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"El éxito en la educación se basa en la exigencia al profesor y al alumno"

inger enkvist. experta en modelos educativos comparados

Rechaza los experimentos pedagógicos y defiende el modelo finlandés, que apuesta por una enseñanza de calidad con docentes preparados y estudiantes conscientes de sus responsabilidades

"El éxito en la educación se basa en la exigencia al profesor y al alumno"
Maribel Gutiérrez Cádiz

31 de enero 2016 - 01:00

Inger Enkvist es catedrática de Filología Española en la Universidad de Lund (Suecia), pedagoga y autora de varias obras como La educación en peligro, La buena y la mala educación. Ejemplos internacionales o Educación: guía para perplejos.

-Usted es experta en modelos educativos comparados. ¿Qué países pueden tomarse como ejemplos de lo que debe y no debe hacerse en educación?

-Finlandia y Suecia son dos ejemplos muy interesantes para comparar sistemas educativos. Finlandia empezó de manera mediocre y mejoró mucho y Suecia comenzó muy bien y bajó en calidad educativa.

-¿Y qué ha hecho Finlandia para convertirse en un ejemplo mundial por su sistema educativo?

-En Finlandia funciona muy bien la idea de que el colegio es el trabajo del niño, además de que existe un respeto tradicional por la figura del profesor. Y aún más desde que en el año 2000 el informe Pisa (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) los colocara entre los mejores docentes del mundo. Así que si hay algún problema en el colegio, los padres no creen la versión del niño sin comprobarla antes con el maestro; hay una confianza entre adultos que está ausente en otros países.

Otro de los rasgos que caracteriza al modelo finlandés es que han mantenido una alta exigencia sobre los profesores y una alta calidad en la enseñanza. Esto se ha prolongado en el tiempo y se ha traducido en que los profesores están muy preparados y la confianza de los padres en ellos nunca cayó.

-¿Cuál es el papel del alumno en este sistema?

-El alumno recibe una enseñanza de calidad pero debe esforzarse para conseguir resultados. Puede tener el apoyo de los padres o del profesor para que el trabajo sea más agradable, pero tienen claro que el esfuerzo del alumno es lo principal.

En Finlandia los niños tienen relativamente pocas horas de clase, tienen tiempo para jugar, pero los maestros mandan tareas aunque sean de poca importancia para que se acostumbren a trabajar en casa. Suelen mandarlas de lunes a jueves, por lo que los padres ya saben lo que debe hacer su hijo cada día y hay menos discusiones en casa. Se crea una rutina alejada de conflictos.

-¿Y qué ha ocurrido en Suecia para dejar de ser un referente?

-En Suecia se han vivido 200 años de paz y una bonanza económica, sobre todo a partir de las décadas de los 50 y 60, por lo que se instaló la idea de que todo iba a seguir yendo bien y el gobierno iba a regalar un nivel alto de educación a sus ciudadanos. A partir de ahí se hicieron una serie de reformas de tipo social que no tomaban en cuenta el aprendizaje, empezó a bajar la calidad de la educación y comenzaron los problemas en las escuelas. Muchas personas idóneas para dar clases dejaron la profesión porque no querían dedicar su vida a luchar con niños rebeldes.

En Suecia se han hecho experimentos para introducir la tecnología, dar ayudas a los estudiantes, comedor escolar, transporte público, biblioteca, libros gratuitos... una serie de reformas que demuestran que ni el dinero ni la modernidad dan el éxito. Sin embargo en Finlandia se apostó durante 30 años por un sistema tradicional, basado en el esfuerzo por aprender, sin grandes alardes, pero que ha dado la vuelta a la situación.

-¿Es el fracaso escolar entonces responsabilidad de los gobiernos?

-En el fracaso escolar es más fácil señalar la participación de los gobiernos y el trabajo de los profesores porque se ha instalado una pedagogía de moda en muchos países que insiste en que el aprendizaje ha de ser un juego, que el alumno puede aprender solo, que es suficiente con tener al profesor como facilitador, que los niños deben elegir lo que quieren estudiar y se debe estudiar por proyectos, no siguiendo un libro... Esta pedagogía se ha introducido como ciencia y los pedagogos han convencido a los políticos de que eso es el futuro. Pero quiero señalar la responsabilidad de esos pedagogos porque si esto fuera algo científico, Suecia estaría por las nubes en resultados educativos y no es así.

-En España se ha propuesto hacer una evaluación a los docentes para valorar su adecuación al puesto, ¿qué le parece esta idea?

-En España podría haber un problema con los maestros porque la nota de corte para la carrera es baja y se tiene la idea de que son unos estudios fáciles, por lo que mucha gente no respeta su figura precisamente por eso. Para solucionarlo se podría subir la nota de corte, hacer más exigentes esos estudios y pagarles más. Además, hay cierto espíritu de funcionario en la profesión.

En los países bálticos pasan un examen cada tres años para hacer ver que tienen un nivel, lo que repercute en la confianza de la sociedad hacia el docente. Los padres se tranquilizan al ver que están preparados y no se cuestionan sus acciones. Al fin y al cabo el profesor está para servir al alumno.

-¿Qué cree que ha pasado para que la figura del profesor haya dejado de ser una autoridad?

-El nivel general de la sociedad se ha elevado por lo que los conocimientos de los profesores no son tan extraordinarios como hace 30 años, pero además ha habido una cierta propaganda política sobre los derechos del niño y se ha instalado la idea de que si no llega a ciertos resultados es culpa del profesor o de la escuela. En Suecia llamamos padres 'helicópteros' a aquellos que siempre están girando sobre el colegio y cuando algo no les gusta bajan para quejarse. Eso es inmiscuirse de manera desagradable en la vida escolar.

-¿Cuál sería para usted el sistema educativo ideal?

-Me gustaría atraer a personas con mucha capacidad intelectual pero que también fueran extravertidas. Tomar en serio la idea de que no todos los alumnos necesitan lo mismo. A pesar de que ahora se trabaje en el término de la inclusión, meter a todos los niños en la misma aula con necesidades diferentes es un error. Eso no está bien porque el profesor tiene tantas tareas extras que no puede dividirse y se distrae de su tarea principal.

Y por último, que sea un sistema mantenido en el tiempo: es un revanchismo infantil hacer cambios en la educación solo porque un partido llegue al poder.

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