Transportes entra en pánico por los problemas del tren en Madrid, cuando en Cádiz llevamos así desde hace años

El Paseante

Los retrasos del servicio en Atocha y en zonas del norte provocan medidas radicales del ministro Óscar Puente

La antigua Fomento ha pasado de largo ante las incidencias casi diarias que el ferrocarril viene sufriendo en la línea de Cádiz, especialmente desde 2018

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El tren que une Barcelona roza su récord de retrasos

La terminal ferroviaria de Cádiz capital.
La terminal ferroviaria de Cádiz capital. / Jesús Marín

LOS problemas que en el servicio ferroviario se han producido en Madrid, que no en Cádiz, y que han afectado a numerosos trenes con entrada o salida de la estación de Atocha, la que más pasajeros mueve cada día en todo el país, así como el fiasco en la puesta en marcha de los nuevos trenes Avril en el norte, se han llevado por delante al presidente de Adif, Ángel Contreras, que apenas llevaba nueve meses en el cargo.

La maniobra del ministro de Transportes (el antiguo Fomento), Óscar Puente, de “aligerar carga” para evitar su propia destitución, no arreglará los problemas que se están repitiendo en el sistema ferroviario español y que han provocado que la buena imagen del mismo, como ejemplo de puntualidad en Europa, se haya diluido ante tantas incidencias.

Además, una parte de los fallos que se acumulan en la red no son competencia de Adif, que sí se encarga del mantenimiento de toda la red ferroviaria; también tiene mucho que ver el estado en el que se encuentran muchos trenes y la falta de unidades para sustituir a los que se averían a última hora, por parte de Renfe.

La decisión del ministro, y su preocupación por el mal servicio ferroviario que se está ofreciendo a la ciudadanía, es producto de los fallos de las últimas semanas, y de las protestas sonoras por parte de los usuarios, como aquellos que rompieron la ventanilla de un vagón para poder salir de un parado en un túnel de acceso a Madrid. Como contraste, los problemas del servicio ferroviario en Cádiz no se cuentan ni por días, ni por semanas, ni incluso por meses. Se cuentan por años, aunque en todo este tiempo en Fomento parece que nadie se había dado por enterado.

Hay dos cuestiones esenciales en el sistema ferroviario de Cádiz.

Por una parte, ya lo hemos relatado en más de una ocasión, la red férrea entre Sevilla y Cádiz se planteó mal, cuando se diseñó la doble vía (cuyas obras se terminaron de ejecutar en 2015) entre ambas ciudades.

Entonces la vía de la Alta Velocidad ya era objeto de deseo a todo el país, pero lo que en la provincia se hizo impedía la llegada de estos trenes. Lo sabido: no había una vía expresa para el AVE, pues se compartía el paso con Cercanías, Media Distancia y Mercancías, y ahora con un tramo del Tranvía. Además, estaba la dificultad de la curva de la Bahía y la necesidad de parar en ciudades con mucho movimiento de pasajeros: Jerez, El Puerto y San Fernando, restando velocidad.

Curiosamente los diputados socialistas de 2006, cuando el PSOE estaba también en la Moncloa, anunciaban que en tres años los pasajeros de Cercanías entre Cádiz y Jerez iban a pasar de 4 a 12 millones usuarios, y con el propósito de hacer el recorrido en 15 minutos. Hoy, ni se ha llegado a esta cifra de viajeros ni se ha reducido el tiempo del recorrido. Como tampoco se ha llegado a cubrir la distancia entre Cádiz a Madrid en tres horas y media, una promesa de las que pasarán a la historia sin cumplirse.

La otra fue el deterioro de los trenes que prestaban servicio en la provincia. Es cierto que en todos estos años se han ido modernizando los Cercanías y los Media Distancia, y que los Talgo tradicionales dieron paso a los Alvia-130. Pero el tiempo todo lo desgasta y si no hay repuestos suficiente, el servicio acaba resintiéndose. Y más cuando las inversiones para nuevos trenes se retrasaron en los años, como su propia construcción.

Más allá de problemas puntuales, como una avería en el Control de Tráfico Centralizado en octubre de 2005 con retraso de hasta dos horas entre Cádiz y Jerez, los verdaderos problemas para el sistema ferroviario gaditano se asentaron a partir de 2018.

Agosto de ese año fue especialmente duro. “Domingo de caos”, publicaba este diario. Pasajeros en autobús, otros viajando sin aire acondicionado, otros en trenes parados varias horas.

Unos meses antes se había ordenado una revisión de las unidades S-130 cuando un Larga Distancia salió de Cádiz a las 18:55 y llegó a Madrid a las 05:47 del día siguiente. La empresa se disculpó ante los 589 pasajeros afectados. Algo nada habitual.

Al poco llegó la pandemia y, tras terminar la crisis sanitaria, el servicio comenzó a recuperarse poco a poco. Eso sí, por el camino se quedaron los refuerzos de los Alvia entre Cádiz y Madrid.

En 2009 el alto grado de ocupación de estos trenes obligó a Renfe a poner en servicio un tercer servicio. En 2011 esta línea ya superaba el medio millón de pasajeros al año y superaba al avió entre Jerez y Barajas. En 2018 la Larga Distancia transportaba ya a 800.000 viajeros.

Los Alvia, repartidos por media España

Sin embargo, el Ministerio de Transportes, que al fin y al cabo mandaba y manda sobre Renfe (en este caso, del ministerio depende la llegada de nuevos trenes) y Adif, no sólo no reforzó los servicios tras la pandemia sino que los mantuvo en tres viajes por sentido (hasta cinco hubo en algunos verano).

La cuestión es que se favoreció a otras zonas del país, que ponían en marcha nuevos trayectos. Los 31 trenes S-130 estaban ya necesitados de la correspondiente revisión. Resultado: una parte en talleres y la otra dando vueltas por media España. 

Al final, los vecinos de Cádiz fueron, y siguen siendo, los más afectados por este recorte de trenes y por el estado de los mismos, provocando innumerables averías.

A todo ello se le ha ido uniendo los cambios en los tiempos de viaje por las numeras obras de mantenimiento que, en este caso ADIF, está realizando en la línea de alta velocidad, en los accesos a Atocha y Santa Justa y al trayecto con destino a Córdoba y Jaén (llegar a esta capital es un suplicio).

El penúltimo caos se repitió este fin de semana con los trenes entre Cádiz y Barcelona, el Torre del Oro: retrasos de varias horas y cambio obligado de unidad, al quedarse parada la que estaba prestando el servicio.

Es raro el día en el que no se produzca una incidencia con los trenes que salen o llegan a la terminal de Plaza de Sevilla en la capital. Así llevamos, cuanto menos, cinco años. Ahora que los problemas comienzan a afectar a Madrid o a zonas del norte donde la clase política en el poder sí se queja, Fomento comienza tomar nota. 

Solo falta que se arreglen las incidencias en la capital del país y, a partir de ese momento, acaben olvidándose de lo que sigue ocurriendo en el sur del sur con un sistema ferroviario que nos ha hecho viajar al pasado.

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