opinión que defiende Diego Jiménez: "Creo que los jóvenes deben plantearse esta situación como una etapa de 'stand by', de espera, pero de una espera en situación de alerta, siempre vigilantes y atentos a cualquier movimiento. Nadie conoce con exactitud cuánto durará este periodo pero hay que seguir aprovechando estos años de juventud, viviendo con intensidad pero ajustándose a unos menores recursos materiales y, en todo caso, mirando hacia adelante, sembrando e invirtiendo en uno mismo y en los demás a la espera de mejores tiempos".
Marta Anarte considera que "formarse es de vital importancia en los tiempos que corren por diversas razones. Por un lado, evitamos quedarnos 'estancados' o adormecidos en la rutina vacía de actividad y obligaciones debido a la escasez de trabajo y, por otro, estaremos mejor preparados para enfrentarnos al momento en el que la demanda de empleo sea mayor, y podamos empezar definitivamente nuestra vida profesional. Además, el estudio hace crecer el desarrollo de nuestro perfil, y por lo tanto, nos abre puertas de cara a un futuro siempre incierto". Sobre esto, nuestro sociólogo advierte que "en la juventud siempre han sido muy importantes la imaginación, la actividad, la innovación y la apertura al porvenir en el sentido de la ad-ventura, de lo que llegará si siembro y lo espero".
O sea, que lo último que deberían hacer los jóvenes es quedarse parados lamentándose por la grave situación que atravesamos. Además, Diego Jiménez observa con lucidez que "hoy en día podemos dedicar mucho tiempo a la comunicación, al entretenimiento y a cultivarnos más allá de nuestra situación laboral. La crisis nos muestra lo que se estaba haciendo mal y nos hace replantear y reorientar muchas de nuestras expectativas y actitudes vitales". Por lo que no todo es malo y precisamente lo positivo es "cuestión de tomar perspectiva para poder orientarse ante esta etapa confusa". Por ejemplo, continúa Diego, "en la época de la Revolución Industrial solo había tiempo para trabajar y dormir (se vivía para el trabajo). Hoy en día podemos dedicar mucho tiempo a la comunicación, al entretenimiento y a cultivarnos más allá de nuestra situación laboral".
La mayoría de los jóvenes gaditanos está afrontando la situación con entereza. Son conscientes de que la ciudad posee unas limitaciones que llevan muchos años haciéndose patentes. Israel Santamaría, en paro y recién licenciado en Historia, opina que preferiría quedarse en Cádiz; sin embargo dice: "Siendo realistas lo veo cada más complicado, por lo que doy por hecho que, salvo un golpe de suerte inesperado, me veré obligado a irme fuera". Así piensan muchos jóvenes de la ciudad. David Saltares es ingeniero y se encuentra actualmente trabajando para Crytek, una de las mayores empresas de videojuegos del mundo, en Notthingham, Reino Unido. En su caso, el joven comenta: "No tuve demasiado tiempo para tomar una decisión entre buscar trabajo en España o en otro país ya que la oportunidad se me presentó en el extranjero mientras estudiaba. Mi prioridad era la industria del videojuego y Reino Unido tiene la tercera más potente del mundo (tras Estados Unidos y Canadá). Existen varias empresas de desarrollo de videojuegos en España pero son menos y generalmente más pequeñas. Esto hacía que las posibilidades de encontrar trabajo en mi sector dentro de mi país se redujeran considerablemente. Es posible que en el futuro me plantee volver pero para hacerlo tendría que estar motivado por unas buenas condiciones; no merecería la pena estar en mi país en malas condiciones".
El profesor del Columela asegura que "los jóvenes deberían eliminar de sus mentes el concepto de fracaso y cambiarlo por la idea de que tienen todo el derecho del mundo a prorrogar su momento de incorporación a la vida laboral y a diferir para más adelante algunos de sus proyectos vitales. Algunos de estos proyectos pueden ser más urgentes, por ejemplo, la independencia económica y de vivienda, el deseo de las jóvenes que quieran tener algún hijo u otros, pero también otros proyectos son ideales para llevarlos a cabo en una etapa de juventud que se les va a alargar". Con cierto optimismo concluye este pensamiento diciendo que "esta generación en general está bien formada, es inquieta y posee buenos recursos comunicativos, al margen de que mantiene una actitud más abierta al futuro. Sin duda llegará su oportunidad y sabrá aprovecharla".
Los jóvenes que quieran trabajar en Cádiz deberían adaptarse perfectamente al perfil de la ciudad: sector servicios; hostelería, restauración y turismo, aumentando su nivel de idiomas. Al mismo tiempo, para Diego Jiménez "los jóvenes con mayor especialización deberán perfeccionarse en idiomas pero en estos casos para aventurarse buscando trabajo provisionalmente en otro país a la espera de que cambien las tornas en el nuestro". Por lo que las expectativas parecen ser claras a corto-medio plazo en nuestra ciudad.
Ahora que empieza el nuevo curso académico, el sociólogo piensa que los estudiantes deberían mirar con más optimismo su futuro, incluso si lo ven todo negro. Muchos de los que se quedaron sin trabajo seguramente quieran volver a estudiar en la Universidad, acabar aquella carrera que nunca pudieron u obtener un título superior de máster. Al mismo tiempo, muchos otros, aunque sea solo momentáneamente, entienden su situación y se plantean el hacer las maletas para fabricar su suerte en otro lado.
Se ha repetido hasta la saciedad que los jóvenes viven una etapa "sin futuro". Sin embargo, los jóvenes son el futuro, el único futuro, y ningún mensaje de desánimo hará que esto cambie, ya que la inercia del mundo lo ha demostrado constantemente. Solo una buena educación y la esperanza en un porvenir mejor pueden ahora ayudar a superar este momento de crisis. Los jóvenes son la fuerza y el cambio. Según los testimonios de los especialistas, los jóvenes no deberían tener miedo al porvenir, porque no hay miedo cuando se tiene esperanza, la esperanza del buen arquero que persevera y entrena cada día.
Y la juventud es eso y no otra cosa: un ejército de voluntariosos arqueros que simplemente esperan, tensando sus arcos, el momento apropiado para lanzar la flecha.
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