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Cádiz

La herencia envenenada de las murallas de Cádiz

Estado de una de las bóvedas, utilizada como almacén municipal. Estado de una de las bóvedas, utilizada como almacén municipal.

Estado de una de las bóvedas, utilizada como almacén municipal. / M.F.

Las vergüenzas, mejor ocultas. Tal vez pensara eso el anterior gobierno municipal al ocultar tras enormes portones el estado de abandono y casi ruina en la que se encuentran las bóvedas de San Roque, dentro del complejo del frente de la Puerta de Tierra. Y más cuando hace ocho años, tras la llegada al poder del equipo de José María González, este anunció que una de sus prioridades era recuperar y dar uso al valioso patrimonio histórico de la ciudad, y con especial atención sus murallas.

Uso se le dio, no se puede negar. Una visita a estas bóvedas, más allá de las que conforman el cuidado Museo Litográfico, constata que más allá del nulo estado de mantenimiento del conjunto varias de ellas se han estado utilizando como sorprendentes trasteros municipales, acumulando en ellos enseres de todo tipo, algunos protagonistas de nuestra historia más cercana.

Tras la reforma de varias bóvedas que permitió la apertura del Museo-Taller Litográfico, en la etapa del gobierno del socialista Carlos Díaz, se iniciaron obras de mantenimiento en el resto de las instalaciones, entre ellas las que estaban ocupadas desde 1950 por la institución benéfica Casa del Niño Jesús, que cerró hace unas décadas.

En algunas bóvedas los trabajos de rehabilitación se pararon de repente. Se dejaron al aire los muros, preparados para tapar grietas y para su posterior resanado y pintado. Incluso hay material de construcción abandonado desde hace tiempo. Un trabajo iniciado y dejado a medio hacer por la falta de presupuesto, y porque nadie en estos ocho años se preocupó de aportar más fondos. Incluso en una de las salas de acceso al complejo ha desaparecido parte de la escalera, mientras que en otras dependencias se han tenido que instalar puntales para evitar la caída de los techos.

Algunas naves están en manos de la concejalía de Juventud. De todo este conjunto, son las que están en mejor estado. En su día se llegó a plantear su apertura como espacio de ocio alternativo para los jóvenes. Era la etapa del edil Adrián Martínez de Pinillos, en 2019. Se aprobó la reforma de tres bóvedas. Nada se terminó. En su lugar, las naves se utilizan como almacén, aunque parece complicado saber qué es lo que se guarda en cada uno, para una localización rápida de lo que se pueda buscar, ante la acumulación de todo tipo de enseres.

Dependencias donde se ubicaba la Casa del Niños Jesús. Dependencias donde se ubicaba la Casa del Niños Jesús.

Dependencias donde se ubicaba la Casa del Niños Jesús. / M.F.

En las antiguas dependencias de la Casa del Niños Jesús aún se pueden ver los dormitorios con las camas, las mesillas de noche, los roperos, así como los aseos y las zonas de duchas.

En las naves, que en su día sirvieron de acuartelamiento, que ofrecen un mejor estado de conservación, aunque con necesidad de obras, el Ayuntamiento guarda materiales de todo tipo.

Desde uno de los cañones que estaban en el exterior del antiguo gobierno militar, hoy sede del Rectorado y antes Centro Cultural Reina Sofía, hasta el proyector del histórico Cine Gades o restos de diversas exposiciones municipales, incluso alguna de la primera que se montó en el baluarte de la Candelaria, cuando iba a convertirse en el Museo del Mar.

Hasta hace unos años la maqueta de la Explosión de 1947 se guardó también en estas bóvedas, aunque se trasladó al castillo de Santa Catalina, a una muestra permanente sobre este suceso.

La inmensa nave de Talleres Velasco

La amplitud del Museo de Títeres, que ocupa las bóvedas de Santa Elena, en el otro extremo de la fortificación, evita que se repita este estado de abandono en esta zona de la muralla. Sólo quedan por reformar y reutilizar las dependencias que ocupaba la antigua farmacia de la administración regional.

Entre los espacios abandonados durante estos últimos años destaca por su amplitud el antiguo Taller Velasco, que ocupa toda la planta baja del baluarte de Santa Elena, con entrada desde el aparcamiento en superficie de la Cuesta de las Calesas. En su día se planteó como sede del Museo Cofrade, aunque por su tamaño y su ubicación en este conjunto histórico, su uso final debería de tener una relación más directa con la fortificación en la que se encuentra.

El Ayuntamiento tiene pendiente la apertura del Torreón de la Puerta de Tierra, donde se ha instalado un pequeño centro de interpretación de las fortificaciones.

Este centro debería de estar en funcionamiento desde hace más de un año, sin embargo el anterior gobierno municipal tampoco cumplió el calendario de apertura.

Una vez entre en funcionamiento, para lo que no hay fecha cerrada, se podrá reabrir el paseo superior, que lleva años cerrado.

Si el gobierno de José María González no supo o no quiso cumplir con su compromiso con el patrimonio histórico de la ciudad, está por ver si el nuevo alcalde, Bruno García, a punto de cumplir seis meses de mandato, va a impulsar medidas de recuperación el mismo.

Es este un proceso largo, complejo y costoso pero que dará importantes beneficios para el conjunto de la ciudad. Al fin y al cabo el turismo relacionado con la cultura y el patrimonio es uno de los que mueven más dinero y mejor imagen deja de la ciudad que lo promueve. Queda por ver si este compromiso se cumplirá rápidamente o se diluirá en el tiempo.

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